Sinopsis:
Tras un evento traumático para su familia, Iris es obligada a vivir en cautiverio, desde los 5 años, con estrictas reglas para protegerla.
Su vida da un giro inesperado, cuando viaja a otro mundo, uno lleno de magia y seres místicos, muy...
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—Mira.
El joven señala hacia el frente. Ya es el ocaso, el camino que llevan tiene mucho colorido y bastante gente, el pueblo se comienza a iluminar con unas esferas de luz mágica con tonalidad azul, cada persona coloca en la entrada de su hogar una o dos de esas esferas.
A poca distancia, Iris puede ver una hermosa plaza y en medio, se observa una fuente con forma de una mujer alada sosteniendo en su costado derecho un jarrón, del cual sale el agua. Alrededor hay varios edificios de formas inesperadas, como una flor, un árbol, o hasta un zapato representando negocios y eso la deja maravillada.
A un lado de la fuente, se posicionan artesanos varios y artistas callejeros, la joven se queda observando a un hombre que hace malabares con fuego, esto desata un recuerdo doloroso para ella, aunque retira la mirada casi de inmediato, comienza a temblar y jadear, hincándose ahí mismo, sosteniendo el área de la garganta; preocupado, Ángel la toma de los hombros.
—Oye, ¿qué sucede? Como pensé, era demasiado pronto para que salieras, te llevaré de regreso —dice mientras despliega sus alas.
—No... —Ella jala las ropas del joven para detenerlo.
—Si le temes a mis alas no las usaré, pero no te puedo dejar así... —dice al notar que cuando saca sus alas, ella siempre muestra aversión.
—No es eso... el fuego... —dice con mucha dificultad, mientras señala hacia el malabarista.
Ángel recuerda algunas advertencias que le dio Kelvin, ella parecía tener algún problema de ansiedad, por ello el ataque que sufrió; pero su cuerpo es saludable, así que probablemente sea a causa de emociones fuertes. Si ella tiene alguna experiencia en el pasado, traumática, cualquier cosa que ella asocie a ese momento, provocará un ataque.
—Mírame a los ojos Iris.
La toma de las manos. Ella hace lo que le pide el joven, la mirada de él es tan intensa que siente que se pierde en ella. Hay una luz que proviene de sus ojos, tan cálida que la reconforta, pero también siente la brisa de aire fresco alrededor; las luces del pueblo desaparecen, ella se percata de que sus pies ya no tocan el suelo, pero no puede retirar sus ojos de él.
—Escucha, confía en mí, no te soltaré, mira hacia arriba —dice con tono tranquilizante.
—¡Guau!
La vista le impacta, como si hubieran retirado una cortina, frente a sus ojos las hermosas estrellas de la noche ya se dejan ver y la luna mostraba orgullosa su cuarto creciente.
Desde donde están se pueden ver los inmensos trozos de tierra flotantes, pero con la diferencia de que ahora despedían un destello de color, causando la curiosidad de la joven. Ángel le explica que las islas flotantes destellan porque poseen un hechizo ancestral en el cual se usaron las piedras preciosas, los colores que se aprecian son otorgados por la piedra utilizada y por lo tanto, se reconoce el clan que vive ahí.