TREINTA Y NUEVE

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SPOILERS DEL CAPÍTULO 143 AL 146 DEL MANGA

Eiji había salido del hospital luego de ir a dejarle una muda de ropa a Uteki, su hermano, quien aún no ha ido a casa desde que ocurrió lo del intento de suicidio de su padre

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Eiji había salido del hospital luego de ir a dejarle una muda de ropa a Uteki, su hermano, quien aún no ha ido a casa desde que ocurrió lo del intento de suicidio de su padre.

Él veía cada día la casa, regaba las plantas y solo se aseguraba de que ningún maleante entrara a la fuerza al lugar.

Si bien no había visto todo el tiempo a su amigo, le notaba raro. Muy raro.

Cuando observaba su rostro no sabía que era el sentimiento que rodeaba al más bajo. Era una especie de tranquilidad pero a la vez no es una tranquilidad.

Era raro.

No quiso preguntar nada al respecto, debido a que un las cosas estaban delicadas con todo lo que ha sucedido.

Suspiro y miro el reloj que tenía en su muñeca, dando en las manecillas que eran cerca de las dos de la mañana. Salio rápidamente del hospital, yendo en dirección al templo Musashi en donde se concretaría una reunión de la pandilla.

Maldijo a Mikey que se le ocurría hacer reuniones a tales horas de la madrugada. Él simplemente quería ir a casa a dormir, con lo lindo que es descansar acurrucado entre las sábanas.

Llego al lugar diez minutos antes y con suerte habían unas cuantas personas. Él simplemente se sentó en un banco cercano a donde se concretaría la reunión, cerró los ojos, queriendo descansar de aquel movido día.

No supo cuanto tiempo había pasado desde que cerro los ojos, solo que despertó asustado y con el rostro de su amigo Chifuyu frente suya.

— Ya es hora, compañero — el rubio frente suya sonrió mostrando sus dientes —. Tienes una cara de sueño.

Ante la burla, Eiji simplemente golpeó el dorso de la mano que le ofrecía, y se levantó con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

— Estos días he estado haciendo muchas cosas, entre la escuela, cuidar las cosas de Uteki e ir al hospital, y estas reuniones me dejan cansado.

— Hmmm ¿cómo ha estado Teki-San?

— Bien dentro de lo que cabe, aunque lo encuentro algo raro.

— ¿Raro a que te refieres?

— No sé, desde que está en el hospital se comporta de otro modo... es extraño.

A unos metros, estaba Mikey esperando a que ya todos estuvieran. Se encontraba lo suficientemente cerca de aquellos dos por lo que escuchaba aquella conversación sin ningún problema.

Ya estaba harto de esa semana.

Se le estaban acumulando los problemas y en cualquier momento haría cualquier cosa para evitarlos.

Hace unos días escuchó la conversación  entre Uteki y su padre, lo cual le dejó medio enfadado y medio triste. Sabia que Satoru, el padre de su amigo, estaba mal mentalmente y que necesitaba de todo el apoyo de su hijo. Pero lo que más le frustraba es su accionar, el de él mismo. Justo cuando con Uteki iban a volver a tener la misma relación que hace meses, ocurre esta absurda (a los ojos de Mikey) petición.

Silence || Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora