22. El recuerdo de un reino (Parte I)

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(Agárrense porque se vienen fuertes declaraciones xD)


***

Las noches en el reino de la Estrella eran tan hermosas que solo podían hacer justicia al nombre de su reino. Si se miraba desde la torre de la princesa, se podría ver el hermoso campo delimitado por la cúpula celestial salpicada de miles y miles de estrellas que centellaban como saludando desde arriba.

A Sabine le gustaba mirar el cielo, siempre le parecía que allí arriba, las estrellas eran las almas que abandonaban sus cuerpos mortales y ascendían para ser eternas. Eso le daba algo de tranquilidad cuando pensaba que alguna de esas lucecitas parpadeantes era su madre guiándola desde el cielo.

Sabine suspiró y se pasó una mano por el vientre. La pequeña criatura que llevaba se removía con insistencia, como si ya quisiera salir de allí.

— ¿Todo está bien? —Tom, su esposo, acababa de entrar a la habitación.

—Sí. Es solo que el pequeño está demasiado inquieto.

—Tal vez está aburrido de hacer siempre lo mismo ahí dentro. —Cuando escuchó la voz de su padre, como siempre, el bebé se tranquilizó. Sabine le sonrió a Tom como agradecimiento, él era el único al que aquella criatura obedecía.

— ¿Qué dijo mi padre? —Preguntó la princesa. Tom lanzó un suspiro y también se asomó a mirar por la ventana.

—Está empeñado en rechazar la oferta de paz con el reino del Sol. No puedo hacerlo entrar en razón. Además...

— ¿Qué?

—Esa muchacha... Está siendo una influencia cada vez más molesta en el rey. Apenas le permite pensar con claridad.

Sabine se pasó la mano por el vientre, inquieta. Su padre, el rey Wang Cheng solía ser un hombre con un juicio inquebrantable, pero desde la muerte de su madre había caído en un profundo pozo de desesperación del cual Sabine pensó que jamás saldría. Había dejado de hablar por casi un año completo y en ese tiempo el único que pudo ayudar a la princesa Sabine fue el conde Tom, con quien poco después se casó. Sin embrago, hacía exactamente dos años, una joven enfermera había ayudado al rey a recuperarse hasta reestablecerlo por completo. Desde entonces, aquella muchacha se había convertido en la persona más cercana al rey y muchos decían que también era su amante. Sabine no lo dudaba, su padre era un hombre después de todo, pero...

—Tengo que hacer algo, Tom.

—No hay nadie que lo haga entrar en razón, mi amor. Tampoco es buena idea que te sometas a una conversación infructuosa con tu padre en este estado.

—Solo estoy embarazada, amor. Puedo hablar con mi padre perfectamente.

—Bueno... pero deja que yo esté ahí.

—Está bien.

Cuando se dirigían a las habitaciones del rey, se encontraron con la hermana menor de Sabine. La pequeña de apenas tres años estaba sentada en el jardín jugando con un cachorrito que la acompañaba desde que se lo regalara su padre hacía unos meses.

— ¿Kagami? ¿Qué estás haciendo aquí tu sola?

—Nathalie me dijo que me quedara aquí.

«Ella otra vez...» Se dijo Sabine. Desde que su madre murió era la princesa quien cuidaba de la pequeña Kagami, pero cuando su vientre creció se le hizo casi imposible estar siempre al tanto de la pequeña.

Los Reinos Celestiales (Miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora