Capítulo 38: Sobre protección

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Pasaron unas dos horas hasta que Roger y yo decidimos levantarnos del sofá para dejar de mirar hacia la nada.

— Así que... Esta vez sí es de verdad ¿no? — preguntó Niko.

— ¿"De verdad"? — reiteró Roger.

— Nada importante — me reí algo nerviosa. — yo... Creo que iré a darme un baño. Podríamos pedir algo para la cena.

— Me parece bien — contestó Roger.

— Te acompaño — dijo Niko siguiéndome.

— ¿Disculpa? — me volteé.

— Según esta revista — me mostró una revista de maternidad — dice que las mujeres embarazadas no deberían hacer las cosas solas, ya que cualquier accidente podría terminar en tragedia para cualquiera de los "dos".

— Solo tengo dos semanas... No exageres.

— Pero quizás necesites...

— ¡Dije que no! — cerré la puerta del baño dejándolo afuera.

Me di una larga ducha mientras pensa en el radical cambio que debía hacer con mi vida de ahora en adelante.

Cuna, ropa, juguetes, más gastos, cuidados extremos con el pasar de los meses, el trabajo, los demonios...

— No pienses antes de tiempo... Solo deja que todo fluya y... — saqué la mano buscando mi toalla

— Ten...

— Gracias — me sequé cara y parte del cuerpo antes de darme cuenta de lo que había pasado.

— ¿Necesitas ayuda para salir?

— ¡Que te largues! — escuché la puerta abrirse de golpe.

— Ya déjala en paz... — escuché a Anthony.

— Y ahora ¿Qué les pasa? — escuché a Evee.

— Kary lleva mucho tiempo ahí dentro. — dijo Niko — Podría enfermar o algo...

— ¿Qué está pasando aquí? — entró Roger — Kary ¿Estás bien?

Guardé silencio unos momentos para calmarme. Sentí que una furia se apoderaba de mí de repente. En fin, no lo logré.

— ¡Lárguense de aquí y déjenme sola! — los cuatro salieron.

No lograba entender qué tan difícil era que entendieran que me dejaran en paz. Incluso Roger estaba siendo muy exagerado con todo. Era como una histeria colectiva o algo así.

Días después...

— Quédate aquí con Alex y nosotros llevaremos todo. No te preocupes.

— Pero...

— Con ellos acabaremos en muy poco tiempo. Solo diviértanse aquí hasta que regresemos...

Días después de la noticia, decidimos decírselo a Alex. En verdad me preocupaba mucho la reacción que el pequeño pudiera tener. Eso me dio ansiedad hasta que llegó el momento.

Para mi sorpresa y tranquilidad, Alex se lo tomó bastante bien. De hecho, estaba muy feliz de tener un hermanito. Eso me conmovió y me hizo llorar unos cuantos minutos. Mis hormonas estaban hechas un desastre.

Y ahí estábamos ahora, sentados en el sofá, sin televisión porque los chicos se la habían llevado, sin nada que arreglar porque se lo habían llevado todo. Básicamente nos dejaron sin nada que hacer realmente y aún así nos dijeron que nos divirtiéranos.

— ¿Kary? — me habló el pequeño.

— ¿Qué pasa? — lo miré desde el sofá. Alex estaba sentado en el suelo jugando con unos autitos que Niko tenía en su habitación. Ni idea de por qué tenía algo como eso.

— ¿Mi papá segurá queriéndome cuando mi hermanito nazca? 

Esa pregunta me provocó tanta ternura como pena. Que un niño hiciera esa pregunta era algo sumamente conmovedor; y mis hormonas no me lo hacían nada fácil para responderle como una persona normal.

— Claro que sí, Alex... Roger nunca... — Alex me miró algo confundido por mi reacción — Él siempre te va a querer... — terminé rompiendo en llanto mientras Alex se paraba junto al sofa a la altura de mi cabeza para darle suaves palmaditas. Me recordó a esa vez en la que compartí sentimientos con Niko.

— No llores, Kary. — dijo mientras abrazaba mi cabeza.

— Eres un buen niño, Alex... — De verdad esperaba que nadie regresara hasta que hubiera recobrado la compostura. Me sentía demasiado patética al ser consolada por un niño de seis años. De seguro me estaba sintiendo como Niko. — ¿Estás aburrido? — movió la cabeza de un lado hacia otro — Nos dejaron sin nada para entretenernos...

— Niko habló de una cabra llamada Mox ¿Quién es? — Miré a Alex parpadeando varias veces antes de procesar bien lo que el niño había dicho.

— ¿Niko te habló sobre Mox? — Alex asintió — Entiendo. Dame un momento — tomé mi teléfono.

"Kary: Estás muerto..."

"Niko: :c"

— Bueno... Supongo que no hay mucho que decir si Niko te habló de él...

— ¿Es verdad que aparece cuando golpeas el suelo?

— Pues...Sí; pero solo debo llamarlo en caso de emergencias. O mejor dicho, en casos de vida o muerte. Mox es agradable; pero no es alguien con quien quisiera pasar mucho tiempo en realidad...

Definitivamente Mox estaba descartado para pasar el tiempo.

— ¿Qué tal si preparamos la cena? Así cuando Roger y los demás regresen podrán comer — Alex asintió.

Caminé hasta la despensa y vi que tenía las puertas trabadas. De hecho, todas estaban cerradas de alguna manera.

— Pero ¿qué...? — Prácticamente no tenía acceso a nada de mi cocina — ¿Y esto? — vi una pequeña nota pegada en el refrigerador. Era tan pequeña, que por eso no la había visto antes.

"Querida Kary:

El lugar en donde ocurren más accidentes es en la cocina. Así que me tomé la libertad de cerrar todo por tu seguridad. No te preocupes por la cena, le diremos a Roger que compre algo cuando volvamos. Algo saludable para ti, Claro XD"

— Maldito idiota sobre protector desquiciado... — arrugué la nota para tirarla a la basura; pero me di cuenta de que ni a eso podía tener acceso — Bueno... supongo que moriremos de hambre si no vuelven pronto y... — vi a Alex moverse de un lado a otro fuera del baño — ¿Qué tienes?

— Quiero ir al baño; pero no puedo abrir la puerta...

— No me... — intenté abrir la puerta a la fuerza — ¡Maldito Niko!

Mi última acción como moradora de ese edificio, fue pedirle prestado el baño a mi vecino con el cual nunca hablaba. Podría decirse que "me conoció" pidiéndole el baño para que Alex no se hiciera encima. Fue muy vergonzoso la verdad.

— Yo lo mato... — murmuré esperando a que Alex acabara para luego entrar yo. 



 

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Mi endemoniada vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora