..Joven demonio..

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 Estuve un rato afuera de su cuarto pensando que hacer.

Puedo ir de nuevo hacia abajo o entrar y verlo con su carita toda tierna de molestia.
Ay, no lo sé...

Mejor termino de comerme el chocolate. Esa idea me gusta más.

Caminé hasta la ventana.

Esa vista siempre me ha relajado.
Comiendo chocolate y viendo los arbolitos de enfrente, super bello todo.

-...- Seguramente me salgan muchos granos, pero no me importa.

Escuché que la puerta se abrió.

-Andrea...

Y enseguida una voz calmada.

-...- Volteé.

-...- Se quedó callado y su expresión cambió. - Que bien... Cuando termines de comerte MI chocolate hablamos.

-...- Ah no vale. La picazón de ano le dio fuerte.

-Ah, y por cierto...- Chasqueó los dedos y una barra de chocolate apareció en su mano. - Yo también tengo uno.

¿VEN QUE ES UN MALCRIADO?

Volvió a entrar.

....

Cuando ya me aseguré de que no tuviera chocolate en la boca fui, ahora si, a la cueva del lobo.

Seguramente me volverá a presumir en la cara que también tiene un chocolate. O tal vez me cerrará la puerta en la cara porque es un idiota que se molesta por nada.

Bueno, vamos.

-...- Mi caminata fue lenta, calmada. La verdad no estoy apurada.

Me detuve justamente enfrente de la puerta mirando la perilla, como si estuviera embobada con su material. Puse la mano y con un movimiento la abrí. 

-Pensé que no vendrías...- Fue lo primero que escuché. Al parecer está un poco lejos de la puerta. Puedo deducir que está tirado en su cama.

-Tu comentario es estúpido...- O sea, por favor. ¿Qué le pasa? ES OBVIO QUE VENDRÍA. QUIERO RESPUESTAS, NOJODA.

 Es costumbre que su cuarto esté obscuro, menos mal que ya no me altera tanto.

-*Sonido extraño*

¡AHHHHHHH! HIJO DE TU MAAdre... 
Ya no me altero, ya me resulta totalmente normal.

 Encendió una vela que se encontraba a su lado. 

-Termina de pasar, cierra la puerta, y siéntate aquí.- Indicó y señaló una silla que estaba a unos pasos de distancia de él.

-...-Observé... Bueno, intenté observar el cuarto por completo pero la luz tan reducida de la vela me causa problemas.

En fin. Al realizar dos intentas fallidos por ver alrededor terminé caminando a la silla de madera que estaba ahí.

-...- Mantuvo el silencio e ignoró mi caminar.

Mis poderes deductivos son muy buenos. 
Si estaba acostado en su cama.

-Ajá ¿Entonces?- Dije impaciente.

-Siéntate ¿Quieres?- Noté el fastidio.

- Ya voy...- Susurré.

Cuando ya estuve sentada, él se acomodó y quedamos frente a frente con la luz tenue de la vela negra.

-...- Encendió un cigarrillo con la llama de la misma y cada vez podía observar que sus movimientos estaban calmados, pero no una calma normal. Una calma que gritaba "Ahh, que flojera está humana... Quiero ir a dormir y nunca despertarme". 

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora