Alma Mía

Capitulo 29: Comienzos

DAVIS

La mañana se me  hizo larga y pesada. Echaba humo, no entendía por qué Mía no confiaba en mi, habían pasado meses desde ese día y pensé que lo habíamos superado. Pero al parecer aún no. Y me jodía pensar que podía perderla por eso.

No podía evitar que me invadiera la ansiedad  mientras conducía al lugar donde había quedado con Emma. Me había preparado lo mejor posible para no cagarla, al menos esta vez, quería que todo saliera como lo había planeado. Sin ningún error, y poder salir de ahí diciendo "lo conseguí".

Aparqué la moto al lado de un pequeño pero acogedor restaurante del centro, donde antes Emma y yo veníamos a menudo a comer cuando estábamos saliendo.
Ya solo faltaban unos escasos minutos para que llegara la hora esperada. Eran las cinco de la tarde. Decidí quedar con ella temprano para acabar cuanto antes y poder darle una sorpresa a Mía en su apartamento; llevaría comida china de su restaurante favorito y unas velas con olor a vainilla, siempre le encantó ese olor.

Cogí asiento en la terraza que tenía el local. Era todo muy veraniego, con muchos colores y muy florido. No había mucha gente y cada mesa tenía una distancia considerable de las otras. Perfecto para mantener una conversación sin ser interrumpido.

-¿Ya tiene pensado lo que va a tomar caballero ?.- Me dijo el camarero mientras sacaba su libreta de comandos.

-Estoy esperando a alguien, si no le importa, esperaré un poco antes de pedir.- No dijo nada y se marchó.

No tardé en ver a una chica rubia a lo lejos, iba vestida con un peto azul y blanco bastante suelto y unas convers del mismo color. Su pelo estaba recogido en una larga cola de caballo. Dejando al descubierto su cara, era ella.

-Hola Davis.- Se sentó en frente de mi, cruzando los brazos en cuanto lo hizo. Se sentía incómoda al igual que yo.

-Gracias por venir.-

-Estoy un poco nerviosa.- Noté como sus piernas empezaron a moverse inconscientemente, haciendo que la mesa donde estábamos sentados temblara un poco, y joder, me ponía más nervioso aún.

Después de unos minutos de un largo silencio incómodo decidí decir algo.
-Te preguntarás por qué te llamé para quedar Emma, después de todo lo que pasó esa noche, yo...-

-Davis, se a lo que he venido, puedes respirar tranquilo, te entiendo y puedo entender tus motivos para querer hablar conmigo. - No siquiera me dejó hablar, ella llevaba la voz cantante en esta conversación, a pesar de ser yo el que tenía más que decir.

-Lo que hice estuvo mal, y no me refiero solo cuando asistí a la fiesta del bebé de Trevor y te acorralé en contra de tu voluntad en aquella minúscula habitación. Quiero que sepas que siento lo que te hice hace tres años ya, que no tenía derecho a desaparecer cuando las cosas empezaron a ir mal, porque yo no fui la única que perdió un trocito de corazón ese día, tú también estabas, tú también sufriste.... Y yo te pisoteé y te abandoné cuando más me necesitabas. Cuando nos necesitábamos mutuamente para soportar la pérdida de nuestro hijo.-

-Emma, yo....- No me lo esperaba, ver a una chica tan sincera y decidida, tan verdadera. Echaba de menos a aquella Emma, a la que conocí un día cualquiera en clase de matemáticas convirtiéndose en mi mejor amiga y en mi primer amor, así era ella, y me alegraba ver que estaba volviendo a ser así.

-Se que estropeé por completo tu relación con Mía y quiero solucionarlo, quiero hablar con ella y si hace falta arrodillarme en el suelo para pedir disculpas, porque sé que no cambiará lo que hice pero ella se merece eso de mi, un "lo siento."

Me levanté de mi silla y fui directo a darle un abrazo, ambos lo necesitábamos, sobre todo yo.  Durante ese instante todo lo pasado desapareció y solo quedábamos ella y yo, olvidando el rencor y el odio y solo quedando paz y una sensación de plenitud. Unos viejos amigos que se habían vuelto a reencontrar después de tantos años.