Alma Mía

Capitulo 28: Confía

MÍA

Volver a respirar, ¿suena irónico no? Durante meses una sensación de ahogo constante se adueñaba de mi minúsculo cuerpo. Como si algo me agarrara el cuello y el pecho constantemente impidiéndome respirar, con un agotamiento constante. Ahora volvía a hacerlo. Respirar. Volvía a sentir el aire entrando en mis pulmones, siendo expulsado lentamente y ya nada me agarraba el cuello para impedirlo.

Habían pasado unas semanas desde que Davis había vuelto a mi vida, aún me sentía como un pez fuera del agua cuando estábamos juntos. Tenía que volver a confiar ciegamente en él, a recuperar todo lo que un día me quitó sin previo aviso, pero no tenía miedo. Me sentía viva, sentía que todo estaba circulando por el camino correcto.

Durante estas semanas, Davis y yo habíamos estado quedando. "Teniendo citas", algo que no habíamos hecho nunca antes de empezar a salir. Aunque técnicamente nunca llegamos a ser algo oficial, solo nos queríamos, pero no había ninguna etiqueta de por medio. Además, se había alquilado un piso en las afueras de Seattle. Decidimos no volver a vivir juntos, no en aquel apartamento al menos, ya que era de Emma y de él, y no de nosotros. Queríamos ir despacio, hacer todo lo que no habíamos hecho al comienzo de conocernos.

Davis decía que estábamos en el nivel 1.
-Sería una estupidez joder, eres el amor de mi vida, así que eso hace que subamos de categoría y no empezar desde 0. Estamos en el 1 pequeña Mía.- Me dijo la mañana siguiente al despertarnos entre las altas hiervas de aquel lugar recóndito al que me llevó no hace mucho tiempo atrás cerca de aquel lago.

-Una hora, y no volveré a verte.-Dije con total seguridad mientras se me formaba un gran nudo en la garganta que bajaría posteriormente al estómago, sin saber que esa hora se convertiría en "un para siempre",. Su amor me había hecho perder la razón, haciéndome estar loca por él. Sentir su respiración, sentir su presencia, sus caricias quemando cada centímetro de mi piel con tan solo el fino roce de ellas. Me hacía sentir una llama en auge que me recorría de pies a cabeza de una manera apoteósica. Eso éramos Davis y yo; Una llama ardiente que nunca podría ser apagada de la fuerza que poseía.

-¿En qué piensas?.- Kate me sacó del trance en el que permanecía. Habíamos quedado a desayunar en una cafetería no muy alejada del campus y así intentar despejarme de todo a lo que mi mente le daba vueltas sin parar.

-Nada, solo ... Ya sabes, Davis, como siempre.- Y era verdad, en cada momento, fuera temprano al salir el sol o a la media noche, mi cabeza siempre estaba pensando en esos ojos azules que me volvían loca haciendo que llegara a desearlos cada día con más intensidad que el anterior.

-Cariño, necesitas echar un polvo ya.- Ni siquiera pestañeó cuando lo dijo en ese tono tan natural que tenía, mientras que yo eché a perder mi taza de café tras derramarla encima de la mesa.

-Kate por Dios, estamos en una cafetería.- Intenté ponerme lo menos roja posible ante esas palabras mientras que limpiaba el estropicio que acababa de crear.

-Mía, lleváis dos meses quedando día sí y día también, y todavía no habéis follado.-

-No hemos hablado sobre eso...-

-Mía, eso no se habla, eso surge. Y si solo quedáis en un lago alejado de la ciudad o en la biblioteca del campus a estudiar es imposible que lleguéis a estar a eso...

-¿Crees que debería invitarle a casa esta noche? A ver, Josh no está esta semana y mañana libro en el bufete. ¿Y si es todo muy rápido? No quiero estropearlo todo, no quiero volver a estar sin él.-
Temía acercarme demasiado y que saliera huyendo. No sabía en qué punto estábamos, tampoco sabía si sería lo correcto. Necesitaba tiempo, tiempo para conocerme a mi misma, para conocerle a él... Y sí, lo conocía a la perfección. Pero había siempre una barrera entre nosotros y no sabía si había llegado la hora de derribarla de un golpe limpio o tenía que ir ladrillo por ladrillo, desarmando poco a poco. A veces lo pensaba; ¿y si con el tiempo todo ha cambiado?, ¿y si ya no es como antes? Aquella intimidad y conexión que poseíamos juntos, ¿y si había desaparecido?, me daba miedo averiguarlo, y puede que por ese motivo aún no hubiera dado el paso.