LXIX - Profundo dolor

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De pronto, una ventisca fría abre el cajón del estante que está a la derecha de Ángel y una luz parpadea en su interior

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De pronto, una ventisca fría abre el cajón del estante que está a la derecha de Ángel y una luz parpadea en su interior. Todos voltearon sorprendidos.

—Eso es... —sospecha Iris.

André se levanta y se acerca al estante, agarra el objeto, pero su temperatura helada lo lastima, obligándolo a retirar la mano. Iris se aproxima también y al confirmar lo que es, introduce su mano, pero él la detiene.

—Espera, hace un momento me ha lastimado, deberíamos usar algo para tomarlo. Buscaré unos guantes.

—No hace falta, si me permiten... —pide Ángel.

Ambos le abren espacio y él toma el artículo sin mayor problema. André se sorprende bastante, de nuevo el ambiente había cambiado, pero esta vez nota los ojos del muchacho, su brillo no era un reflejo, y parecía sincronizar con el del objeto. Sacude la cabeza y restriega sus ojos, pensando que solo lo imaginaba, pero no, la imagen sigue allí.

—No me equivoqué, tú los tenías, tío. Hace rato, la llave reaccionó igual en el cuarto de papá, descubrí que la trae colgando en el cuello.

—Si, Jade dijo que eran una protección, así que pensé que le ayudaría...

—Tal vez no sea una idea descabellada...

—¿Ángel?

—Siento como si intentara decirme algo, además, los de Esmeralda reaccionaron igual contigo... y nos ayudaron en las situaciones que parecían imposibles de remediar.

—No quisiera preguntar y crear una esperanza —admite André.

—Pero es justo lo que necesitamos, tener esperanza, tio. Puede ser doloroso, pero fue porque no nos rendimos en ese entonces, que creo que respondieron a nosotros.

—Supongo que vale la pena intentarlo...

Decididos, se dirigen a la habitación de Takuya. El artículo mantiene su parpadeo, el viento gélido con copos de nieve que expulsaba, tiraba cosas a su paso.

André, teme por Iris, pero nota que la nieve la rodeaba con gentileza, al igual que al joven.

Cuando llegan, el viento se detiene, pero el destello permanece.

—Tomaré la llave —dice ella con seguridad.

—Pero...

—Confía en mí, no me harán daño.

—No puedo evitar querer protegerte, pero entiendo que ya no me necesitas —admite con tristeza.

—No digas eso, tío, de no ser por ti, habría muerto de niña y sin tus enseñanzas, no podría haber llegado hasta aquí. Quiero demostrarte que hiciste bien y que ahora puedo ayudarte. Juntos, ¿recuerdas? —asegura tomando sus manos y su mirada está acompañada de una suave sonrisa que reconforta el corazón de André.

Angeline #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora