Capitulo 36: No

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DAVIS

Llamé a la puerta de nuestra habitación, temia encontrarme a una Mía furiosa, fuera de si, gritando a la pelirosa pero no fue así. Después de una hora sin tener noticias de ninguna de las dos abrí la puerta, encontrándome una imagen que no me hubiera esperado nunca.

Mía estaba en la cama, dando la espalda a Claudia mientras estaba con las rodillas en su pecho, y ella estaba a su lado, acariciandola el pelo con delicadeza.

Yo me acerqué a ellas intentando hacer el mínimo ruido posible.

-Mía...- Me coloqué en su lado de la cama, y la acaricié la cara.

-Creo que es hora de que me marche.- Claudia se incorporó para levantarse de la cama, pero Mía se dio la vuelta y la agarró de la muñeca.

-Por favor no te vayas.- Ambos nos miramos. No me esperaba que Mía contestara eso.

-Davis... Creo que ya es hora de contarte esto.-

-No debes hacerlo si no quieres Mía.- Claudia me miraba con cara de preocupación ¿qué narices estaba ocurriendo?

-No, quiero hacerlo, lo necesito. - Ella me agarró la mano y se sentó en la cama, invitándome a hacer lo mismo.

Respiró hondo antes de hablar.-Veras, nunca hablo de mi familia porque, ahg, esto es muy difícil para mi, yo... lo siento no...-

-No necesito saberlo pequeña, no sigas si no quieres.- No podía verla así, otra vez no

No le importó y siguió hablando.-Cuando tenía tres años, mi padre murió de un infarto, mi madre estuvo años sin salir con nadie hasta que superó su pérdida. Yo era muy pequeña cuando murió así que no me importaba que saliera y conociera a otros hombres, pero ella siempre decía que ninguno era como papá. Cuando tenía trece años, ella conoció a un hombre.
Era un señor muy amable, me... me acuerdo que tenía un periquito y siempre me lo ponía en el hombro y hacía que cantara y... y también me llevaba a muchos restaurantes cuando mamá trabajaba hasta tarde en el hospital.

-Cariño...- No quería creerlo, no, no, no.

-Una noche, ella tenía un turno muy largo, no recuerdo cuantas horas eran  y yo tenía mucha hambre.
Se lo dije a Ted que esa noche se había quedado conmigo para hacerme compañía y me llevó a una pizzería bastante conocida de nuestro barrio y me pidió mi pizza favorita, me encantaba cuando mamá pasaba la noche trabajando porque él siempre me traía a aquel sitio y luego... luego fuimos a casa y Ted me dio un vaso de leche antes de meterme en la cama y darme un beso en la frente. Me acuerdo que estaba cansada, me pesaban los ojos y no tardé mucho en dormirme. No recuerdo cuantas horas llegue a estar dormida pero abrí los ojos muy rápido, y entonces lo vi, a mi lado tocándome y mis brazos me pesaban y mis piernas no funcionaban, estaban quietas y yo pataleé pero no sé porque no funcionaban, no me funcionaba nada Davis, y me asustaba lo que estaba haciendo porque me dolía, y no entendía que estaba pasando.
Los brazos estaban quietos, las piernas paralizadas y entonces grité pero no salía nada, no.... No funcionaba no gritaba y solo podía sentir como me tocaba y como se colocaba encima de mi... Quería huir pero no servía de nada, era como si mi cuerpo estuviera roto y no hiciera caso a mis órdenes.
y cuando vi sus ojos mirándome.... Los aparte y comencé a mirar a la puerta y esperar a que pasara, a que saliera de allí.

Poco a poco la presión fue desapareciendo y deje de sentir su peso encima de mi. Entonces cerré los ojos y empecé a rezar. Porque no sabía que más hacer, pensé que si rezaba y pedía ayuda a Dios el pararía, pero no fue así. Cuando se apartó de mi empezó otra vez a tomar mi pecho entre sus grandes manos  y luego.... Luego pude escuchar como se tocaba mientras que lo hacía.
Cuando volví a abrir los ojos, él había desaparecido y no estaba en mi habitación. -

La acogí entre mis brazos con todas mis fuerzas . Estaba temblando, y estaba intentado hablar pero no era capaz de entenderla, la estaba costando respirar y sus sollozos eran cada vez más fuertes y secos.

-Davis, te juro que yo no quería, te lo juro , te lo juro, te lo juro .- Ese grito me rompió en dos.

-Mía mírame.- Tenia su cabeza escondida en mi camiseta.-Pequeña, necesito saber que pasó después.-

-Mamá entró en la habitación y mis ojos seguían mirando a la puerta. Seguía sin poder hablar y no podía moverme. Me sentía húmeda, como si estuviera cubierta de algo.
Ella se arrodilló en los pies de la cama y sus manos estaban rojas, solo escuchaba un pi, como si estuviera debajo del agua.

Recuerdo estar en una cama de hospital y a mamá llorando.
Cuando salí ella me dijo que no volvería a preocuparme por Ted, y que se solucionaría todo.

Más tarde nos enteramos que había desaparecido de la ciudad y que le habían perdido el rastro. Durante muchos años estuve yendo  al psicólogo pero Zed me dijo que ya no me hacía falta porque él me protegería y me ayudaría y un día dejé de acudir a las consultas. Pensé que lo había superado, de verdad que lo pensé.-

-Cariño, cuando volvamos a casa, buscaremos ayuda, volverás a ir al psicólogo y verás como todo mejora. Estoy aquí contigo pequeña y no voy a dejar que te caigas.- Estuve abrazándola hasta que dejó de llorar y Claudia se quedó a su lado mientras que Mia intentaba recomponerse un poco.

-Por favor no se lo contéis a nadie.-

-Te lo prometo.- Nos quedamos en ese dormitorio los tres durante todo el día simplemente abrazándola mientras lloraba, y escuchándola mientras nos contaba la historia.

No sabía muy bien cómo podría ayudarla, pero si sabía que no iba a estar sola, no teniéndome a mi.

Alma MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora