Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
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Iris hace lo que Lea dice, cierra sus ojos y al escuchar sus «chillidos», comienza a sentir mucha calma. Por un momento, como si estuviera volando por el amplio y fresco cielo, su tono es especial, incluso parece abrazarla y reconfortarla, aunque ni la toque. Lo que parecía un mar de emociones provenientes de todas direcciones, pronto desaparecen y se centran solo en las sensaciones que le provocan esos sonidos.
—¿Qué tal ahora?, ¿pudiste entender algo de tu propio poder? —dice mientras retoma su figura humana.
—Tu canto me transmite tranquilidad, es hermoso, como si fuera destinado para reconfortarme. Por lo menos, ya no se siente tan extraño.
—Son un montón de chillidos, no te creas tan especial, solo lo hice para que enfocaras tu atención en algo. Sus ojos ya no brillan tan intensamente, se ha calmado... ella parece detectar las «emociones» en sonidos, como el cantar y las voces en general, pero no creo que se limite a eso, ya que no todo lo hemos expresado así y ella parece intuir, quizás sus otros sentidos también se agudizaron con su magia, es más complejo de lo que imaginé —piensa desconcertada—. Creo que ahora podrás dormir, hazlo, pues mañana retomaremos el camino y no será menos cansado.
—Lo haré, gracias, Lea —Pone una sonrisa fuera de lugar, que toma por sorpresa a la mujer.
Lea no menciona nada más, retirándose del lugar. Cuando sale de la tienda, se encuentra con Sappheiros quien reposa en una roca cercana, con los brazos en su nuca, mirando al cielo.
—Ya tenía tiempo que no te escuchaba cantar... no te encariñes, Lea, esa niña se dirige a su muerte y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo y yo seré su verdugo, así que aún estás a tiempo de abandonar esto...
—¿De verdad harás lo que te pide esa persona?
—Haré lo que tenga que hacer...
—Yo también.
Por la mañana, retoman su camino e Iris se ve significativamente recobrada, pero aún le es difícil seguir el paso, Lea se mantiene a su lado y en ocasiones platican de cosas sin importancia, lo que hace más ameno el viaje. Sappheiros nota que su fiel amiga realmente le será un obstáculo, si continúa el acercamiento entre esas dos; sin embargo, solo el recorrido es bastante exhaustivo para todos, así que decide no comentar nada, hasta haber pasado el tramo más severo, en cuanto al clima se refiere.
Caída la noche, ya habían entrado a un espeso bosque con un clima más fresco, pero con ciertas complicaciones, se detuvieron a acampar en otro de sus sitios estratégicos, no tiene espacio para tiendas, así que deben dormir a la intemperie y tampoco pueden hacer fogatas ya que es un lugar rodeado de bestias salvajes, que serían atraídas instantáneamente, por lo que deben montar guardias, para alertar en caso de tener que enfrentarse a alguna. Acomodan a Iris junto a Lea en un lugar visible para todos, alrededor se colocan en pares escondidos entre arbustos o en lo alto de los árboles, duermen con sus mantas térmicas en posición sentada, prestando una a la niña. Sappheiros es el único que se sienta solo, recargado en un tronco y siempre mirando hacia arriba, pero al ser un bosque tan tupido, el cielo no se puede apreciar. Como está más cercano a las mujeres, Iris no puede evitar fijar su mirada en él.
—Tu mirada es más intensa que la de un depredador, niña...
—Lo... siento —dice nerviosa.
—Gracias a Lea, tu poder ya no se activa en cualquier momento, pero es diferente conmigo, ¿cierto?
—Si... creo que es porque deseo saber más.
—¿De mi? ja, solo debes saber que soy quien te lleva a tu destino final y no será agradable.
—Dolor... tristeza... angustia...
—¿Qué?
—Es lo que siento al verte o escucharte, hay más... desesperación, ira, odio, muchas emociones que no son mías, me inundan...
Así que Lea te enseñó a enfocarlo y ahora lo estás usando en mi; es probable que yo haya provocado que se volviera un caos.
—Esas emociones las dejé atrás hace mucho tiempo, no podrás usar eso para confundirme, no soy tan blando como Lea.
—Yo no...
—¿Acaso quieres que te cuente un poco más de nuestro primer encuentro?, tal vez no lo recuerdes claramente, porque eras demasiado pequeña y todo pasó muy rápido —dice con burla—. Yo era ese joven que apuntó su arma hacia ti, pero maté a tu madre primero, porque estorbaba, cuando quité su cuerpo de encima, enfocaste tu mirada llena de lágrimas en mi, te apunté una vez más, pero antes de poder matarte, me tomaron por sorpresa, me desarmaron y golpearon dejándome inconsciente.
—Está mintiendo... —dice moviendo su cabeza en señal de negación y la sostiene como si quisiera evitar que los recuerdos la invadieran.
—Te diré más cosas para que salgas de esa burbuja de confianza —la mira con intensidad—, me ordenaron acabar con tus padres, pero decidí que tú debías morir primero, para que ellos sufrieran —dice con malicia—. En otras palabras, debes odiarme, como yo a ustedes. Al no lograr completar mi misión, fui quemado vivo, castigado severamente, despojado de mi identidad y ahora los dioses me han dado la oportunidad de...
El hombre es interrumpido por un ruido tras de él, varias presencias les rodean, lobos grises, pero eran de un tamaño descomunal y los superan en número, uno de ellos que lo iba a atacar, es interceptado por Lea transformada en ave, volando a toda velocidad, matando al instante con su poderoso pico al animal. Rápidamente todo se vuelve una batalla, Iris se ve algo perdida en el centro de todo, pero continúa viendo y escuchando todo a su alrededor, sin moverse. Recuerdos aterradores venían a ella, la sangre, los gritos, la magia de fuego que algunos usaban, la transportan 11 años atrás, su madre muerta a un costado y ella mirando entre llanto a un muchacho, sus ojos azules derramaban lágrimas al mismo tiempo que le apuntaba a la cabeza, su tío lo desarma y deja tirado en el suelo, para luego cargarla y huir.
Cuando vuelve en sí, un lobo la está por atacar, pero Sappheiros se interpone, su rostro tiene esa cicatriz, pero sin duda es el mismo muchacho de sus recuerdos, el que mató a su madre, a quien debería odiar. Sus ojos se iluminan intensamente y tras su alarido, una onda de energía se expande en todo el lugar, de su espalda salen alas que la elevan momentáneamente, pero pronto desaparecen y ella pierde el conocimiento.
Lea reacciona y sostiene a la joven antes de que cayera al suelo. A raíz de su grito, la batalla se detuvo, todos perdieron la motivación de luchar, incluso los lobos se fueron sin más.
—Ella... ¿hizo esto? —inquiere Lea.
—¿Están todos bien? —pregunta Sappheiros, a lo que sus hombres le responden que no hubo bajas, aunque algunas heridas son de considerar—. Lea...
—Estamos bien, ella solo se desmayó.
—Atiendan sus heridas, después retomen sus posiciones, den prioridad de descanso a los heridos más graves, partiremos a primera hora —ordena mientras se posa en el suelo, cansado y aun asimilando lo ocurrido—. Es por eso que me siento así al estar cerca de esa chiquilla —piensa.
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