Silence || Tokyo Revengers

ONCE

Uteki salió del hospital. Ya habían pasado unas cuantas horas desde que había llegado a la habitación de Draken, y ya era hora de irse a su casa a descansar unas cuantas horas.

El brazo le escocía de sobremanera, pero tenía que soportar el dolor. Nunca había sentido un dolor de tal manera, y eso que hace unas semanas le habían enterrado una botella de vidrio en la mano, pero esto era otro mundo.

Miro su mano izquierda, tenía una fea cicatriz en la palma de la mano, supone que recordaría siempre esa horrible sensación.

Pensó en el chico que había apuñalado en el brazo, se sintió un poco mal por él, al parecer se sobrepasó un poco con el cuchillo.

Igual o era él o era el chico. No sabía nada del muchacho, aparte de que no sabía si le importaba lo más mínimo en contagiarse con algo peligroso, y que tenía mucha masa muscular y era alto, pero no tanto como Draken, supone que mediría 1,75 aprox.

Camino calle abajo mientras iba con las manos guardadas en los bolsillos laterales de sus pantalones.

Fijo su mirada en un modelo de auto, no tenía ni idea de que modelo era, pero le llamo demasiado la atención la patente¹ que tenía.

Miro a su alrededor y se acercó al auto estacionado a un costado. Se agachó en frente de la parte trasera, y sacó de su chaqueta, el cuchillo que le quitó al chico días antes.

Desatornillo la matrícula y la retiro rápidamente, se paró de allí, y volvió a caminar, guardo el cuchillo, y la matrícula la resguardó entremedio de su chaqueta.

Siguió caminando durante unos cuantos minutos, y visualizo que ya llegaba a los blocks en donde vivía con su padre.

Se dirigió a su bloque y subió las escaleras hasta llegar al segundo piso, y se dirigió a la puerta con el número 28 en ella.

Abrió la puerta con sus llaves, e ingresó al hogar, dejó la matrícula que había tomado "prestada" en el suelo, luego la recogería.

Escucho voces, lo cual era raro. Su padre era el único en casa. O eso suponía.

Camino hasta el salón, y se encontró con su persona menos favorita. Su madre.

Una mujer de estatura casi similar a su padre, y con un cabello de la misma tonalidad suya.

No le gustaba su madre.

- Oh, mira quién llegó. Es mi hijo Ame.

Uteki guardó silencio y miró a su padre.

Satoru estaba sentado en el sillón tapándose el rostro con sus manos. Supuso que estaba llorando. Siempre estaba llorando cuando su madre estaba presente.

Se acercó rápidamente a su padre, y le abrazó. No sabía el porqué estaba llorando, pero si madre fue la responsable.

- ¿Qué le hiciste? - preguntó tratando de hacer que Satoru le mirase.