28. La estrella quebrada (Parte II)

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**Antes que nada, quiero decirles que este capítulo se me alargó mucho más de lo que esperé, así que tuve que dividirlo en dos, aunque lo publicaré seguido, pues no quiero que se les haga tedioso y aparte, es muy importante porque vamos a ir entendiendo muchas cosas y también cuestionándonos muchas otras para las tramas posteriores. Espero que me haya dado a entender con respecto a las emociones profundas que tocarán los personajes, aún así estaré dispuesta a leer sus inquietudes y corregir cualquier cosa en la que me haya equivocado. Lxs amo <3**

El reino de la Nube era un lugar hermoso de amaneceres anaranjados y rojizos atardeceres.
Por suerte para Nathalie, al ser un reino reservado era también bastante pacífico y equilibrado, por lo que el oro le rendiría bastante y le permitió un cómodo alojamiento en un punto clave de la capital.
A la hora del desayuno salió a la sala común de la posada donde se hospedaba y escuchó con atención cómo todos hablaban de la fiesta que se llevaría a cabo en el palacio esa misma noche.
- ¿Una fiesta?-pregunto al joven mozo del lugar que la miraba con un evidente sonrojo.
-S-sí, señorita. La joven reina Caline celebrará su décimo quinto cumpleaños esta noche en el palacio. Habrá una celebración en la plaza para la gente del pueblo y otra en el palacio para los nobles.
-Oh, ya veo. -Nathalie le sonrió al muchachito que con manos torpes recogió los platos vacíos y se los llevó hacia la cocina andando a trompicones.
No había sido para nada fácil haber entrado al reino, y ahora Nathalie entendía por qué. Desde sus inicios, el reino de la Nube no era muy abierto a las relaciones comerciales con los demás reinos del continente y eso delataban las altas murallas que rodeaban sus tierras. Aun así, Natalie conjeturó que el hecho de que su reina fuera aún una infanta era también bastante influyente en el hecho de que fuera todo tan hermético dentro del reino.
Aún así no se sacó de la cabeza el deseo que le surgió de ir al palacio precisamente esa noche, por supuesto que el centro del reino fue su objetivo desde el principio, pues el librito que la había llevado allí decía con claridad que los últimos magos y las últimas brujas del reino y quizá del mundo entero estaban resguardadas en el castillo de la Nube, trabajando para la familia real.
Tal vez aquella reinita supiera algo de ellos.
Nathalie no pudo evitar fijarse en una bonita tienda de ropa cuando salió a caminar a mediodía. Entró al local y recibió una mirada desdeñosa por parte de la costurera y de su aprendiz quienes la observaron desde la punta de los zapatos hasta la coronilla de la cabeza.
-Puaj. Pelo negro. -dijo la mujer, mirándola muy mal-. Pero qué bueno que llegaste aquí, podemos solucionar eso.
Le hizo una seña a su aprendiz, un jovencito de pelo anaranjado que salió corriendo local adentro y trajo un conglomerado de botes y tinturas.
- ¿Disculpe? Yo solo venía a probarme algún vestido para la fiesta de esta noche.
-Eres extranjera, ¿No?
-Bueno, sí... Pero eso no tiene que ver...
-Pobre ilusa. Vamos, siéntate.

Nathalie obedeció y permitió que la señora le arreglara el cabello al mismo tiempo que le explicaba lo mal visto que estaba en el reino de la nube tener el pelo negro. Nathalie ya se había fijado de que la mayoría de los habitantes del reino tenían tonalidades cálidas en el pelo, desde dorados cobrizos hasta rojos intensos atravesando todos los tipos de castaños que se puedan imaginar, pero muy raramente cabelleras oscuras como la suya. La señora le contó que la gente de pelo negro en ese reino era gente maldita y que por eso era mejor que se tiñera al menos el tiempo suficiente para participar en la fiesta de la reina.
Al final, la mujer terminó de arreglarla y le mostró su reflejo en el espejo. Cuando se miró, Nathalie sintió que veía a otra persona, pero no le desagradó la imagen.
Tal vez... Solo tal vez... Podría empezar de nuevo en aquel reino.
Sin embargo, sacudió la cabeza cuando la imagen de la mujer moribunda que había sido su madre cruzó por su memoria, recordándole cual era el motivo de su visita a aquel reino.
-Quien diría que eras una joven tan hermosa... Eh...
-Soy Nathalie.
-Sí, muy hermosa. Espero que disfrutes de la fiesta y te agrade nuestro reino.
-Muchas gracias, señora. -Le pagó generosamente y se llevó los vestidos, los zapatos y los botes de pintura que le había explicado la mujer.
La noche cayó pronto y las calles de la ciudad se atiborraron de gente, música, comidas callejeras típicas del país y danzas y trovadores que cantaban poesías en honor a la reina Caline.
Nathalie moría de curiosidad por conocer a aquella joven que tanto se alababa en todo el reino y se dirigió al castillo por ese motivo.

Los Reinos Celestiales (Miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora