8.- Problemas

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ÉDGAR

Después del desagradable encuentro y golpear frustrado la pared un par de veces, una asustada Alicia apareció e intento tranquilizarme sin conseguirlo, desesperado tomé la llaves de auto y salí de casa.

Necesitaba con urgencia hablar con alguien, maneje hasta el penthouse de Gael, estaba por tocar la puerta cuando está se abrió, dejando ver a una pelinegra que resultó familiar.

- ¿Clarissa? - pregunté desconcertado.

- Hola Édgar, tanto tiempo - respondió sin interés y termino por salir.

Un nervioso Gael apareció detrás de ella e intentó detenerla, pero al verme se detuvo, Clarissa siguió su camino y la perdí de vista al entrar en el elevador.

Gael suspiro frustrado y me hizo señas para que entrará, toda esta situación era bastante extraña, nos sentamos en la sala y permanecimos unos minutos en un tenso silencio cada uno perdido en sus problemas.

- Tengo un hijo de casi diez años - soltó Gael.

¿Hijo?, ¿De verdad dijo hijo?, Seguro escuché mal.

- ¿Que has dicho? - quise confirmar.

Se frotó desesperado el rostro con ambas manos.

- Clarissa, dice tener un hijo mío... De casi diez años - explicó.

Apoyo la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos cansado o dolido, no supe identificar, me sorprendí ante la revelación, jamás imaginé que Clarissa sería capaz de tardar tanto para contar la verdad, la gente te sorprende con su actitud y acciones.

La conocíamos desde niña era mi vecina y nuestra compañera de escuela, Gael y ella se la pasaban discutiendo, un par de veces los descubrí besándose, en la adolescencia se confesaron y aceptaron su amor.

Comenzaron con su noviazgo en el bachillerato, Gael me confesó en varias ocasiones estar perdidamente enamorado de ella, quería formalizar en un par de años, pero el empalagoso romance solo les duró tres.

A un mes de concluir el bachillerato, mientras comíamos en la cafetería, una llorosa Clarissa apareció contando que se mudaría debido al trabajo de su padre y solo estaría hasta la graduación.

Gael entró en negación, ella intento convencerlo de mantener la relación a distancia, él termino aceptando no muy convencido y sólo sobrevieron al primer mes, después perdió toda comunicación.

Gael termino con el corazón roto y cambiando por completo, manteniendo encuentros casuales de sexo sin compromiso, jamás volví a verlo tan feliz como en esa época.

- ¡¡Vaya mierda!! - murmuré - Y yo que venía a contarte sobre la visita de Regina.

- ¿Regreso la arpía? - Asentí  - ¡Maldita bruja!.

Después de lo ocurrido Regina Inesperadamente abandonó el país, desde entonces nada se sabía de ella, al parecer su padre fue quien la ayudo y obligó a irse para evitar conflictos legales.

Su padre es dueño de uno de los bufetes de abogados más prestigiosos del país, lleva los asuntos legales de mis padres y no quería que su reputación se viera afectada.

¿Porque tenía que volver?.

- ¡Malditas mujeres!, No conformes con arruinarnos una vez... regresan a terminar lo que empezaron - comentó molesto Gael.

Estábamos jodidos, muy jodidos.

- ¿Cuéntame, que pasó? - pregunté intrigado.

- ¿Recuerdas el viaje en el que acompañe a mi madre al finalizar la universidad? - asentí y continúo - Llámalo casualidad o destinó una tarde mientras recorría la ciudad, la encontré sentada en la banca de un parque junto a un hombre más o menos de nuestra edad, el corazón se me aceleró al reconocerla y dudaba en acercarme, cuando vi a un niño de más o menos cinco años llamarlos papás, mí corazón termino por hacerse añicos.

> Me había superado y tenía una familia, mientras yo en estos malditos años no conseguía olvidarla, regrese al hotel y en el bar me puse la peor borrachera de mi vida, tuve sexo con cuánta mujer me fue posible intentando olvidarla, la maldita parece estar tatuada en mi corazón.

La vida y el destino eran unos hijos de puta, el amor de su vida estaba de vuelta y no venía sóla.

- ¿Porque crees que me busco hasta ahora? - negué sin entender - Su esposo tenía cáncer en etapa terminal y antes de morir, le pidió que dijera la verdad, él le contó al niño sobre su verdadero padre. Dice que el niño quiere conocerme.

Se tomó la cabeza con ambas manos y la sacudió con fuerza, lo conocía lo suficiente para entender que todo esto lo superaba.

- No sé que hacer, ni como hablar con ese niño... ¡Maldita sea!, ¡Pasaron diez putos años!, no estuve cuando nació, no lo escuché decir su primera palabra, ni dar sus primeros pasos, no he estado cuando se ha enfermado y todo por su egoísmo.

Su voz se quebró en las últimas palabras, las lágrimas rodaron por sus mejillas, jamás pensé volver a verlo así y Clarissa nuevamente era la culpable.

- Enfocate en conocer a tu hijo y recuperar el tiempo pérdido - expliqué - Él al igual que tú, son víctimas de está situación.

- Odio cuando te vuelves la voz de mi conciencia y tiene razón - comento bromista - Ser padre, te ha convertido en todo un sabio.

Se rió a carcajadas ante sus estúpidas palabras y ahí estaba el Gael que conocía.

- Idiota, siempre he sido más inteligente que tú - confirmé.

Me dedico una mirada de enojo y me enseñó el dedo medio, reí ante su reacción.

- Cambiando de tema, ¿que dijo la arpía? - pregunto intrigado.

Suspiré pesadamente, estaba tan consentrado en sus problemas que olvidé los míos.

- La muy cínica reaparece como si nada, pregunta si no la he extrañado y amenaza con que está vez no se rendiría hasta lograr su objetivo - resumí - Como si la quisiera de vuelta en mi vida.

- Te lo dije siempre, ¡está loca! - reclamo - Por cierto, ¿conoció a mi sobrina?

- No, está de fin de semana con sus abuelos - respondí.

Agradecía que mis suegros se la hayan llevado, no soportaría que me viera perdiendo el control y mucho menos quería a esa mujer cerca de ella.

- ¿La dejaste convivir, sola con tus padres? - estaba sorprendido.

Puse los ojos en blanco y negué.

- Idiota, se fue con Julia y Víctor - respondí con obviedad - Sabes que aún no confío en mi madre.

- Imbécil, específica desde el inicio - reprendió.

Seguimos hablando de nuestros problemas e intentando buscar una solución, la mejor era hacerles frente teniendo cuidado de no afectar a los niños.

- Quiero que me acompañes, cuando decida conocer a mi hijo - Comentó Gael.

Y como siempre lo apoyaría.

Yuritzin PM

Nos Pertenecemos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora