Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
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En el otro mundo. Como cada mes André y su madre Rina visitan el cementerio, para orar en las tumbas de varios familiares, entre ellas la de Jade y dos personas más, la primera pertenece al padre biológico de André.
—Hola papá... —dice en voz suave y sonríe levemente.
Con movimientos experimentados, comienza a retirar la maleza y suciedad de la tumba, también coloca flores en los jarrones dispuestos para ello y Lina observa con nostalgia, desde su silla de ruedas.
—Hernán... hemos venido como siempre... —menciona la madre, también sonriendo un poco—. Tu hijo jamás te olvida, este solo es un ritual que simula pasar tiempo contigo. Aunque... ojalá pueda encontrar un poco de consuelo al venir aquí. Suele sentirse mejor después de visitarte y también a esa persona... De algún modo, siento que los dos siempre están cuidando de nosotros, espero puedan seguir apoyándolo, él necesita su fuerza para superar esta situación —ora en su mente.
La otra tumba que se detienen a limpiar y orar es la de Shuichi, padre adoptivo de Takuya y André.
—La familia Ikemori ha recibido golpes muy duros, ¿cierto? —con esa frase Rina rompe el silencio.
Narra que desde la época en que Shuichi y ella estaban casados, como no pudieron tener hijos debido a su infertilidad, él sufría mucho y en ocasiones dejaba que la negatividad lo cegara, así dijo que lo mejor era separarse, para que ella pudiera encontrar a un buen hombre, con el cual tuviera un hijo propio y la hiciera feliz.
—Nunca estuve de acuerdo con eso, pero no podía curar el sufrimiento de Shuichi... fallé como esposa, por eso decidí aceptar. Hernan fue un hombre maravilloso y llegué a amarlo, no me arrepiento, tú eres la prueba más grande que tengo de ese amor —Las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos y caer por las mejillas.
André se apresura y se arrodilla a un lado de su madre, se quita los guantes con los que estaba limpiando y saca un pañuelo, con el que retira suavemente las lágrimas de su madre. Ella posa ambas manos en la de su hijo y su rostro se acomoda en ellas.
—Si ese accidente en el auto no hubiera ocurrido, mi papá y tu seguirían juntos y no estarías en esa silla... —expresa André con dolor—. De niño deseaba que eso no hubiera pasado, porque lo extrañaba y tu sonrisa siempre tenía una carga de tristeza, quería verte sonreir de felicidad, pero yo no podía lograrlo solo. Sé que amaste a mi papá Hernan, y también que no lo olvidas; pero tu amor incondicional siempre estuvo con mi padre Shuichi. Él pudo devolver la felicidad a tu corazón y eso extrañamente me hizo sentir tranquilo, además, siempre fue muy amoroso con Takuya y conmigo a pesar de que no tenemos su sangre y que ya éramos bastante grandes cuando nos adoptó.
—También, creo que él pudo ser feliz, el tiempo que le quedaba gracias a ustedes dos... aunque no tuvieran su sangre, él siempre los consideró como hijos —comenta Rina.
—Y estoy seguro de que tú también le devolviste la alegría, al aceptarlo de nuevo —dice con un tono amable.