33. Un rey en las profundidades de su castillo.

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"Un secreto que debía ser guardado por los reyes de cada reino." Eso fue lo que dijo Anarka a Luka cuando, a media noche, lo despertó en su primera noche como rey.

— ¿A dónde vamos?

—A las criptas. —Le dijo Anarka, tendiéndole una lámpara de aceite—. Tu padre me lo confió a mí en su lecho de muerte. Aun así, hay ciertos materiales secretos que son entregados a los reyes regentes en caso de que no puedan ser notificados por cualquier razón ajena al rey anterior.

Luka siguió a su madre confundido, aún más porque anduvieron castillo abajo sin la compañía de ningún guardia.

El lugar era profundo y laberíntico. La reina incluso había llevado un mapa para no perderse, pero al final, luego de mucho caminar y girar entre grutas subterráneas, más allá de las bóvedas donde reposaban los cuerpos de generaciones y generaciones de reyes de la Luna desde la fundación del castillo, al final de toda aquella mole de piedra parecía haber una puerta secreta.

— ¿Un pasadizo? —inquirió Luka al ver a su madre seguir una guía que alguien había escrito en el papel que llevaba, con el que movió algunos ladrillos en un orden específico que Luka memorizó, pues no quería perderse de nada y por fin, apareció una compuerta de roca sólida. Anarka le indicó que la ayudara a abrirla por lo que cuando los dos empujaron y la puerta se abrió, Luka quedó paralizado en la entrada.

—Vamos, cúbrete. —Luka tomó con demasiado asombro la gaza de lino que le pasó su madre y la envolvió alrededor de su rostro como la reina le indicó.

—Mamá... ¿qué demonios es esto?

—Es la hydra. La ultima del reino, y del mundo. Los últimos vestigios de magia del continente.

—Entonces... ¿sí existe? —Luka no pudo evitar recordar la mención que le había hecho Adrien sobre la criatura cuando se conocieron.

—Efectivamente. —asintió la Reina, enganchó la lámpara de aceite de un aro de hierro que pendía de la pared de piedra oscura—. Eran criaturas majestuosas y peligrosas. Por desgracia, para cuando mis padres nacieron ya se habían extinguido todas y solo escuchaba de ellas en los cuentos que mis abuelos contaban para dormir. —Luka se iba a acercar pero Anarka lo detuvo, agarrándolo con fuerza del brazo.

— ¿Qué pasa?

—Cuando hiberna se rodea de una fina capa de vapores que son sumamente venenosos. Por eso debemos cubrirnos con seda empapada en antídoto para poder estar aquí.

— ¿Vas a explicarme esto?

Anarka asintió y procedió a explicarle todo a su hijo. Parte de ser rey, era responsabilizarse de guardar aquel místico secreto que resguardaban todos los reyes del continente y sobre lo cual se fomentaba la paz que conocían los que habían tenido la dicha de haber nacido en ese tiempo. En las paredes de aquella caverna había repartida un sinfín de jeroglíficos e inscripciones las cuales la reina iba alumbrando con una antorcha que encendió del fuego de la lámpara.

En el pasado... —empezó la reina con voz enigmática— eran más de solo cuatro los reinos que existían en el Continente Celestial.

»Reinos completos, culturas enteras, grandes sociedades, géneros de flora y fauna...todo pereció ante la guerra.

»Los hombres luchaban entre ellos y se enfrentaban a los seres que el mundo había engendrado incluso antes que la misma humanidad: seres mágicos, asombrosos y más que todo, poderosos. Dragones gigantes que derretían hasta las más altas murallas con su restallido de fuego, hydras de fuertes colmillos supurantes de veneno, que parecían inmortales con sus decenas de indestructibles cabezas ponzoñosas.

Los Reinos Celestiales (Miraculous)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora