2. El príncipe dorado.

120 20 0
                                    

Marinette estaba ayudando al Señor Cèsaire a organizar y clasificar las noticias para el periódico semanal.

La familia de Alya era muy dedicada a su trabajo y Marinette hacía todo lo que podía por ayudar.

Desde que su padre murió, Marinette vivía con la familia Cèsaire, quienes fueron muy amigos de su padre. Tom fue un excelente hombre, los padres de Alya lo conocieron desde que llegó con Marinette en brazos y se estableció en el lugar. Los señores Cèsaire siempre le contaban a Marinette que su padre inició el negocio desde cero y en poco tiempo con su actitud siempre positiva y un inmenso amor por todo lo que hacía, se convirtió en el panadero más famoso de la capital, por lo que pronto el rey y la reina solo comían de los pasteles y los panes de la panadería Dupain.

Pero todo eso desencadenó en una profunda aversión por parte de otro pandero que prendió fuego al local de la familia de Marinette y su padre, siempre abnegado, logró salvar a su hija antes de que los escombros descendieran sobre él y lo aplastaran. A pesar de que no conoció mucho de él, Marinette estaba segura de que su padre fue un héroe, un hombre con un corazón inmenso que le había permitido a su hija una segunda oportunidad para poder crecer y tener una vida. 

Por eso en las noches Marinette era Sir Marien, el valiente caballero rojo, para evitar que algo como eso ocurra otra vez en algún otro lugar de la capital, al menos.

¿El otro panadero? Al final lo habían apresado y fue condenado a muerte por lo que hizo, su familia entendió el crimen del pobre hombre enloquecido por la envidia y se disculparon con una pequeña Marinette con las mejillas encharcadas en lágrimas y se marcharon de regreso al campo para reivindicar sus vidas.

En fin, había que seguir adelante y Marinette, al igual que ellos, no les guardaba rencor, más bien una pena profunda porque también habían perdido a alguien importante, sea quien sea.

— ¿Ya oyeron? —dijo Alya, irrumpiendo con estrépito al estudio sonriendo ampliamente—. ¡Esta noche será el baile de invierno en el castillo! Y la reina ha invitado a todo el pueblo.
—La reina Emilie es muy generosa. —asintió el señor Otis, devolviendo la vista a su papeleo.
— Seguro que el rey Gabriel está que echa humo al saber que tendrá el palacio lleno de plebeyos. —se rió Marinette.
— Voy a ir. — canturreó Alya, no parecía estar pidiendo permiso.
— ¿Te han invitado? — Otis subió una ceja, de pronto parecía que su trabajo no era tan importante.
— Pues sí. Me ha invitado Nino Lahiffe.
— ¿El hijo del señor Lahiffe?
— Si, padre. ¿Puedo ir?
— Pues sí. Es una buena idea. Necesito información para el periódico.
— Pero, papá... — se quejó la chica—. ¡Es un baile! No voy a estar pendiente a todo lo que vaya a ocurrir.
— Bien, entonces ve con Marinette así podrán repartirse el trabajo.
— ¡Q-qué! Disculpe, señor Otis, pero tengo algo que hacer.
— ¿En la noche?

Alya la miró con cara de preocupación.

— B-bueno... e-está bien... eso que voy a hacer, puede esperar. –suspiró Marinette, resignada.

— ¡Gracias Mari! — Alya salió saltando y dando grititos de alegría.

Marlena, la madre de Alya, les preparó un vestido a cada una cuando cayó la noche.

El de Alya tenía una falda de encajes color azul claro y el corpiño de color crema pálido. Llevaba el pelo oscuro recogido en un moño alto con algunos mechones de pelo sueltos aquí y allá.

— Te ves muy hermosa, Alya. —Dijo su madre.
— Marinette está aún más hermosa y no quiere salir.
— Vamos, Marinette, déjame verte. –La apremió Marlena—. Debe quedarte muy bien.
—No me va el color.
—Pero si el rosa es tu color favorito.
Marinette suspiró dejando de lado su sentido de la responsabilidad, y salió del vestidor.

Los Reinos Celestiales (Miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora