Mi endemoniada vida

Capítulo 45: Bebé

Luego de que Roger y yo nos fuéramos al hospital, no pude evitar preocuparme por el simple hecho de dejar a tres demonios cuidando a un niño de siete años. Aunque lo más posible es que Alex termine cuidando de esos tres, porque por mucho que confíe en Anthony, no se aguantará si Niko lo molesta.

—¿Seguro que...?

—Cariño, tú solo preocúpate de respirar ¿Sí? —Dijo Roger. De verdad estaba muy nervioso —. Preocupemonos del bebé y de lo demás luego.

—Está bien, pero solo preocúpate de que lleguemos al hospital por el bebé y no por un accidente.

El viaje hacia el hospital fue algo completamente desesperante. Cada luz roja se me hacía eterna y solo quería que todo terminara.

—Tranquila, ya estamps por llegar y...

—¡Cállate! —Le grité —¡Solo conduce!

Ya en el hospital, Roger se apresuró para buscar a alguna enfermera y una silla de ruedas. Mientras, me quedé esperándolo en el auto intentando no enloquecer por el dolor.

—Recuerda respirar —No pude evitar gritar del susto y voltear —. Es importante.

—¡¿Por qué estás aquí?! —Anthony me miró —¡Se suponía que te quedarías cuidando a Alex y a Niko.

—Para eso está Mox. Cuando me fui ambos estaban viendo televisión y Niko comía helado.

Por casi dos minutos miré a Anthony sin hacer nada más que respirar.

—¡Kary ya...! ¿Por qué Anthony está aquí?

—Soy un problema menor, amigo. Mejor llevemos a Kary a...

—¡Hay ya cállense y solo entremos!

Anthony salió del auto y me ayudó a sentarme y a entrar al hospital mientras Roger hablaba con la enfermera.

—Por cierto, hay una verdadera razón por la que vine —Ya no me estaba gustando su tono —. El amo se enteró de que rompiste fuente.

Roger llegó junto a nosotros con un doctor y me llevaron directo a una sala mientras Anthony se quedaba en la sala de espera.

¡¿Por qué decirme algo como eso en un momento como este?!

—¡Descuida! ¡yo me quedaré aquí es...! —Su atención se desvió a una enfermera que pasaba frente a él —¡Estaré dentro del hospital, no te preocupes! —Dicho eso, se fue detrás de ella.

Ya en la sala de parto, pedí que me dieran un tranquilizante o algo para terminar con el maldito dolor que sentía. O al menos para reducirlo.

Y bueno, lo que pasó durante el parto se resume en gritos, enfermeras diciendo "puja" varias veces, Roger intentando ser de apoyo moral sin serlo realmente mientras me daba su mano para apretar.

Sentí que el tiempo iba bastante lento hasta que la escuché llorar.

—Cariño, es una niña —Oí la voz de Roger.

—Una niña...

Roger y yo no podíamos estar más felices.

Luego de pasar a la habitación, no hicimos más que solo mirarla y acomodarnos uno junto al otro.

—Awww una mini tú.

—¡Dios! Que susto —me cubrí la boca, miré a la bebé y luego a Niko —. ¿En qué monento entraste?

—Hace dos segundos.

—¿Te dijeron algo en la entrada?

—¿Cuál entrada? —Roger y yo nos miramos.