Capítulo 18: Manual Para El Demonio Novato

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Llevaba mucho tiempo preguntándomelo; y al fin me decidí a hacerlo.

— Oye Niko — estaba viendo la televisión — ¿Qué es el manual para el demonio novato?

— Un manual para el demonio novato...

Anthony se transformó en humano y le lanzó una lata de atún vacía a la cabeza.

— Básicamente es eso... — dijo Anthony.

— ¡¿Y porque me lanzas basura?!

— Esperaba la oportunidad...

— Gato estúpido...

— Verás, Kary. — siguió Anthony — Es un libro de instrucciones para demonios que recién empiezan con su entrenamiento propiamente tal fuera del inframundo.

— ¿Tú tienes uno?

— Ay no, dejé de necesitarlo hace siglos... Oye, perro estúpido. Dame el manual para enseñárselo a Kary.

Niko hizo aparecer el libro y lo lanzó al aire. Anthony chasqueó los dedos e hizo aparecer el libro en sus manos. Eran tan raros; pero no dejaban de asombrarme.

— Este libro es una base general de lo que un demonio aspirante a estar entre los vivos debe hacer y saber — comenzó a hojear — hey, aquí falta una página.

— Créeme es mejor así.

— ¿Por qué eliminar un conjuro tan interesante como el sentimiento compartido?

— Porque no acabó muy bien para mí. Kary no dejaba de hacerme llorar...

— ¿Probaste la sangre de Kary?

— Sí... Es lo que necesitaba para hacer eso...

— Lo hiciste al revés. Se supone que el humano sienta lo que tú para hacerlo sufrir.

— Ya decía yo que había algo mal en eso.

— Como sea. — se detuvo en el reglamento — como ves aquí, la regla número uno es no delatar a otro demonio. Eso los metería en problemas a ambos.

— ¿Y si yo le digo a alguien más? ¿A Roger por ejemplo?

— No lo sé. Los humanos que conviven con demonios no suelen tener una salud mental muy estable. Supongo que tú eres una excepción...

— Ah... Ok. Continúa.

— Un demonio también puede hacer lo que quiera con quien merezca algún castigo. Como jugar a ser policía. Solo que este sería una especie de policía corrupto. — recordé la vez que Niko torturó al ladrón.

— Si esto es algo general ¿Por qué Niko dijo que no había nada con respecto a ti?

— Sí la hay, solo que este bobalicón no ha leído el libro completo. Oh mira, aquí está "Capítulo 2: Demonios mascota" ¿Enserio no lo has leído? Llevas mucho tiempo aquí.

— Lo leeré en algún momento...

— Creo que podría ayudarte a leer esto... Los perros son bastante lentos en el aprendizaje.

— Sí, ajá...

— Me sorprende que este tipo sea un demonio.

— Entonces...

— Ah, sí. Cada capítulo es un area diferente del trabajo que puede llegara a hacer un demonio. Son largos y un poco tediosos; pero valen la pena cuando te das cuenta de que ya no lo necesitas. No como este idiota.

— Entiendo. — Algo llamó mi atención — ¿y esa sección roja? — acerqué mi mano.

— ¡No la toques! — gritaron ambos.

— Ni siquiera nosotros tenemos permitido tocar esa sección.

— ¿Por qué?

— Es para esos demonios que postulan para un puesto importante en el inframundo... — dijo Niko.

— Para esos demonios que esperan ser tan ruines como el mismísimo Lucifer.

— O sea... Demonios que realmente son malos.

— Sí — dijeron ambos — ¡Oye...!

— Bueno... Cuando escucho hablar sobre demonios me imagino a sujetos con cola y cuernos, que no hacen más que torturas a las personas hasta la muerte.

— Sí... Se dejó de hacer eso hace un par de siglos cuando los de allá arriba se molestaron por el exceso de muertes... — explicó Anthony.

— Pero es un gran disfraz para la noche de brujas... — dijo Niko.

— Comprendo...

— ¿Enserio?

— No. Pero creo que ya se sació mi curiosidad sobre el dichoso libro. Creo que voy preparar la cena...

Me dispuse a cocinar una tortilla de vegetales. Pero cuando encendí la cocina, esta no encendió. Al parecer estaba tapada.

— Y ahora qué... — intenté repararla sin éxito.

— No te preocupes — dijo Niko.

Niko puso su libro sobre la reja de la cocina y la sartén sobre el libro. La tortilla empezó a cocinarse.

— Claro. El libro siempre está caliente... — recordé.

— Nunca antes vi a alguien usar ese libro de una forma tan irresponsable...

— ¿No es genial? Esta cosa tiene muchos usos.

Anthony y yo decidimos no hacer nada al respecto. Al fin y al cabo, ese libro no se iba a destruir tan fácilmente.

— Al menos lo usa para algo... — terminó diciendo Anthony.

Mi endemoniada vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora