Dos días después del incidente del perro demonio, Niko pareció estarse portando bien. Estaba un poco más tranquilo y dejaba de joder por helado todo el tiempo. De hecho, habían partes del día en los que se quedaba en "su habitación".
— ¿Qué tanto hace ahí adentro?
Esos momentos eran los más tranquilos del día; pero aún así no podía conseguir estar tranquila pensando en lo que podría haber dentro de esa habitación. ¿Una mazmorra? ¿Un cadáver? ¿Una fortaleza hecha con los potes vacíos de helado de menta?
— ¿Niko? — no pude más con la curiosidad y llamé a la puerta — Niko ¿Qué tanto haces ahí dentro? — la puerta se entre abrió. Me asomé un poco.
No podía creer lo que estaba viendo. Literalmente la habitación estaba completamente en llamas. Y en donde debería de haber suelo, había una especie de vórtice sin fin que parecía succionar todo lo que caía dentro. Niko se asomó desde adentro, me miró, y cerró la puerta lentamente dejándome afuera.
Me tomó un instante procesar todo lo que había visto ahí dentro. Caminé hasta la cocina en completo silencio, me apoyé en la encimera, y respiré profundamente.
— ¡¡Niko ¿Qué carajo está pasando ahí adentro?!! — acabé gritando como una histérica.
— Uh.... ¿Nada? — dijo luego de aparecer frente a mí.
— Nada... — repetí — ¡¿Cómo puedes decir que no pasa nada después de lo que vi ahí adentro?!
— ¡Es mi habitación! ¡Dijiste que podía quedarme ahí!
— ¡Sí, quedarte! ¡No convertirla en...en...! ¡Una puerta a otra dimensión!
— Es el inframundo, cariño.
— ¿Ahora me dirás que hay una entrada al inframundo en mi departamento?
— Pues... Si no quieres no te lo digo... — sonrió.
— Está bien... Tienes dos segundos para deshacerte de eso y hacer que ese cuarto sea común y corriente otra vez.
— Pero...
— Si no hay cuarto limpio, no habrá helado.
— No puedes amenazarme con eso, cariño. Ya viste lo que pasó el otro día.
— Correré el riesgo. Además, si me matas ¿Quién te comprará tu maravillosa droga congelada? — frunció el ceño haciendo puchero.
— Bieeeeen.... — rodó los ojos y luego chasqueó los dedos. — listo ¿feliz?
— ¿Cómo sé que no es un truco?
— Ve a verlo. — lo miré por un momento. — anda... — me sostuvo de la muñeca y me arrastró por el pasillo hacia su habitación.
— No, espera, no voy a... — abrió la puerta y me empujó hacia adentro. No pude evitar gritar de miedo.
En verdad pensé que caía en el abismo; pero todo terminó cuando sentí que había caído sobre algo blando. Una cama.
— ¿Lo ves? — dijo Niko mientras permanecía parado con los brazos cruzados en el umbral de la puerta — cuarto normal ¿Feliz?
No pude evitar levantarme con cuidado y mirar hacia todos lados como si esperara que algo apareciera de la nada.
— Está... Sí, esta... Bien así... — Niko se apartó de mi camino y yo salí de la habitación para irme a la mía en completo silencio.
— ¿Estás bien?
— No... — dije antes de cerrar la puerta.
Ese día pasé todo el resto de la tarde en mi habitación junto a una botella de Vodka que había comprado el día anterior.
—¡¿Karyyy?! ¡¿Quieres helado con tu Vodka?!
— ¡No, no quiero helado!
— Tú te lo pierdes... Por cierto, ya se acabó.
Respiré hondo y comencé a darme golpes en la cara con mi almohada, preguntándome cuando iba a acabar toda esta maldita pesadilla.
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Mi endemoniada vida
HumorLa vida de Kary no podría ser peor. Luego de un hecho totalmente increíble y prácticamente ridículo, acaba viviendo con a un demonio llamado Niko, que tiene una obsesión por el helado de menta y las películas. Kary intentará no enloquecer viviendo c...