TREINTA Y SIETE

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Aviso, tendré que correr la línea de tiempo aquí, es decir, la pelea ocurrirá el 22 de febrero, pero para mi provecho necesito días más, así que, lo que narrare será lo que ocurrió entre un periodo de tiempo de cinco días. Es decir, desde el 17 de febrero al 22 de febrero.

ADVERTENCIA, CONNOTACIONES SUICIDAS.

Gracias.

El chico Suzuki golpeó la puerta de aquel usual apartamento, y teniendo las llaves, abrió e ingresó al lugar.

El aroma del lugar olía a encierro totalmente y las cosas estaban exactamente iguales a como las había dejado el día anterior.

Incluso la comida que había servido anoche estaba en la encimera de la cocina, donde lo dejo en un principio.

Preocupado, dejó los zapatos en la entrada, y fue rápidamente a la habitación grande de aquella acogedora casa.

No toco ni aviso que iba a entrar, simplemente pasó. Estaba muy apresurado y preocupado.

Reviso a simple vista y no encontró a nadie en la habitación, suspiró y fue al otro lado de la cama, donde sabía que estaba Satoru.

Había estado visitandolo a cada hora, sabiendo que estaba en peligro.

No el peligro de algo exterior a la casa. Sino el peligro del mismo dueño que atentaría con su vida.

No le hablo ni nada, simplemente le tomo por las axilas y lo sentó en la comodidad del colchón.

Sabia que Satoru se tiraría por el tejado del edificio, según información del mismo Takemichi, así que se había tomado la modestia de cuidarle mientras los demás encontraban a Uteki.

Hizo las cosas en la casa, teniendo ojo a la puerta y a las ventanas, hizo la comida para Satoru, quien a duras penas comía debido a las cucharadas que le daba el adolescente.

Luego Eiji le hizo pasar al baño a bañarse, no fue tan difícil, debido a que el mayor cooperaba con la tarea de aseo.

El adolescente estuvo las primeras dos horas con él, y tuvo que retirarse, se suponía que alguien después de él, cuidaría del adulto mientras no estaba.

Eiji se marchó.

Satoru suspiró aliviado de que ya no estaba aquel chiquillo, se tiró al costado al lado de su cama y lloró.

Se sentía solo sin su hijo.

En estos últimos tres días había estado con distintos chicos, suponía que eran amigos de su hijo.

Incluso vinieron Mikey, Draken y Mitsuya, a quienes conocía de más tiempo, pero aún así no lograba alegrarse por nada.

Le faltaba su esencia.

Silence || Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora