Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pasada la hora que dijeron, se despertaron y despejaron el sueño de sus rostros, para continuar el camino. Transcurrió otra hora y llegaron a la entrada, donde pudieron ver en la parte superior de unas escaleras, custodiando una hermosa puerta azul oscuro con grabados en oro, a un hombre imponente, con las piernas abiertas en compás y los brazos cruzados, su tamaño corporal es similar al de Aciano, pero su tez es apiñonada, tiene cabello café oscuro, con rastas que llegaba a la mitad de su espalda, su torso está desnudo y tiene tatuajes dorados atravesando sus pectorales y costados simulando la forma de las ramas de un árbol.
Para sorpresa de los visitantes su presencia no es hostil, sino fuera por su imagen imponente frente a ellos, probablemente ni lo hubieran detectado ya que mantiene los ojos cerrados y está estático como una montaña.
En cuanto se acercan al pie de la escalera, el guardián abre sus ojos y brillan intensamente, al mismo tiempo un temblor sacude el suelo al punto de desplomarse y el camino por el que vinieron desaparece. La mayoría logra desplegar sus alas, Iris recibe ayuda de Ángel, mientras que Sappheiros decide no desplegarlas pues eso delataría su identidad, en su lugar salta justo a tiempo hacia donde el guardián está, ya que es la única parte que no se ve afectada por el temblor. De pronto una roca es lanzada hacia él y a duras penas logra destruirla con su puño, golpeando en el punto exacto.
Al poco tiempo los demás se posan en las escaleras, también son atacados por rocas y se defienden como pueden; Ángel logra proteger a Iris de varias de ellas, algunas otras lo logran rozar, el suelo tiembla una vez más, causando que pierdan el equilibrio y obligándolos a mantenerse en vuelo, mientras esquivan las rocas. Su formación no es organizada, pero básicamente la que menos puede defenderse es Iris, así que optan por ayudarla recibiendo impactos por ella.
—¡Detente! —grita Sappheiros al mismo tiempo que lanza un puñetazo al guardián, pero este no logra llegar, pues varias piedras forman un escudo protector, y una lluvia de ellas lo golpean hasta lanzarlo hacia atrás—, ¡¿ni siquiera vas a escucharnos?! —cuestiona desesperado mientras se pone de pie—. Estamos tan cerca... si uso mi poder —susurra.
—¡Te reto a un duelo! —grita Ángel.
—¿Estás loco?, con ese poder, ninguno de nosotros tiene oportunidad solo —señala Rufo.
—Pero no estoy solo —responde, mientras lo mira con una sonrisa apacible.
A su vez, las piedras cesan su ataque, permitiendo que desciendan a la escalera. Mantienen distancia con el guardián, quien no retira la mirada de Ángel, este último se para frente a él y le sostiene la mirada.
Después de reincorporarse, Sappheiros se percata de que no sería como el muchacho quería, sin pensarlo corre y lo empuja, en ese momento se le incrusta una lanza en el hombro izquierdo.
—¡No! —grita Iris e intenta correr hacia él, pero Larimar la sostiene con fuerza de ambos brazos y le ruega quedarse ahí. Ella forcejea y cuando mira hacia él, logra ver lagrimas de coraje desbordando los ojos del guerrero, así entra en razón y lo abraza para obligarse a esperar.