-Tus padres no te molestarán hoy.
Fue lo primero que dijo cuando abrió la puerta de su casa.
Todo igual de sucio, podría decir que hasta más.-Ya podemos soltarnos ¿No? Solo digo...- Dije abriendo mi mano que aún estaba sostenida por la suya.
-...- No decía nada.
Moví mi mano bruscamente tratando de liberarme.
-Suéltame pues...- Dije.
-¿Qué?- Respondió distraído.
-Por si no te acuerdas esa mano que tienes agarrada es mía, ¿Podrías soltarla?- Fingí una sonrisa.
-Lo que es tuyo es mío, y si te opones te la corto...- Refutó sin siquiera mirarme mientras caminaba.
Condenado demonio. ¿Ahora va a coleccionar manos también?
-...- No respondí nada, pero me aguanté las ganas de insultarlo.
-¿No vas a decir nada? Vaya, entonces mis palabras han tenido efecto en ti, ¿Eh? *Rió*
Ahora verá...
-Suéltame la mano, idiota. Que tuya ni que ocho cuartos.- Moví la mano y por fin me solté de su agarre.
Retrocedí unos pasos y cerré la puerta que se había quedado abierta.
Escuché un suspiro y al dirigir mi mirada hacia allá...Lo vi... Vi su espalda bien marcada sin ningún trapo de ropa cubriéndola... Lo vi caminando y estirándose al mismo tiempo. Su cabello más suelto que nunca moviéndose con total libertad.
-¿Le harás mantenimiento de nuevo a mi casa?- Volteó con una sonrisa.
-¿Quieres que limpie? ¿Cuánto me pagarás?- Me crucé de brazos.
Echó una carcajada y encendió un cigarrillo.
-Mejor lo hago yo...-Dijo.
De un chasquido de dedos todo el polvo del lugar desapareció, las luces se encendieron y en aquel mesón, que me trae MUCHOS recuerdos, aparecieron muchos platos con comida en ellos...Y lo peor es que tenían un aspecto que estoy segura de que a cualquiera en este mundo le abriría el apetito.
Y me pareció muy divertido que también pude ver como 10 barras de chocolates colocadas en pila en el centro del mesón. Creo que ya se cual es su dulce favorito.
Muebles muy pero muy elegantes adornaban el lugar. Y sin polvo, Wow.
Y todo lo hizo con un chasquido de dedos, ahí parado como un inútil fumando su porquería.
Me quedé perpleja...SORPRENDIDA... O SEA, ESO ES GENIAL. Al parecer no es tan inútil como parece.
-Cierra la boca.- Dijo expulsando el humo de a poco.
-Bueno ¿Qué te pasa pues? Ahora uno no se puede sorprender.- Volteé los ojos.- Cuando volvamos a casa harás esa magia también en mi cuarto ¿Si?- Sonreí dulcemente, casi haciendo un gesto de súplica.
-Jódete, floja...- Se volteó y caminó hacia las escaleras.
No pude evitarlo y terminé riéndome.
-¿Por qué erees así?- Dije como niña chiquita.
-Porque puedo.- Rió y siguió caminando.
Me acerqué al mesón y coloqué mi bolso en una de las sillas, no pude evitar fijarme en esa comida, DIOS MÍO, Se me hizo agua la boca.
Acerqué mi mano a una de las barras de chocolates.
-Hey...
-¡AHHH!- Escuchar su voz tan cerca asusta demasiado, seguramente estaba detrás de mi.
ESTÁS LEYENDO
Mi amigo el demonio
Paranormal-AAHHHHHHH! UN FANTASMA! -Corrección, un demonio... -AAHHHHHHH! UN DEMONIO! -Un gusto conocerte!