Rosita miró por la ventana.
Abajo había un corrillo de damas que paseaba en el jardín riéndose desmesuradamente cada vez que les pasaba por el lado algún caballero, pues desde que el sol se asomó esa mañana los ánimos en el castillo estaban a flor de piel. Las cocinas ardían sin parar, los guardias patrullaban por cada recoveco que necesitara vigilancia y, por supuesto, las agujas y alfileres no paraban de zurcir y arreglar cualquier cosa que haya quedado por hacer en los días anteriores.
Rosita vio a la princesa en medio de todas aquellas nobles, era la única que no se reía ni hacía ningún otro gesto que no fuera su particular rostro avergonzado y cabizbajo. Rosita recordó aquella vez, unos años atrás cuando conoció a la Princesa. Fue una tarde en las que su anterior cuidadora visitó el castillo para proponer a la costurera real sus diseños y aquello que ella concebía como "moda". Ese día tuvo la suerte de perderse en los jardines y encontrarse con Juleka, quien a diferencia de lo que imaginaba Rosita que sería una princesa, era una joven muy amable y aunque tenía que estar muy atenta para entender lo que decía con aquella voz delicada, le pareció de lo más agradable. Lamentablemente no pudieron volver a verse, pero Rosita siempre quiso que la princesa Juleka usara algo que ella haya diseñado. Y curiosamente ese día había llegado.
***
El sonido de las trompetas resonó en todo el castillo del reino de la Luna.
Luka no podía negar que se había puesto muy nervioso al ver la comitiva de carros tirados por elegantes caballos blancos y soldados de a pie portando el estandarte de la Casa del Sol, la realeza del reino vecino. Por un momento, el camino real que conducía al interior del castillo estuvo plagado de dorado y rojo, mientras que los curiosos no dejaban de arribar a la plaza.
Al final del recorrido, un heraldo se bajó de la carroza donde viajaban los reyes y tocó dos veces el suelo con su bastón:
— ¡Con ustedes, el rey Gabriel Agreste y la reina Emilie!
Ambos personajes desmontaron y los presentes (una hilera de guardias, nobles y demás que fungían como acompañantes para la familia real del reino de la Luna) aplaudieron con ímpetu. Al momento, el heraldo repitió la acción y exclamó:
—El príncipe Adrien Agreste, y su prometida Chloe Burgeois.
El muchacho desmontó y ayudó a su compañera a hacer lo mismo. Luka se fijó bien en el parecido del otro príncipe con su madre. Portaba aquella sonrisa amplia y brillante que la reina Emilie Agreste lucía, ambos compensando la seriedad que enmarcaba el rostro del rey Gabriel, que casi parecía una máscara de yeso.
Una vez todos los nobles del reino vecino fueron debidamente presentados, Luka se acercó a ellos y repasó el saludo que su madre le había enseñado como hacían los del reino del Sol. Le hizo una inclinación al rey Agreste y a su esposa, ésta última le tendió la mano al príncipe del reino de la Luna y él le dio un beso en el dorso. Ambos reyes le devolvieron el gesto.
—Es un placer para nuestro reino que hayan aceptado nuestra invitación, majestades. —Cuando habló, a Luka su propia voz le sonó demasiado formal, pero esa era la señal de que estaba haciéndolo bien.
—El placer es todo nuestro. —Emilie hizo otra reverencia, su esposo no parecía dispuesto a aflojar aquel rostro duro suyo, sólo se limitó a ahacer un gesto y devolverle el saludo a Anarka y otros nobles del castillo. Luka no se dio cuenta, pero su madre miró a los Agreste con resentimiento, aunque hizo lo posible por no deshonrar a su hijo quien, por cierto, se aproximó hacia el príncipe del otro reino y su prometida que se empecinaba en susurrarle algo que calló cuando vio la inclinación de Luka.
—Príncipe Luka. —lo saludó Adrien. Al igual que su contraparte, había aprendido el saludo del reino al cual visitaría así que le tendió la mano a Luka. Él la estrechó devolviéndole la sonrisa—. Te pido indultes a mi padre. Estaba un poco reacio a aceptar la invitación pero mi madre ha logrado convencerle.
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Los Reinos Celestiales (Miraculous)
Fiksi PenggemarMarién, un misterioso caballero del reino del Sol, se verá envuelto en un asunto de la realeza que lo llevará a una aventura en la que su verdadera identidad podría estar comprometida. . . . . Los personajes de Miraculous Ladybug son propiedad de Th...