EPILOGO

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Nueve años después.

-Teneis que estar arreglados cuando vengan vuestros tios.-

-El tío Josh me ha mandado esta foto hace un rato, mira Luna.- enseño el teléfono a su hermana.

-¡Entonces papá tenía un tatuaje!.- Justin abría los ojos como platos tras ver aquella antigua foto que nos tomamos en Viena.

-¿Que significa?.- Dijo el pequeño.

Me senté en su cama, mientras que ellos sacaban montones y montones de ropa.

-Papá mucho antes de conocerme a mi, iba a tener un bebé.... Pero como ya hemos hablado mucho, hay veces que aunque tú quieras mucho a una persona esa persona tiene que marcharse a un lugar mejor.... Así que para recordarlo, papá se tatuó los latidos de su corazón.- Mi voz sonaba calmada, no sabía muy bien cono explicar esto a un niño de ocho años.

-¿Como se llamaba.- los dos dejaron de rebuscar en el armario y me observaron con atención.

-No tenía un nombre aún.-

-¿Podemos llamarle Davis?.- Dijo él.
-¡Si Mamá! Como papá.-Ahora era ella quien hablaba.
-¡Yo también quiero uno como el que tiene papá!.- y como no, Luna empezó a señalarse la muñeca como loca, diciendo que quería uno en esa zona.

-No vas a hacerte un tatuaje con ocho años pequeña.- Dije intentado no reírme ante aquella proposición que seguramente a Davis le hubiera hecho la misma gracia que a mi.

-Y ahora venga preparaos que las tías Kate, Claudia, Hasley, Emma y Alexia están apunto de llegar.... Y me han dicho vuestros tíos Josh, Trevor y Daniël tienen más fotos que enseñaros de papá así que venga venga, ¡vestíos rápido que van a llegar enseguida!.-

Hacía nueve años que mi chico de ojos azules se había ido, pero no del todo, había dejado algo conmigo.
Cuando murió, durante un par de semanas, me sentía cansada, con mareos y muchos vomitos, pensaba que era normal tras la muerte de un ser querido pero me llevé una sorpresa cuando acudí al médico y me comunico que estaba embarazada de un par de meses y que seguramente yo era una de esas 0.1 % de mujeres que se quedan embarazas utilizando las pastillas anticonceptivas.

Pero sabía que no era suerte, y que de algún modo, Davis desde allá donde estuviera quería hacerme un regalo y yo se lo agradecí con los brazos abiertos.
Pensé que no podría llevarme más sorpresas hasta un poco después, cuando me dijeron que no solo era un precioso bebé si no que eran dos.

Tenía miedo, no de criarlos sola, si no de saber que nunca conocerían a su padre, a aquel hombre bueno, alocado y divertido que durante un largo tiempo me había hecho la mujer más feliz del mundo, ¿pero que sería la vida sin miedo, sin algo de riesgo? Como él me enseñó una vez...

Justin era un niño de lo más dulce y bueno. Tenía el pelo ondulado y castaño y era el que más se parecía a mi. Le encantaba leer, sobre todo novelas de romance. Era muy callado e introvertido pero esos ojos verdes podían hacer que cualquiera se arrodillara ante él. Decía que de mayor quería ser abogado como su padre, y yo no podía estar más orgullosa de él.

Y Luna, mi pequeña guerrera. Así era como la llamaba desde el día en que nació. Su pelo era largo y rizado como el mío, pero tenía un color rubio que era característico de su padre. Y sus ojos.... Eran exactamente iguales.
A Luna le encantaba corretear y saltar por todos lados y tocar el piano con su abuela Adele, y ella quería ser médica como su abuela Stella y así curar a las personas como su padre y no dejar a nadie sin amor, como ella decía.

Me dejó mucho más que su Alma aquel día, y estaba segura que algún día volveríamos a bailar juntos bajo las estrellas.
Porque como una vez el me dijo ;
su Alma Mía, mi Alma tuya.

Alma MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora