Capitulo 32: personas antiguas, antiguos recuerdos

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DAVIS

-Siempre he querido hacerlo en un avión.- Me pegué a la oreja de Mía mientras apartada su pelo de la cara suavemente con un tono muy bajo, para que solo ella pudiera escuchar mis fantasías.

-Estás loco.

-Por ti pequeña.- La di un beso y la cubrí las piernas con una pequeña manta que daban al entrar al avión. Cosa que no tenía sentido porque estábamos a finales de abril y hacía un calor de la leche. Aunque no me quejaba, porque era perfecto. Mía llevaba un vestido blanco que se ajustaba perfectamente a su figura y yo no podía parar de mirarla. No aguantaba más, necesitaba tocarla.

No había nadie sentado a nuestro lado, y estábamos en el último pasillo, delante de nosotros solo había una anciana de ochenta años que llevaba dos copas de bourbon y que había caído rendida después, ni una bomba nuclear podría despertarla. Así que aproveché.

Coloqué mi mano en su muslo, encima de la manta y cuando estaba distraída, la levanté un poco, lo justo para entrar la mano y que no se viera nada.

Empecé a acariciar su pierna, ella ya sabía lo que pensaba y un color rojo inundó sus mejillas.

-Davis que hac....- No le dio tiempo a terminar la frase. Me deslicé por su ropa interior y empecé a acariciarla exactamente donde sabía que la daría el máximo placer. La conocía por completo y podía hacer que en menos de tres minutos se corriese para mi, era como un súper poder.

-Shuuu.- me pegué a su oreja de nuevo mientras que seguía acariciandola por completo.- ¿te gusta?.- Entonces meti un dedo dentro de ella, poco a poco, sin prisa.

Ella solo asintió y cerró los ojos, haciendo que se me pusiera dura simplemente de imaginar que nos podían pillar.

Empecé con movimientos circulares lentos, y un tiempo después metí otro dedo más y cambié los movimientos, ahora mucho más rápidos y secos, para hacer que acabara en mi mano.

Apoyó su cabeza en mi hombro y gimió mi nombre en bajo, ahí supe que había terminado.

Este viaje me estaba gustando.

MIA

Después de más de doce horas de vuelo, llegamos al aeropuerto de Viena.

El vuelo no se nos hizo tan largo como pensábamos, sobre todo para Davis, que estuvo casi todo el viaje con la mano metida entre mi ropa interior, aunque no me quejaba.

Sabía que estaba mal, pero este chico de ojos azules me volvía loca y hacía que hiciera cosas inimaginables por puro deseo.

Al parecer el padre de Davis también era abogado y tras el divorcio decidió vivir una temporada aquí, para poder pensar y distraerse  de todo lo que estaba ocurriendo en Seattle, así que compró una cabaña en el monte de Viena para pasar allí una temporada.
Davis me había enseñado algunas fotos, pero nada comparado con la realidad.

Me quede sin palabras cuando aparcamos los coches de alquiler.
Eso no era una cabaña, era un hotel de por lo menos cinco estrellas.

Todo estaba rodeado de árboles y se podían escuchar a los pájaros revoloteando por encima de nuestras cabezas.

Sería un lugar perfecto para vivir, quedarse allí para siempre y no volver a saber nada más de nadie. No se escuchaba ningún coche a lo lejos, se respiraba paz y tranquilidad.
Era increíble.

-Bienvenidos a Viena chavales, espero que estos diez días sean una pasada. - dijo Davis mientras buscaba las llaves de la casa en su equipaje de mano.
-Bueno, como es la casa de mi padre , yo decido: Mía y yo nos quedamos la habitación más grande, si, la que tiene Jacuzzi, y bueno los demás podéis dormir donde queráis me la suda, nosotros nos quedamos la mejor.-Davis empezó a reírse y me cogió de la mano para entrar los primeros. Me quede maravillada con su interior, era magnífico.

-Nosotros nos pedimos la segunda más grande, tenemos una hija, eso da puntos.- dijo Trevor mientras que se quedaba embobado viendo algunos cuadros que colgaban de la pared de la entrada.

-Trevor, os quedáis la segunda más grande, me habéis convencido.- Dijo Davis

-Que os jodan chicos, venga Hasley vamos a buscar una habitación antes de que nos manden a dormir al salón.-

-Una lastima Josh, me has descubierto, quería mandaros al sofá.- Davis estaba subiendo las escaleras con mis maletas mientras que yo seguía observándolo todo de arriba a abajo.

-Vamos Mía, hay que probar el Jacuzzi de NUESTRA habitación.-

-Tranquilo fiera, pareces un perro en celo.- Kate dejó a Olivia en los brazos de su padre para así poder ella subir el equipaje de ambos.

Alexia no había abierto la boca en todo el viaje, y mucho menos Claudia. Tendría que haber dejado que Davis le prohibiera venir, al fin y al cabo él ha pagado cada billete y cada actividad de estos  días y podría haberlo hecho perfectamente y hacernos un favor a todos, sobre todo a Alexia.

Davis y yo pasamos las primeras horas del día tirados en la cama, estábamos agotados del viaje, y con un jetlag de tres pares de narices.
Me gustaba esto, estar con él en un lugar recóndito, lleno de bosque, de aire fresco...

-Tengo una sorpresa para ti.-

-¿Mas? Ya me has traído a Viena Davis Miller, es todo lo que podría desear. -

-Quieor hacer algo contigo, esta noche, solos tú y yo. Visitaremos la ciudad y luego te daré la sorpresa.- rozó su nariz con la mía y cerró sus ojos.

-Te amo.- Era la primera vez que le decía esas palabras, siempre un te quiero pero nunca era capaz de eso, de decir esas dos palabras y fue como si algo en mi empezara a brillar.

-Te amaré desde Viena hasta las estrellas, te amaré cuando ni tu misma lo hagas, y te amaré cuando más me necesites. Eres el amor de mi vida Mía, y estoy agradecido a Dios por ponerte en mi vida.- Me quedé abrazada a él un rato más, él era mi hogar y no era capaz de imaginarme una vida sin él. Al menos no en ese momento.

-Va a ser increíble, ya verás pequeña. -

-Estoy segura de ello cariño.-

Alma MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora