Novia.

14.1K 1.6K 2.4K
                                    

Bueno, señoras y señores.
La diva de esta cuestión volvió.

Así es. Llevo ya una semana aquí
Déjenme les resumo rápidamente…

Ya conocí a Ose. No es por nada, pero no me cae muy bien, es decir, no soy homofóbica ni nada, y a pesar de todo el chico es muy gracioso y me hace reír bastante. Pero… Hay algo, ¡Hay algo!

Ese interés que tiene por Samael es extraño.
Tampoco son celos, es que… ¡Como sea!

Martina sigue durmiendo justo donde la vi el día que desperté. Por mucho que intente despertarla, es inútil.

Ahora mi trato es un poco mejor con Asmodeo, y pues…. No mucho más que contar. El otro día fui con Samael a caminar un poco por las calles y casi me mata un demonio loco, ¿Ustedes pueden creer que me lanzaron un hacha a la cabeza? Si no hubiera sido por bicho raro, no lo cuento.

He visto que en tan solo una semana el progreso de Samael es gigante. Ya saben, el entrenamiento y eso. Pero de verdad ha mejorado bastante. Esas llamas azules que maneja son hermosas y se le ve más animado.

Por otro lado, con su padre no he hablado aún, y sinceramente, tampoco pienso hacerlo.

Esta semana fue demasiado productiva.
Obvio para bicho raro, no para mí. Yo solo ando de chismosa por ahí. Evitando que me maten por las calles, lo normal, no es muy distinto a mi hogar.

Sin mencionar que unos “niños demonios” (Así les llamo yo) me intentaron roba… Lo peor fue que al ver que no tenía nada interesante conmigo, también intentaron agredirme. Me tocó salir corriendo porque Samael se me había perdido.

Historias de mi vida. ¿Quién lo diría?
Todo lo que está ocurriendo es increíble.

Y aquí estoy, de nuevo observando como bichito raro entrena.

- ¡Presta atención, esperpento! – Gritó Ose al darse cuenta de que Samael me prestaba más atención a mí que a él.

Le dedicó una mirada inocente con una sonrisa plasmada en el rostro.

-No tienes remedio… - Bufó el profesor. – Por esto justamente no quería que ella viniera a los entrenamientos.

-Hey. – Dijo amenazadoramente Samael. – No me importa lo que querías. Además, ella no tiene la culpa, yo soy el que está embobado… - Lo último lo dijo casi en un susurro, pero agradezco mucho haberlo oído.

- ¡Ay, el amor! – Dijo chillando Ose. – Pero primero fue mío, ¿Oíste, niña?

Ahí está de nuevo el homosexual celoso.

-No lo escuches, Andrea. – Dijo con obstinación.

-Le da penita admitirlo, ya sabes… Bueno, ¡Heterosexuales! No cambiarán nunca.

Dijo suspirando y aguantando una carcajada. Es que se le notaba.
Por otro lado, Samael si comenzó a reírse.

- ¿Penita? – Rió con más fuerza. – Quisieras tú que hubiéramos estado en algún momento juntos.

-Si, si, como sea, corazón. Continuemos. ¡Pero sin hacerle ojitos a la niña! Pedófilo de mierda.
Ok, esta vez si me reí fuerte.

-… - Dios mío, la cara de Samael no fue normal. – Continuamos cuando dejes la envidia.

- ¡¿Envidia?! – El turno de reír de Ose llegó. – ¿Y por qué se supone que soy envidioso?

- ¿No es obvio? – Samael se le acercó despacio sin quitarle la mirada de encima.

Ose retrocedió.

Bueno, parece que esto será toda la clase.

-Porque al menos ella es mi novia… - ¿Qué? – Tú no eres nadie.

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora