XIII

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SCARLETT

-!¿Es tu cumpleaños?¡-exclame.-¿Como has podido ocultármelo?-

-Scar, me da igual mi cumpleaños-se paso la mano por el pelo sofocado y acto seguido recogió su DNI de manos de la señorita.-Ahora lo importante es que te ayude, ese es un regalo perfecto para mi, ayudarnos-

Sonreí aun sin entender porque había pedido cita en una especie de hospital. Caminamos hasta la sala de espera y nos sentamos el uno al lado del otro en las sillas metálicas y frías del centro.

-¿Por qué no estas celebrando tu cumpleaños con tus hermanos?-

-Estoy bien celebrándolo aquí contigo-me comentó y vi en la pantalla de su móvil diez llamadas perdidas de una tal Céli.

-Si, nada mejor que pasar tu 18 cumpleaños en hospital para nose que cuando tu novia te espera en casa-le solté.

El soltó una sonora carcajada.

-Nain, Céli no es mi novia-me comentó el con una sonrisa burlona.-Es mi hermana-

Una oleada de calor encendió mis mejillas y baje la vista hacia mis converse negras pero el doctor Davis me salvo.

-Ustedes deben de ser Scarlett y Matteo no es así-dijo el hombre de cabellos blancos, ojos azules y lucía una bata blanca.-Pasar a mi consulta-

Matt y yo entramos a su consulta y nos sentamos en las dos sillas frente a su mesa.

-Bienvenidos al centro de terapia personal-empezó a explicar el señor mientras yo ponía los ojos como platos y miraba a Matt.-El programa de desenganche a las drogas es un programa que dura 10 meses y luego otros 2 más para la desintoxicación total del cuerpo-

Mientras el doctor iba explicando el programa, yo estaba paralizada. Porque a pesar de ser un programa carísimo que probablemente mi familia no se podría permitir, el me lo había pagado, se había gastado una pasta por mi, por nosotros y no solo eso de que el me lo había pagado, no, sino el hecho de que quisiese que lo dejáramos juntos, si juntos.

-El programa contara de 4 fases-siguió explicando el doctor Davis.-La desintoxicación física, la Recuperación Física, la recuperación psicológica y ya la última que es la recuperación de plan realista-

El siguió explicando un rato más (aproximadamente durante unas 2 horas en las que preste más atención que en clase) y al final nos dejo irnos y nos aviso que empezaríamos mañana a las 5 de la tarde, de 5 a 8. Fuera de el centro pasee junto a Matt hacia su moto.

-Gracias-le dije con sinceridad.-Te debo la vida-

-No me debes nada-me empezó a decir acercando su cara tanto a la mía que nuestras narices casi rozaban entre si.-Con no perderte me vale.

Y dicho eso, en ese mismo instante me beso.

Primero sus labios rozaron los míos suavemente, piel con piel, carne con carne. Luego me empezó a besar con más ganas, con deseo. Su lengua se enredaba con la mía bajo el atardecer y eso intensifico el beso que con tanto deseo habíamos esperado ambos. Era muy apasionado, con ganas, con muchas ganas. Beso, que se convirtió en jadeo y unos suaves gemidos. Finalmente paramos. Literalmente besarle a el había sido increíble, con ese sabor a menta y algo ácido, con un toque dulce.

Entre suaves jadeos Matt dijo suavemente algo:

-No sabes todo lo que he deseado que este beso ocurriera-me comento recorriéndome con la mirada.- Creo que este ha sido el mejor regalo de cumpleaños de mi vida-

Yo me quede sin palabras.

[...]

Dos días habían pasado del aquel beso que ya me parecía lejano entre Matt y yo.

Como de costumbre, el parecía haber desaparecido del mapa por completo, y sus faltas a clase cada vez eran más frecuentes. Pero yo como una boba enamorada, cada vez que pensaba en el sonreía tontamente.

Eso mismo iba haciendo mientras recorría uno de los pasillo repletos de casilleros del instituto, hacia mucho que no me saltaba ninguna clase, pero eso no significaba que las prestara atención. En esto iba yo pensando hasta que me choque contra el pecho de alguien muy alto, demasiado alto.

-Siempre tenemos que encontrarnos de esta manera, nena-comenzó a decir Marcus con una sonrisa traviesa.-¿A caso nunca miras por donde vas?-

Pinto en mi cara una sonrisa falsa muy notable.

-Uyy, siento mucho no ir pensando en apartarme del medio de su majestad cuando pasa-le dije haciendo una reverencia burlona.

El me miro con cara de pocos amigos y me quito la coleta que llevaba puesta haciendo que todo mi pelo alisado con plancha cayera sobre mi cara.

-¿Que haces imbécil?- le espete.-Devuélveme mi goma de pelo ahora mismo-

Y empecé a saltar para intentar coger mi goma de pelo de su brazo estirado hacia arriba, pero no llegaba.

Pero el no me hizo ni caso y con un gesto de todo un profesional de baloncesto, tiro mi goma encestando en la papelera más próxima. Sonrió con una sonrisa de superioridad y habló.

-Ya nos veremos, Nena-dijo por último acercándose mucho a mi, más de lo que me gustaría.

Ya estaba preparando mi famosa patada en la entre pierna.

Pero acto seguido él, su musculoso cuerpo, su sonrisa burlona de dientes blancos perfectos, sus picaros ojos verdes azulados como los de Matt, su cabello negro azabache, su cara de arcángel y su aire de superioridad se alejaron por el pasillo.

Yo me quede quite mirándolo con rabia y repitiéndome en la cabeza el sarcasmo con el que me decía la palabra nena.

Dumont tenía que ser, y para colmo el polo opuesto de Matt.

Mientras que el menor de ellos era Jovial, risueño, divertido, gracioso, introvertido, a veces pasota y a hasta alguna vez mujeriego( En el pasado)..., el otro era extrovertido, pasota, muy mujeriego, egocéntrico, egoísta, mentiroso, envidioso, y sobre todo esto despreciable. No le importaba nadie más que él mismo.

El candidato perfecto para tirarle una silla.

Yo me ofrecía voluntaria a hacerlo, y además gratis.

Porque definitivamente odiaba a Marcus Pierre Dumont, tanto a el como a su aire de superioridad y cualquier cosa que respirara.

¿De que están hechas las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora