Capítulo 43: Hormonas

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Creo que lo peor de estar embarazada, son los cambios de humor repentinos debido a las hormonas.

De vez en cuando siento lástima por Roger debido a mis cambios de humor. Él podía estar en lo mejor del mundo hablando conmigo hasta que simplemente me enfadaba por algo estúpido que él había dicho.

Hay días en los que estoy bien, otros en los que me la paso furiosa, lloro mucho. Y justo ese día, eso último se hizo presente para hacerme la vida miserable a mí y todos a mi alrededor.

— Oye Kary — dijo Anthony — ¿tienes...? — se quedó viéndome un momento y luego regresó por donde vino.

Al único que no le afecta nada de esto es a Alex. Él realmente me intenta animar cada vez que paso por eso.

— Oye Kary — dijo Niko, dejándose caer junto a mí — ¿Quieres helado? — creo que estuve unos 10 minutos intentando dejar de sollozar para mandarlo a la mierda. — Anímate, ya se te pasará.

— Déjame en paz... — sollocé.

— Suficiente, deje a la señorita Kary en paz — se acercó a mí y me entregó una taza de té de hierbas.

— Gracias... — dije entre sollozos.

— ¿Porqué Anthony no ayuda a mejorar el humor a la señorita Kary? — preguntó sentándose junto a nosotros e hizo aparecer una taza de té para él.

— Porque a ese gato arisco no le gusta tener que lidiar con el sentimentalismo de su propio dueño... — respondió Niko — ¡Deberíamos deshacernos de él! — gritó hacia la habitación.

Tan pronto como Niko cerró la boca, Anthony se apareció frente a él con una expresión de seriedad que podía intimidar a cualquiera.

— Me llamas inútil; pero lo único que sabes hacer es sentarte a comer helado. Se supone que eres el familiar de Kary.

— Y se supone que eres su mascota. Las mascotas hacen sentir bien a sus dueños y...

Ambos demonios guardaron silencio al ver que Alex se acercaba a nosotros con un objeto en las manos. Un animalito de felpa.

— Toma — me dijo ofreciéndomelo.

El acto me causó tanta ternura, que en lugar de abrazar ese osito de felpa, lo abracé a él y me puse a llorar mientras Alex me daba pequeñas palmaditas en la cabeza.

— Eres tan lindo... No como este par de idiotas que no hacen más que solo discutir.

— ¡Estoy en casa! — se anunció Roger.

— ¡Genial! — exclamaron Anthony y Niko — ¡que Roger te conscienta! ¡Oye Alex! ¡¿Que tal si vamos al parque?!

— ¿Pasó algo? — Roger me mira — ¿Todo bien?

— Hormonas — dijo Niko.

— Toda tuya, campeón — dijo Anthony, dándole unas palmadas en la espalda.

— Nos vemos en un par de horas.

— Roger — se detuvo Anthony — Dependemos de ti. — y se fueron.

Me sentía bastante incómoda por lo ocurrido.

— ¿Entonces...? — mis ojos se llenaron de lágrimas y solo lo abracé — Tranquila, Kary. Ya va a pasar.

— Odio estar así... —dije entre sollozos mientras Roger acariciaba mi cabello — Eres tan paciente conmigo.

—Les prepararé un poco de té —dijo Mox antes de dirigirse a la cocina.

Acabé por irme a la habitación para recostarme con la esperanza de que mis hormonas se normalizaran y dejaran de hacerme tan sensible de una buena vez.

—Señorita Kary. —Dijo Mox, asomándose con una bandeja en la que había una taza de té y un pequeño plato. —El señor Roger dijo que le gustaban estan cosas. Así que me tomé la libertad de preparárselos.

—Eres tan lindo, Mox —Sentí ganas de llorar —Solo espero que estos 4 meses que faltan pasen rápido... —Me abracé a el y volví a llorar —Ya no quiero estar así de hormonal...

—Ya, ya —me dio palmaditas en la cabeza —Ya verá que el tiempo pasa volando. Además, con Niko y Anthony los días son bastante cortos...

Y ahí estaba yo, hablando con Mox sobre mis problemas hormonales como si él fuera mi mejor amiga o algo.

—Créame que la entiendo perfectamente —Lo miré en silencio.

—¿Estamos en la misma conversación?

—Los demonios también solemos ser hormonales la mayoría de las veces, aunque no de la misma forma que usted y...

—Está bien, ya entendí, no es necesario una explicación.

La puerta de la casa se abrió de golpe y Alex entró corriendo y riendo hasta llegar a su habitación. Mox y yo nos levantamos algo extrañados por ese comportamiento.

—¡Maldito idiota! —escuchamos la voz de Anthony —¡¿Dónde te metiste, perro?! —Se escuchaba muy molesto —¡Alex, no lo escondas!

—¿Que sucede? —Preguntó Mox.

—El muy imbécil de Niko le dijo a todos en el parque que éramos los tutores de Alex —Estaba realmente molesto.

—Pero todos saben que Roger es el padre de Alex.

—¡Sí! ¡Pero la chica esa no lo sabía! ¡Ahora piensa que tengo alguna clase de relación con ese perro asqueroso y...!

—¿Estás molesto porque no pudiste ligar con una chica? —Le pregunté.

—¡Está molesto porque la chica se rió en su cara! —Gritó Niko desde la habitación de Alex.

—¡Ahora sí...!

Anthony y Niko se pasaron toda la tarde discutiendo y peleando por lo ocurrido como si fueran un par de niños.

A pesar de deprimida que estaba, ver aquella pelea entre esos dos me hizo mucha gracia hasta el punto de hacerme reír. Pero apenas rompieron un jarrón en la sala, los saqué al jardín de inmediato.

—¡Karyyy!

—Cierren la boca y resuelvan su problema en donde no rompan nada o dormirán con Mox esta noche.

—Compañía, suena divertido —Dijo Mox, dirigiéndose a la cocina. Volví a mirarlos.

—Está bien —Dijeron ambos —Lo sentimos. No nos hagas dormir con Mox.

—Ese no era el punto... Olvídenlo. Más les vale que se comporten. Ya suficiente tengo con los cambios hormonales como para que ustedes influyan más en eso.

El resto de la tarde estuvo tranquilo. Nadie peleó, ni discutió. Todo estuvo en completa paz.

—Me sorprende que se hayan comportado —Dijo Roger mientras permanecíamos acostados.

—A mí también. Quizás deba amenazarlos con ir a dormir con Mox más seguido...

Mi endemoniada vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora