Capitulo 33: Pequeño Vals Vianes

39 5 1
                                    

DAVIS

-Se nos va a hacer tarde, Mía. Recuerda que la reserva es en una hora.- Estaba impaciente porque después de la cena, iba a darle una sorpresa que llevaba pensando mucho antes de proponerle el viaje a Viena .

-Un momento, solo me faltan los pendientes, enseguida bajo.

Todos estaban en el salón, mientras que yo estaba de pie al lado de las escaleras. 

-Vais a llegar tarde.-Trevor como siempre tan entrometido en todo.

-Cierra el pico Trevor y dale de comer a Olivia.-  ¿como puede tardar tanto en ponerse unos putos pendientes?

-Ya estoy.- Me quedé perplejo, llevaba un corto vestido de color amarillo, con un corte a la derecha del vestido, mostrando un poco de sus muslos , le quedaba perfecto, como un guante, creo que nunca la había visto tan guapa, aunque siempre decía eso cuando la veía. Como hacía algo menos de 20 grados podía ver que llevaba unas finas media, y una rebeca color blanco en la mano.

Se había alisado el pelo, y le quedaba jodidamente bien, aunque su pelo rizado siempre le quedaría infinitamente mejor.

-Estás preciosa pequeña.- Se acercó a mi y la cogí la mano antes de darla un corto beso en la mejilla.

-Tú también.-

No tardamos mucho en llegar al centro de la ciudad. Aparcamos el coche en una calle que tenían un nombre dificilísimo de pronunciar y lo primero que vimos de allí fueron unos semáforos de lo más inusuales que llamaron mucho nuestra atención. Eran como siluetas de personas, pero hacían cosas cotidianas como pasear al perro o correr, era muy extraño.

Seguimos caminando hasta llegar al restaurante, que estaba muy bien situado, no había mucha gente por las calles, aunque se respiraba un bonito ambiente.

Nos sentamos en la terraza y cogimos una carta cada uno.

-¿Que vas a querer?.- Fui directamente a la parte de comida típica de Viena. Todo parecía buenísimo y todo me llamaba la atención.

-Todo tiene tan buena pinta que es imposible elegir.- Se estaba humedeciendo los labios, estaba muerta de hambre, como yo.

-Sabes que, elijo yo el tuyo y tú el mío , ¿qué te parece?.-

-Perfecto.- Pedí para Mía un Forelle nach Müllerin Art, no tenía ni idea de que narices era eso, pero sonaba a algo pijo y elegante, perfecto para ella. Y Mía me pidió un Rindsuppe y una botella de Vino tinto.

La comida no tardó mucho en llegar y tenía una pintaza. Al final su plato eran unas trucha a la molinera, aunque eso creía yo, Mía no opinaba lo mismo y decía que eran sardinas grandes, y para mí resultó ser una sopa de carne que estaba sorprendentemente buena, la verdad hacía tiempo que no probaba algo así.

Tras la cena seguimos paseando cogidos de la mano, y empezamos a andar hasta llegar a la Academia de las Bellas Artes, ¿como supe que era eso? Pues bien, había un cartel donde ponía los horarios de entrada para los turistas.

-Davis esto es... me encanta, me encanta Viena y me encanta poder estar aquí contigo.- Me regaló una bonita sonrisa mientras que se sentaba en el borde de una fuente que estaba en el centro del pequeño parque de la entrada a la universidad.

-Bueno, creo que ya debería de darte la ansiada sorpresa.- Saqué mi teléfono y lo encendí y coloqué cuidadosamente el móvil en un blanquito que había cerca y le di al play.

Desde que nos conocimos la música siempre nos ha seguido y este era mi pequeño recordatorio.

Empezaron a sonar las notas de Take This Waltz. Canción de Leonard Cohen. Siempre había soñado eso, desde que empecé a leer sobre la historia, sobre poesía.... Había un poema que me emocionaba especialmente, un poema que sabía que Mía conocía a la perfección porque cuando vivíamos juntos, me gustaba observar lo que leía y numerosas veces tenía en sus manos eso, un pequeño libro de Federico García Lorca, en mi opinión, el mejor dramaturgo y poeta de España y uno de los mejores del mundo.

Me informé sobre él, y me encandiló, me encandiló su forma de expresarse, sus ideales, su trágica vida, su historia, su poema; Pequeño Vals Vianés. Lleno de sentimiento y pasión sobre un amor prohibido y desde entonces soñé que algún día, ella y yo estaríamos bailando esta canción, en Viena. En honor a él, a nuestro amor y en honor a lo que nos había juntado tiempo atrás; la literatura, los libros y la música.

-No me lo puedo creer.- Ella no se lo esperaba, lo vi en su rostro junto a una sonrisa y unos ojos vidriosos por las lágrimas que iban a caer tarde o temprano. -Es la mejor sorpresa que podrían darme  cariño.-

-Y no será la única de este viaje, y ahora... ¿Me concede este baile?.- le tendí mi mano y los dos empezamos a bailar al rito de la melodía.

-¿Como sabías que este era mi poema favorito?.- Estábamos girando sin parar en una película romántica, derecha, izquierda, arriba, abajo...

-Me gustaba verte mientras leías antes de dormir y, vi que la mayor parte del tiempo siempre ojeabas lo mismo; Federico García Lorca y vi también como te emocionabas al leer este poema, aunque no lo quisieras demostrar delante de mi. Fue cuestión de coger el  libro y ver que tenías marcado solo un poema, este.
Al saber que existía una versión cantada, supe que algún día te traería aquí, y la bailaríamos.

-Eres impredecible Davis Miller.-

-Es lo que más te gusta de mi, así que ahora calla y escucha la música, escucha a Viena.-

Me encantaba bailar con ella, como me guiaba paso a paso, como nuestros cuerpos encajaban perfectamente como un puzzle...
En esos momentos no existía nadie, solo nosotros y la Luna, que no era la primera vez que nos acompañaba en un baile. 

Como en casa, eso pensé.

-Davis mira, una estrella fugaz, corre pide un deseo.- Dijo señalando al cielo oscuro.

-Bailar contigo hasta mi último suspiro. Eso pido-

-Pero no lo digas en alto, sino no se cumplirá.- Ella seguía observando el cielo oscuro y la luna brillante que estaba encima de nuestras cabezas iluminándonos.

-¿Qué has pedido tú?.-

-Algún día lo descubrirás Davis.- seguimos bailando un rato más hasta acabar con nuestros pies agotados.

Y puedo decir que mi deseo se cumplió, aunque dejó mucho más que un baile, y se llevó mucho más que un suspiro.

Alma MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora