Mi bella durmiente.

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Me fumé varios cigarros en el despacho acompañado de Asmodeo.

Nunca le dirigí la palabra, solo estuve perdido en mis pensamientos, e imagino que él estaba igual.

En serio, yo me iré a penas recoja a Andrea de mi cuarto.

La paso buscando y nos iremos sin más.

¿Qué les pasa?
¿Gobernar esta mierda?
Que lindura.

No caeré tan bajo.

Estaría fallando a mi estilo de vida.

- Samael... - Llamó mi atención Asmodeo.

-... - Prefiero ignorarlo realmente.

-... - Suspiró. - Oye, sé que esto es muy repentino, pero ellos te piden a ti.

Su tono era tranquilo.

-Hay que adaptarnos a los cambios... - Continúo.

Paciencia, paciencia.

-Ya ni siquiera sé lo que es vivir aquí, campeón. - Dije riendo. - Aunque no me guste admitirlo, la gente en las calles ya no me respeta como antes y creo que eso es un gran punto en contra. Por el contrario, - Volteé a verlo. - a ustedes siempre les ven la cara y sé que no habrán inconvenientes si algunos de los dos toma el mando.

Alzó una ceja en respuesta.

-Es impresionante lo falsamente cursi que te vuelves... - Me miró asqueado.

Mierda, no funcionó.

-¡Basta pues! Es inútil, ya sabes lo que pienso. Me alejé de toda esta mierda y, la verdad, no pienso volver.

Negó decepcionado y bostezó.

De nuevo varios minutos en silencio.

Creo que ya me iré.

-... - Me levanté y fui directamente a la puerta.

-Inagino que sabes que el consejo está enterado de que tu humana se aloja en el palacio, ¿No?

¿Mi humana?
Eso suena bien.

Basta.

-Lo sé.

-Imagino que sabes también que el consejo no se lleva muy bien con esa raza inferior, ¿No? - Continúo sonriendo maliciosamente.

-¿Algo más qué decir? - Evité responder eso.

¿Qué cree? No se me ha olvidado cómo son esos mal nacidos si eso es lo que piensa.

-... - Me miró mientras ladeaba su cabeza. - No sé para qué me molestó. - Río. - Puedes lárgate, imbécil.

-Eso era lo que iba a hacer.

Abrí la puerta y al fin, salí.

Conclusión de la puta reunión:
Quieren otro jefe.
Piden que yo sea ese jefe.

No seré ese jefe. Fin.

Más claro, imposible.

Admito que intentar asesinar al consejo sería una decisión bastante descuidada y arriesgada... Muy mala.

Y menos en mi condición actual. Sería inútil.

Hablar con ellos resultaría mejor, bueno, medianamente mejor... Porque tampoco creo que logré hacer que cambien de opinión, pero ese es el único plan que se me ocurre a parte de salir corriendo de esta mierda con Andrea en brazos. Que, tristemente, también sería muy contraproducente.

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora