Capítulo 9: Mejores Amigos

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Después del maravilloso momento con Roger, él y yo nos volvimos un poco más unidos. Nos hicimos novios por así decirlo.

El vernos cada mañana en el trabajo me hacía muy feliz. Y cada vez que podíamos, hablábamos por mensajes de texto.

"Roger: ¿Vamos a almorzar?"

"Kary: Claro :)"

Las cosas marchaban bastante bien entre nosotros 2. Excepto por la discusión que tuve con Niko al llegar a casa después de hacer el amor con Roger.

— ¡¿Cómo que lo hipnotizaste?!

— Solo le di un pequeño empujón — levantó los hombros.

— No puedo creer que hicieras algo como eso — decir eso fue bastante tonto.

— Cariño... Te hice el favor. Nunca lo ibas a lograr sin mi ayuda... — sonrió — ¡Así que ahora me tendrás que pagar dos favores! — gritó como un niño.

— Ni de coña. No pagaré por un favor que no pedí.

— ¡Pero son las reglas! ¡¿Por qué a ustedes los humanos no les gusta pagar lo que deben?! ¡Hasta Alex sabe lo que es pagar los favores!

— ¡¿Cómo que Alex?! ¡No me digas que le estás haciendo favores a un niño de 5 años!

— Si es lo que quieres...

— ¡¿Cómo te paga un niño de 5 años?!

— Con pegatinas — me mostró unas pegatinas que estaban pegadas en su teléfono.

— ¿Pegatina? ¿Por qué aceptas pegatinas como pago? ¿Por qué le haces favores a un niño?

— No veo por qué no... Un favor es un favor...y una paga es una paga.

— Escúchame bien. No quiero que le sigas haciendo favores a niños — lo apunté con el dedo — y no quiero que vuelvas a hipnotizar a Roger con tu... Extraño poder demoníaco.

— ¿Acaso no te gustó lo que hizo?

— ¡Ese no es el punto! Hablo enserio, Niko. No lo hagas...

— Bieeeen... Pero no vengas conmigo si el tipo es un completo inútil en la cama. — me sonrojé.

— Pues... Será mi problema — su teléfono sonó.

— Tengo trabajo. Nos vemos en la tarde. Se esfumó dejándome sola en el departamento.

Realmente me había molestado bastante por eso. Estuve toda la tarde sentada frente al televisor sin ver el programa realmente.

Durante el fin de semana, los cuatro fuimos a dar un paseo al parque. Roger y yo nos sentamos en una banca mientras Niko y Alex jugaban por ahí.

— Quién iba a decir que el mejor amigo de mi hijo de 5 años sería un chico de 18 años...

— Digo lo mismo... A veces creo que ese chico jamás crecerá... — tenía que fingir que en realidad Niko era mi hermano menor con problemas mentales. — pero es bueno ver que se llevan tan bien... Supongo. — desvié la mirada.

— ¡Papá! — Se acercó a Roger.

— ¡Karyyy! — Corrió hacia mí.

— ¿Qué pasa campeón? — Alex le entregó una roca con una forma muy interesante.

— ¿Qué quieres...? — pregunté con el ceño fruncido. Me entregó una de esas flores que crecen por todas parte y sonrió. — ¿Gracias? — me acerqué un poco — estás llevando esto del enfermo mental muy lejos.

— Para nada... — rió.

Luego de eso, ambos volvieron jugar en los columpios y resbalines hasta que llegó la hora de irnos.

— ¿Por qué no van al departamento y comemos algo? Roger ya nos hizo de comer algo en su casa, tú podrías hacer lo mismo ¿no?

— ¿Podemos ir? — preguntó Alex tomando la mano de Roger.

— No tengo ningún problema — Miré a Roger.

De la nada, el cielo se nubló por completo, y un trueno anunció la pronta llegada de la lluvia.

Tuvimos que correr hasta el auto de Roger cuando el agua nos alcanzó. A pesar de no haber tardado nada, nos mojamos mucho. Y cuando llegamos al departamento, tuvimos que quitarnos la ropa mojada para pomerla a secar frente a la estufa.

— Bienvenido invierno... — dijo Roger.

— Así parece. — le dije.

No estaba muy acostumbrada a recibir gente en mi departamento, por lo que sentí mucha vergüenza cuando Roger descubrió mis reservas de Vodka mientras buscaba el café. También cuando Niko abrió el refrigerador dejando a la vista la casi dotación de por vida de helado de menta.

— Bueno... Todos tenemos una cosa que nos encanta más que las demás. A mi encanta el vino. — dijo Roger. No pude evitar reírme.

El tiempo pasó tan rápido, que no nos dimos cuenta cuando el reloj marcó las 21 horas. Era tarde; pero la lluvia no daba tregua. Hasta parecía peligroso conducir con semejante temporal que se había armado.

— No tengo problemas en que se queden. Podría pasar algo en el camino...

— Gracias por eso — dijo Roger besándome la frente.

Esa noche, Niko y Alex durmieron juntos; y Roger y yo dormimos en mi habitación. Admito que esta vez no estuvo tan increíble como la primera vez; pero no iba quejarme. Eso solo le daría la razón a Niko; y obviamente no iba dejar que eso pasara.

Mi endemoniada vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora