Marlena intercambió una mirada con su esposo cuando terminaron de escuchar toda la historia. Claro que se había dado cuenta de que algo no andaba correctamente con Mainette quien cada noche se iba a "dormir" temprano y de día parecía un poco despistada, pero de ahí a imaginar que estaba encarnando a aquel caballero de las leyendas había mucho trecho.
Otis, en cambio, le dedicó una mirada comprensiva a la muchacha. Tom había sido un amigo muy querido para él, y lo menos que le gustaría hacer sería dejar que su única y preciada hija se expusiera al peligro, pero aquella niña también era una jovencita muy fuerte y capaz, y esas eran cualidades que él admiraba en cualquier persona.
— ¡Santo cielo! Mis hijas son cada cosa. —Se rio el hombre, suavizando un poco el ambiente— Vamos a ver, ¿dices que el rey te ofreció un puesto como guardia del príncipe?
—Sí.
— ¿Y piensas aceptar? —ella hizo un asentimiento con la cabeza. Otis le puso una mano en el hombro—. Me enorgullece mucho que el rey en persona haya reconocido que eres lo suficientemente fuerte como para confiarte la espalda de su hijo... pero, ¿sabes lo que significa ese nombramiento, Marinette? Tendrías que prescindir de tu vida tal y como es ahora.
—Yo no quiero esto. —negó ella—. No quiero que me malentiendan, saben que estoy muy agradecida con ustedes por haberme acogido y hacerme parte de su familia. Pero no quiero resignarme a esperar a un señor que con suerte se fije en mí algún día y me haga su esposa. Yo no quiero ser una dama, señor Otis. Yo soy un caballero.
Él asintió una vez más.
—Lo sé.
—Aceptaré. —les dijo, dedicándoles una mirada a todos. Notó la sonrisa gigante de Nora, la mirada de orgullo de Otis y el gesto de preocupación que compartían Alya y Marlena. Esta última extendió su mano hasta tomar la de la chica que había crecido bajo su techo, como si fuera su propia hija.
—Si es lo que deseas... pues adelante, hija mía. Hazlo.
Marinette nunca pensó que aquello sería tan fácil, pero, por supuesto que no podía esperarse menos de los padres de Nora, a quien nadie pudo ganarle en aquel examen de caballería que había quedado tan marcado en la memoria de la muchacha. Esa noche no tuvo que esconderse cuando se embutió en la armadura roja y Otis hasta le concedió una espada que había tenido guardada en su oficina.
—Fue de mi padre. —le dijo mientras se la ofrecía—. Él no era un guerrero, pero decía que todos los hombres son caballeros cuando los necesitan.
—Y todas las mujeres. —agregó Nora con una sonrisa.
—Por supuesto —concedió el hombre. Marinette, ahora Marien, tomó el arma y la desenvainó. Era antigua, pero de muy buen acero, el filo parecía haber sido pulido hacía poco y la funda era de cuero endurecido tachonado con clavos de fuerte acero negro. Quedó enganchada de inmediato al cinto curtido de rojo del caballero que, por primera vez desde que había iniciado su hazaña hacía poco más de un año, salió por la puerta en lugar de la ventana.
No pasó mucho hasta que se encontró con el primer conflicto de la noche, una discusión en un bar de la ciudad donde tuvo que intervenir hasta que algunos guardias aparecieron para llevarse a los ebrios, dejando la noche más tranquila. Marien rondaba cerca del palacio cuando el otro caballero apareció e hincó una rodilla en el suelo frente a él. Con eso, todo estaba saldado, en definitiva la loca teoría de Alya no podía ser cierta, si Chat Noir estaba ahí, entonces no podía ser el príncipe Adrien, puesto que a este último le había caído arriba toda la vigilancia del castillo desde el pasado incidente y salir del castillo en ese preciso momento era más difícil para él, que abandonar las mazmorras para un recluso.
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Los Reinos Celestiales (Miraculous)
Hayran KurguMarién, un misterioso caballero del reino del Sol, se verá envuelto en un asunto de la realeza que lo llevará a una aventura en la que su verdadera identidad podría estar comprometida. . . . . Los personajes de Miraculous Ladybug son propiedad de Th...