Cap 19

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" Lluvia de cenizas "

El viento se agitó con agresividad, todo a su alrededor era un desierto quemado, las botas de Sesshomaru se sumergieron en pequeños charcos de lodo a medida que caminaba, casas quemadas,destruidas y saqueadas le daban la bienvenidad, uno que otro cuerpo ya sea descuartizado o quemado se acumulaban a su alrededor, sus pies llegaron al inicio de una escalera, sobre este se alzaba un arco de madera con decoraciones simbolicas a cada lado del nombre
" Templo Higurashi ", el humo aún era visible desde su lugar, entrecerro sus ojos concentrandose a su alrededor, un grito,tan bajo, tan inaudible que hubiese jurado que era el viento aullando de dolor entre las grietas de las maderas, alguien un estaba en el templo.
Con toda la seguridad característica de él continuó subiendo, las primeras siluetas de bandidos se hicieron aparecer, el suave silbido de su espada desenvainada fue opacada por los vientos que crecían a medida que subia cada escalón.

Él templo Higurashi era reconocido en toda la región por su devoción a mantener el orden entre demonios y humanos, pero se hizo aún mas famoso cuándo la matriarca Midoriko le hizo frente al ancestro de su padre logrando cómo victoria que la sacerdotisa encerrara en una perla al dichoso Inu para su eternidad.

No era de extrañar el rencor de su linaje ancestral por esta familia.
No era de extrañar que tomarán represalias.

El templo crugio y finalmente se desmoronó frente a él, alrededor suyo los soldados de su abuelo vestido de bandidos estaban regados sobre su propia sangre, continuó su caminó hasta el llanto que aumentaba con cada segundo, la pequeña figura de una sacerdotisa de ropas sucias y quemadas se aferraba con desesperación a un cuerpo femenino, Sesshomaru envaino su espada asustando a la pequeña humana que se posicionó con los brazos estirados frente a su difunta madre, aquellos ojos tan llenos de vida y amor por todo confirmo su sospecha.

-. Aome.

-. ¡ N...No te acerques !

Solo le dedicó una mirada ambigua antes de acercarse y arrodillarse junto al cuerpo iniciando una plegaria, la pequeña Aome se sintió aturdida antes de desmayarse siendo atrapado por los cálidos y fuertes brazos del demonio.

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Sesshomaru miró a la reina carmesí Akatsuki, esta estaba sentada en el borde del balcón, su cabello como llamas vivientes ondaban libremente siguiendo el aire, el tenue brillo de las luces reflejaban su figura pero los brillantes ojos azules lo devoraban lentamente.

-. Estaré en deuda contigo .- mascullo un tanto incomodo por deber algo.

-. Sólo preocupate de engendrar a mi esposo.

Los dorados ojos brillaron junto al ceño fruncido, Akatsuki habia desaparecido dejandolo nuevamente solo con el cadáver de Aome a espaldas de él, como un perro se acercó a su amo besando sus pies y subiendo lentamente hasta sus labios, todo su recorrido dejaba las huellas de un caminó humedo tanto por los besos como por las lagrimas, una ultima vez probó los carnosos de su mujer antes de emprender vuelo.

El fuego crepitaba frente a ellos, su estola envolvía el pequeño cuerpo de Aome que dormía tranquilamente en la comodidad del pelaje mientras que el demonio se mantenia en sus pensamientos perdidos. Había enterrado a los padres de Aome aún asi no halló rastros de sus hermanos provocandole un pequeño malestar, ¿ Dónde estaban Kikyo y Naraku ? El sutil sollozo de la azabache atrajo su atención, tan pequeña y frágil con lágrimas como perlas que bajaban de su rostro, extendio la mano limpiando cada rastros de estas, la tentación era grande, demasiado como para negarse, acerco su mano a sus labios y lamio las lagrimas entre sus dedos, apenas y pudo contener un gruñido de placer podía sentir que sus pupilas se contraían casi tornandose rojos, cerro sus ojos obligándose a si mismo a permamecer tranquilo y controlado.

Corona caídaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora