LXVII - Conociéndonos más

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Después de bastante tiempo, Rina le pide a Dean que la acerque a su hijo, luego él y Salma dejan la habitación

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Después de bastante tiempo, Rina le pide a Dean que la acerque a su hijo, luego él y Salma dejan la habitación.

Más tarde, Dean hace su ronda por los jardines y encuentra a Ángel dormido recargado en el árbol, intenta despertarlo, pero su madre lo detiene.

—Ni lo pienses, ese muchacho no descansó anoche, debe haberse quedado dormido por agotamiento, parece haber pasado por mucho, igual que la niña Iris. Quiero que seas considerado. Iré por una manta.

—Te tomas demasiadas molestias...

—Lo haría por tí, pero no estás como ellos. Si puedes ser amable con ella, debes serlo con sus invitados.

El muchacho pone cara de indignación, pues ni siquiera ha tenido oportunidad de acercarse a Iris, pero no le responde a su mamá.

Por la tarde, Salma se acerca al árbol, se sienta a un lado y llama a Ángel con suavidad. Él frunce el ceño y abre los ojos con pereza. Al notar a Salma tan cerca se asusta y se mueve hacia un lado de manera involuntaria, pero no coloca su mano en ningún lugar que lo sostenga y cae de espalda.

—Oh, muchacho, ¿está bien? —cuestionó preocupada.

Ángel se levanta lo más rápido que puede, sintiendo mucha pena y nota caer la manta que lo cubría, la recoge y se disculpa con la mujer, ofreciendo su mano para ayudarla a ponerse de pie.

—Ah, qué joven tan caballeroso —dice al tomar la mano ofrecida—, mi hijo podría aprender un par de cosas. ¿Ya está más despierto?

—Si... lo siento.

—No tiene porqué disculparse, no quise despertarle antes, porque temía que no volviera a dormir. ¿Se siente mejor?

Ángel nota que el sol ya está en otra posición y siente caluroso el ambiente.

—Gracias... pero yo no tengo nada.

—Llámalo intuición de madre, en eso es como mi hijo, no puede ocultar ese tipo de cosas. Pero descuide, no lo obligaré a decirme nada que no quiera.

Ella toma la manta y comienza a doblarla con destreza.

—Eh...

—¿Si?

—¿Podría tratarme de tú? Es que yo... no me siento cómodo si me habla de usted.

—Claro, si eso quieres, por mí está bien. Pronto voy a servir el almuerzo. Iris aún está en la habitación de su padre, quizá sea necesario que vaya alguien por ella —insinúa.

—¿Qué hay de su tío?

—La señora Rina lo obligó a salir, a veces van a pasear para despejar la mente; no tardarán en regresar.

—Entonces... ¿Puedo ayudar?

—Creí que correrías con la niña.

—Algo me dice que debo esperar... Aunque vaya, no puedo hacer nada por ella; claro que si me necesita, ahí estaré. Alguien me dijo, que en casos así, debía ocuparme y hacer lo que esté en mis manos, por eso yo...

Angeline #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora