Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
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Durante el trayecto a la feria, el silencio incómodo gobierna todo el viaje. Al llegar, Iris se desespera y fingiendo emoción, jala a su tío del brazo, hacia la entrada del complejo. Después de comprar las entradas, e ingresar al lugar, son recibidos por un mar de gente; es realmente difícil caminar y ella comienza a estresarse. La situación está por superarla, cuando de pronto, algo frío toca su mejilla y al voltear, aparece una botella de agua, que se notaba empañada por la temperatura que tenía. Ella recuerda que los lugares concurridos no le agradan, una de las tantas razones por las cuales le impedían salir de casa y que otros se le acercaran. Pero su tío siempre estuvo ahí, y sabía exactamente qué hacer. En ese momento, ella dejó salir sus lágrimas, deseando, al menos una vez, saber cómo ayudarlo, tal como él hace todo el tiempo. Sin pensar, lo abraza.
—Esto aún es demasiado para ti, es mejor volver a casa.
Iris hace presión con sus brazos y restriega su cara en la ropa de su tío en señal negativa.
—Quiero... estar aquí.
—Pero...
—Confía en mí, tío, no es lo que parece. Escuché que lo más llamativo son los juegos mecánicos, ¿por qué no vamos?
—¿Estás segura?, esos suelen ser muy intensos, provocan vértigo o mareos.
—Dijiste que debía experimentar cosas que van con mi edad, quién mejor que mi maestro de vida, para enseñarme cómo enfrentar esto.
—Ah, no creo que pueda enseñarte mucho.
—Aun en las cosas más simples, tuviste el cuidado para hacerlo. Siempre has sido como un segundo padre para mí.
—Debió ser muy aburrido... —dice con autodesprecio.
—¿Qué? Ni una sola vez dejé de ponerte atención, ¿y crees que podrías fastidiarme? Qué poco crédito te das. Yo creo que hubieras sido un excelente profesor. Mira que ya voy a la escuela y ninguno logra lo que tú; con decir que ¡he cabeceado del sueño en clases! —confiesa y de inmediato se cubre la boca, ya que no planeaba decirlo.
André se siente muy conmovido. Pero pronto muestra una sonrisa picaresca y empuja levemente la frente de Iris, como cuándo la regañaba. Gracias a eso, ella se percata de que había olvidado lo más importante, que a pesar de todo, nunca dudó en hablar con su tío; ese era el nivel de confianza que le tenía. Por fin, una idea de qué hacer cruza su mente.
—¿Y? ¿Qué juego recomiendas? Debes haber subido a alguno.
—Si, una vez, Takuya y yo nos retamos, el que lograra subir a todos sin vomitar, ganaba un premio de su gusto y el perdedor debía pagarlo.
—¿Ah, si? No me lo puedo imaginar, muero por saber quién ganó.
—Yo. Takuya no tenía mucha resistencia en esas cosas, pero era competitivo y quería molestarme.