LXXIV - Deseos encontrados Parte II

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El momento esperado por todos llega

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El momento esperado por todos llega. Esta vez la cita es por la mañana del sábado, en la oficina de Takuya, quien comenzaba a retomar su trabajo, aunque controlado por André, para que no se excediera.

—Bienvenidos, por favor tomen asiento —indica André.

Los jóvenes hacen lo que les piden, pero se notan algo tensos. Takuya opta por empezar la conversación de forma tranquila.

—Buenos días, ¿durmieron bien?

Iris voltea hacia Ángel, para cederle la primera respuesta.

—B-buen día, dormí bien, gracias —responde nervioso.

—Me alegro. ¿Qué tal tú, hija?

—Más que bien, papá, ¿y tú?

—Bastante bien, gracias.

La convivencia con el muchacho había sido cordial y amena en general, a pesar de que es un extraño que metieron a su casa; pero como sabe que fue parte de los que lo salvaron, supuso que tendría que esperar para saber los detalles y es lo que intenta entender en esta reunión. Como no desea ser hostil, en agradecimiento a su acción y por la promesa que se hizo a sí mismo, con la memoria de su esposa como testigo, se pone en completa disposición a escuchar lo que tengan que informarle.

André pide la palabra, para poder comentarle primero cómo llegaron a salvarlo. Algo que puede confirmar parcialmente, gracias a las memorias que tiene. Agradece a todos una vez más por lo que hicieron y aprovecha ofrecer disculpas por los problemas que ocasionó, no solo para salvarlo, sino de antes, por su comportamiento.

—En gran parte esto ha sido por mis acciones y por eso mi corazón pesaba demasiado. Aunque se que no puedo cambiar lo que hice, si deseo que el porvenir sea diferente y daré todo lo que esté en mis manos para que suceda, por el bien de mi familia.

—Acepto la disculpa, hermano. Pero no eres el único que tiene que corregir las cosas. Lo haremos juntos, como siempre.

—Gracias, André, así será.

—Espero puedan incluirme en esa propuesta —dice Iris con asertividad—. Yo entiendo tu pesar, papá. Siempre quise que todo cambiara y estuve dispuesta a aceptarte en cuanto estuvieras listo. Mi desesperación iba más a que no podía estar cerca de ti y compartir el dolor de perder a mamá; Tambien dije cosas que no sentía en verdad, solo que me di cuenta hasta que ya no te podía ver o hablar contigo... espero puedas perdonarme por eso...

—No tengo nada que perdonar... yo se que lo dijiste por la frustración que te causé, no hay excusas para lo que te hice.

—Tampoco necesito una disculpa, pero, ahora ya no te dejaré huir de ese compromiso.

—Acepto mi penitencia —responde y sonríe agradecido, entendiendo que su hija le estaba dando la oportunidad que deseaba.

—Ahora... debo decirte lo que pasó mientras no estuve, pero antes, te pido que mantengas la mente abierta, por favor.

Angeline #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora