-Mierda. -Susurró un demonio que salía del castillo. -¡Es Samael!
Gritó el muy desgraciado.
Ahora si salieron los guardias que conozco. Las bestias. Los sucios animales destroza todo. Ya no más como los dos ridículos del portón.
Vienen corriendo tal y como lo esperaba.
Llevados por sus impulsos.
Que divertido. Tan pronto y ya habrán muchos muertos. Me encanta.-Muy buenas, hijos de puta... - Si, sonó tan cool como en mi mente.
Son lentos. Débiles. Patéticos.
Sigo decepcionado. ¿Cómo es posible que siete demonios no den lucha ni para cuatro minutos? Al menos los ojos de varios son bonitos, porque de no ser así, que pérdida de tiempo.
La sala llena de sangre, con siete cuerpos tirados en el piso. El paraíso para cualquiera. No quieran venir a negármelo.
Ojalá estuviera aquí el retrasado del bar para que observe que sus consejos me los paso por donde no me llega el sol y aún así me va perfectamente bien.
Solo ellos aparecieron en la habitación, no hay ni un alma más.
Así que... A lo que venía.
Andrea.
¿O quizás debería buscar al viejo? O matar de una vez por todas a los malnacidos que me meten en estos asuntos. Tentador, la última opción mi favorita.-...- Escucho pasos. La vibra es distinta.
Volteé.
-Pero mira a quién tenemos aquí...
Vaya, pues será la segunda opción.
-¿Me llamaste? -No pude evitar preguntar a la primera.
-Si quería hablar contigo, pero no sabía que vendrías tan pronto.
-Ah... Te me cuidas. - Prendí un cigarro y me senté un momento en una silla que no estaba manchada de sangre.
-Mira nada más, ¿llegas y lo primero que haces es matar a los tuyos sin motivos?
Padre, padre... Maldito hipócrita.
-¿Ahora vienes a querer decirme lo que es bueno y lo que es malo?
-Me impresionas, como siempre. -Dijo acercándose serenamente prendiendo un cigarrillo también.
-¿Y los otros a los que también llamas hijos? -Necesito alejarme de toda conversación incómoda y cursi.
-Haciendo de las suyas, ¿No es obvio? -Sonrió.
Por favor, que no me venga a decir que se enorgullece de esos esperpentos.
No respondí. Una risa tajante bastó.
Se quedó admirando la escena, el silencio me tranquilizó un poco.
Luego de varios minutos me atreví a hablar.-Seré más específico de ahora en adelante con mis preguntas, porque parece que todo el mundo es idiot...
-Más te vale que controles tu maldita lengua conmigo. -Su aliento de golpeó la nuca. Por fin alguien impredecible y a la altura.
-¡Viejo, pero que susto me has dado! -Me burlé fingiendo horror.
-No creas que me dejaré joder por un simple crío malcriado. -Apareció en frente de mi. Esos ojos parece que te observaran el alma. Mucho tiempo sin que algo me erizara la piel.
-¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que me vuelvas a alabar como si fuera un Dios? -Reí.
-¿Alabar? Dime otro chiste, que sea bueno, porque ese solo dio risa de lo malo que es. -Rió también.
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Mi amigo el demonio
Paranormal-AAHHHHHHH! UN FANTASMA! -Corrección, un demonio... -AAHHHHHHH! UN DEMONIO! -Un gusto conocerte!