Capitulo 14: Recuerdos

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DAVIS

*FLASBACK*

-No puedo comer, no puedo dormir, no puedo pensar con claridad.-Mis palabras duelen como cuchillos en mi garganta, ella está llorando ,mientras que yo estoy tirando de la manga de su suéter. Sus ojos azules están clavados en mí, aunque yo no soy capaz de hacer lo mismo.

-No puedo más, me duele el pecho. Podemos superarlo, podemos hacer más pruebas, los resultados a veces se equivocan. -La cabeza, siento que el suelo da vueltas, que las paredes están menguando conmigo dentro.

Una sensación de asfixia recorre cada parte de mi cuerpo. Me cuesta respirar, esto no puede estar pasando, no.

-Davis, ya no hay nada, se ha ido.- Emma sigue mirándome, pero ahora ya no había unos ojos del color del océano , ahora solo estaban mirando a un punto fijo, rodeados de ojeras, sin ningún sentimiento en ellos.

Se me hacía difícil escucharla, todo estaba vacío, hueco.

-No, haremos más pruebas, sigue aquí. El bebé todavía está aquí- Ahora es ella quien agacha la cabeza. No consigo enlazar bien las palabras. Sigo confundido.- Podemos tener al bebé, las pruebas están mal, podemos hacerlo, por favor no te rindas.

Consigue que le suelte de la manga y con pasos firmes se dirige a la puerta, agarrando una maleta situada en la entrada.

-No voy a tenerlo, no vamos a ser padres. Esto se ha acabado, su corazón.... ya ha dejado de latir, lo escuchaste en la ecografía, no había nada.

-Pues lo volveremos a intentar, no podemos dejar esto aquí, lo eres todo para mí.

-No nos hacemos ningún bien, nos destruimos mutuamente. Nos odiamos. Hace tiempo que nos odiamos...- Consigue abrirme paso, y con paso descoordinado sale del apartamento.

Abre la puerta y veo como baja las escaleras una a una. tambaleándose de un lado para otro.

-Esta bien, sácame de tu vida, vete Emma, pero cuando te des cuenta de que yo era la solución y no el problema no vuelvas, porque créeme , no voy a poder volver a unir tantos trozos rotos que tu acabas de destruir. podíamos haber sido una familia - La ira se apodera de mí, y las lágrimas brotan por mis mejillas.-Lo has estropeado todo.

-¿Me has escuchado? Que te jodan Emma, me has arruinado la vida, vete, vete , vete, vete ....

MÍA

Mi maquillaje estaba corrido, ya que no era capaz de dejar de llorar, me sentía humillada y engañada por la persona a la que más quería.

-Para de llorar, por favor, te quiero.-Lo había dicho, aquellas dos palabras, aquellas ocho letras.

-Estaba embarazada, de cinco meses , en la visita donde se supone que tendría que ser el día más feliz de mi puta vida, me dijeron que no encontraban el latido de mi hijo. Muerte fetal decían. Había desaparecido, esas pequeñas rayitas, ya no salían en el maldito aparato. Nadie sabe esto, solo Emma y yo, queríamos dar una sorpresa a todos al saber el sexo. Ella estaba empeñada en hacer una de las típicas gilipolleces de globos con serpentinas de colores, o un pastel con un glaseado especial.

-Ese día, al terminar la visita la llevaron a una sala, ni siquiera me dejó pasar, no quería que la acompañara. Me quedé en la sala de espera, con mi corazón partido en dos, no era capaz de sentir nada, solo ganas de vomitar. No sé cuanto tiempo estuvo allí dentro, cuando salió... Supongo que no solo desapareció él, ella se fue con nuestro hijo. Ese día, al llegar a casa, cogió sus cosas y se marchó.-

Entonces caí. El tatuaje, aquel pequeño corazón en su espalda que me quedé repasando el primer día que me quedé en su apartamento.

Me acerqué a él lentamente, sus ojos estaban abiertos de la ira, podía ver como estaban a punto de soltar algunas lágrimas, su boca torcida, sus puños apretados y su espalda tensa.

-Tu tatuaje. Era por tu bebé, ¿verdad?-Mis dedos se dirigieron a su espalda, y mis manos poco después le quitaron la camiseta con delicadeza.

-En la semana diez, su corazón latía, era un sonido perfecto pequeña Mía, tendrías que haber visto la imagen de la ecografía, las líneas... se movían rápidamente, tenía un corazón fuerte, un latido grandioso.- Muestra una pequeña sonrisa, por unos instantes, deja ver una cara de felicidad, que se distorsiona rato después.

-Es su corazón, su pequeño corazón.-

Estábamos a pocos centímetros, hasta podía sentir su respiración agitada. Sin pensarlo dos veces mis manos cogieron su cara, atrayéndola hacía mí, entonces lo besé.

Aquel no era un beso cualquiera, estaba lleno de sueños sin cumplir, de lágrimas, de tristeza de rabia acumulada durante años...

Mi piel se erizaba por momentos, no pensaba en nada más, en nada a mi alrededor. Solo él y yo, como siempre, afrontando la oscuridad con la luz que proyectábamos juntos.

Una luz que, aquel día, sentí que crecía, efímero, pero a su vez fuerte.

Así me hacia sentir aquel chico rubio, me hacía sentir joven, me hacia sentir viva, en casa.

Ahora me necesitaba, y yo estaría para él, cada maldito día hasta que mi corazón dejara de latir.

Mis caderas estaban cada vez más cerca de su abdomen. Mi delgado cuerpo, cada vez más pegado a su clara piel. No nos separamos ni un milímetro, era como una droga para mí, necesitaba cada parte de él, sus besos, sus abrazos y sus suaves caricias.

En ese momento lo sentí.

-Te quiero Davis Miller.-

Alma MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora