Despertar.

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  El joven Samael luego de su encuentro con Ose decidió volver al palacio, soltaba risas cada vez que recordaba el pequeño accidente que ocurrió entre él y su profesor, al que no vio más por el resto del día. Tal vez se lo merecía por intentar enseñar algo que sale de sus manos. Las llamas reales no son un tema que se lleva a la ligera.

A diferencia de Samael, sus hermanos mayores si aprendieron cuando  eran pequeños a utilizar su máximo poder, pero para evitar catástrofes, se les prohibió utilizarlo en el Inframundo.

El joven sabe perfectamente que sus llamas salen solo cuando las necesita, o también, cuando se vuelve impulsivo y se deja gobernar por las emociones.

Ose tiene razón en algo, si el pequeño de la familia quiere vencer al consejo debe utilizar su cualidad, y para utilizarla necesita ser educada antes.

Luego de un viaje pesaroso por los pasillos, volvió a su habitación, intentó despertar a Andrea, pero todo fue en vano. Intentó también practicar por su cuenta el ejercicio que Ose dirigió con anterioridad, pero su falta de concentración solo hizo que fallara una y otra vez.

Por último, se sentó en la silla de su escritorio y, con lápiz y hojas en mano, se dispuso a retratar a su bella princesa, sabía que en eso no fallaría.

Golpearon la puerta suavemente.

-¿Quién? - Respondió Samael con pereza.

-¿Podemos charlar unos minutos?

Las palabras que Asmodeo soltó fueron sutiles, agradables al oído.

-Estoy un poco ocupado... - Dijo como respuesta su hermano.

-Oh, créeme, no será problema, no te quitaré mucho tiempo. - Dijo mientras se podía observar como abría la puerta.

Samael solo lo observó sin expresiones en el rostro.

-¿Cuándo despertarás a Andrea? - Dijo el menor mientras volvía a centrarse en su retrato.

-Sería más peligroso tenerla despierta. Piensa que es por su bien... - Habló Asmodeo acercándose a la cama lentamente. - Pero no estoy aquí para hablar sobre eso.

-... - La concentración de bicho raro era par a su dibujo. No respondió.

-Samael, cuidado con lo que haces.

El lápiz dejó de moverse.

-Sabes muy bien que Ose es uno de los demonios más traicioneros de todo el lugar. - Continúo el mayor. - No te dejes engañar.

-Sé que no trama nada bueno. Pero creo que me servirá su ayuda.

Respondió al darse cuenta de que su hermano ya sabía sobre el entrenamiento que le brinda Ose.

-Bueno, - Suspiró. - tus problemas, hermano.

Asmodeo se sentó en la orilla de la cama y miró fijamente a Andrea.

-Tal vez ella te ayude y enseñe más que ese bastardo. - Dijo suavemente estirando su mano para alcanzar su frente.

Samael se paró rápidamente y se posicionó al lado de la cama esperando el gran momento.

-Ya queda de tu parte protegerla. - Cuando terminó de hablar, los ojos de Andrea comenzaron a abrirse.

..............

Narra Samael:

Esto era lo que necesitaba.
Ver sus ojitos brillar de nuevo.
No me importa si causa problemas, estoy aquí para cuidarla y llevarla a su casa a salvo.

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora