EPILOGO

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[UNA ESTRELLA MÁS EN EL FIRMAMENTO]

Si años antes me hubieran dicho que era posible sobrevivir sin Matt me hubiera reído, no, probablemente me hubiera echado a llorar. Eso era mi reacción antes con tan solo oír su nombre, esas 6 letras me partían el alma.

15 años.

15 largos años habían pasado desde que Matt se fue dejándome el corazón a pedazos, con un hueco negro y vacío que ahora lo sustituía. Y lo que me había costado reponerme.

10 largos años de Terapia intensiva para curar el hecho de que creía que todo lo que había pasado tanto a Matt como a Ashley e Izan había pasado por mi culpa, o que yo era ese gran augurio, como los gatos negros o romper un cristal, que había traído la muerte para terminar con sus vidas. Sus jóvenes vidas. Sus vidas arrebatadas precozmente.

Y ahora, con 31 años recién cumplidos, un 20 de Mayo de 2033,me dirigía desde mi apartamento en New York compartido con mi novio Ryan a la ciudad en la que había nacido y conocido el dolor por primera vez.

Ryan no había podido acompañarme porque estaba muy ajetreado con el trabajo aunque sabía lo mucho que me costaba venir de vuelta a mi hogar y me había prometido llamarme todos los días para que su cálida voz me reconfortara si lo necesitaba.

[...]

Llegue a mi antigua casa e inhale todo ese olor tan familiar y único que desprendía y que en el fondo me hacía sentir de nuevo como si perteneciera allí. Me toque mi gran barriga, ocho meses, el pequeño que iba a empezar mi pequeña familia se resguardaba dentro de ella y de vez en cuando pegaba alguna que otra patadita como justo ahora.

A papa y a mama les había encantado sentirlas con sus propias manos; como su nieto se hacía notar en nuestra familia. Hasta a Jace, a quién no le gustan los niños, había empezado a desarrollar una pequeña obsesión por su sobrinito. Estaba muerto de ganas de que naciera y poder  jugar con el.

"Que guapo va a ser" me decían las vecinas de mi apartamento en New York, y normal que vaya a ser guapo, admirando a mi marido de ojos miel y cabello azabache, tan imponente como atractivo, era imposible que nuestro hijo no fuera el suspiro de cualquier persona.

Pero no Matt,me seguía recordando mi subconsciente todas las noches, pero no era de Matt.

[...]

Cuando conseguí escaparme de la reunión familiar  que se había formado en la casa y tener un rato para mí, compre unas flores en una de las floristerías cercanas a mi antiguo instituto y anduve por las calles hasta la biblioteca que aún seguía siendo mía, biblioteca que dejare de herencia a mi hijo.

Abrí la puerta que ya se encontraba con el cartelito de abierto puesto y oí aquel tilín de la campanilla al abrirse y recibirme.
Entre dentro, estaba preciosa, tan clásica, y observe como los lectores disfrutaban en silencio de aquellos clásicos de la literatura, porque si, con ayuda de Céli y sus hermanos, habíamos restaurado la biblioteca y ahora era muy importante para la ciudad.

Todo el mundo, desde niños hasta ancianos podían venir a disfrutar de la lectura, justo como Matt había querido y me comentó en Paris (sitio donde había estado estudiando cuando termine de tomarme un año sabático después de terminar el instituto)y finalmente en la azotea, habíamos mejorado todo y se había convertido en un espacio de chill out en el cual podías charlar con tus amigos, leer o tocar algún instrumento al aire libre como a él tanto le gustaba hacer.

Estaba repasándolo todo con la mirada que casi me estampo contra Céli.

-¡Scar, cuanto tiempo!-exclamo mirando mi barriga.-¡Felicidades atrasadas!, siento no haberte felicitado antes pero prefería decírtelo en persona-

La mire, se veía tan adulta, y tan guapa. Con ese moño rubio en la coronilla y aquel vestido color pistacho que la daba un aire un poco serio pero a la vez alocado.

-Gracias Cé, me alegro tanto de verte-le dije fundiéndome en un abrazo con ella con cuidado de no aplastar las flores, no la había visto desde su boda con mi hermano .-¿Que tal va todo con la biblioteca?-

Sí, Céli era la bibliotecaria a tiempo parcial de Astra, trabajo con el que ella disfrutaba mucho por eso se lo ofrecí. Y sí, estaba casada con mi hermano, su historia de amor había sido un poco locura, pero eso les conviene contarlo a ellos.

-Ya veo que traes unas flores-me comento mirando el ramo que antes había comprado en la floristería.-Este año muchas más gente le ha llevado-

-Me alegro mucho, se las merece todas- recalque.

-Si el era...-

-Señora Sallow, necesito su ayuda- empezó a decir un muchachito de metro cuarenta que junto a su madre buscaba un libro que le habían pedido leer para el cole.

-Lo siento, me necesitan-se disculpo Céli.- Si quieres luego nos podemos tomar un café juntas para ponernos al día-

-Tranquila, y respecto a lo del café, me parece bien, solo me voy a quedar 3 días por aquí-

-Es una pena pero los aprovecharemos- me comentó mientras el crío se la llevaba de la manita hacia la sección infantil en busca de su libro.

Me alegre de que todo la fuera bien y me fui  a ver la azotea que ahora se encontraba cerrada ya que era la tarde  de un día laboral y esos días solo abría la parte de abajo de la biblioteca .
Las luces que decoraban la terraza estaban apagadas, dejando a la vista un sinfín de luces provenientes de los rascacielos de new York que ocultaban las estrellas por culpa de la contaminación lumínica de la ciudad, sacando de mi memoria los recuerdos más bonitos que tuve con Matt en ese mismo lugar, una noche como esta.

Y como a veces me pasaba oí su voz, esa que poco a poco iba olvidando. Pero esta vez le oí cantar mientras dejaba las flores junto a otras tantas en la esquina junto a su guitarra donde en la pared había puesta una inscripción a modo de lapida. Y sentí su presencia.

-Matteo Dumot- leí, no pusimos su segundo nombre ya que le daba vergüenza como el mismo me dijo.-15 de Marzo del 2000 al 20 de Mayo de 2018-

Era tan joven...tanta vida por delante tenía por vivir, por disfrutar, por sentir, por aprovechar...el era poesía, era sudor, era la puta vida susurrándome que la viviera mientras que el lentamente perdía la suya.
Pero todo se había resumido en una brutal muerte que yo misma había presenciado con mis propios ojos; como moría de dolor y lentamente iba parando y parando...

Y adiós, todos acabamos en el mismo sitio. Unos antes que otros, pero todos el mismo sitio, sin distinción de raza, nacionalidad, creencias...
Y el tuvo la mala suerte de acabar demasiado pronto.

Una lagrima deslizo mi mejilla y pensé en esa vez que observábamos como dos locos las estrellas mientras andábamos después de salir del bar de la madre de Agathé. Esa noche, le pregunte de que creía que estaban hecha las estrellas; el, sin tener ni la más remota idea, me respondió que no lo sabía pero que debía de ser de algo muy especial para que brillaran así.

Pues esta noche, años más tarde, mirando a las pocas estrellas que se podían ver halle su composición, pues él debió saber en aquel momento que cada estrella está y estará siempre compuesta por un pedacito de él. Un pedacito de nosotros, de lo que fuimos y siempre seremos.

¿De que están hechas las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora