12.- Gabriel

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ÉDGAR

Gael y yo decidimos tomar unos tragos, hace horas que los demás se habían ido, Tai dormía tranquilamente en el sillón con la cabeza apoyada en mis piernas, que parecían ser una excelente almohada.

Pasada la media noche, Gael ya hablaba incoherencias e intenté en varias ocasiones retirarle la botella, se comportaba como borracho impertinente, sólo una vez lo había visto en este deplorable estado, cuando Clarissa se fue.

Rendido dejé que terminara de beber, tomé en brazos a mi pequeña para llevarla a su cuarto, con cuidado le puse su pijama, la arrope y besé su frente, baje decidido a ponerle fin al borracho de la sala.

Lo encontré profundamente dormido en el sillón, el día de mañana hablaríamos seriamente, le lleve una almohada y frazada para que estuviera cómodo, se removió pronunciando el nombre de su tormento, de nuevo la causante de su conducta destructiva.

A la mañana siguiente, me despertaron con pequeño besos en el rostro, sonreí sin abrir los ojos conocía perfectamente a la causante de las caricias, me dedique a disfrutar del momento.

- ¡Papi, ya despierta! - grito Tai.

Me cubrí el rostro con la sábana y fingí que volvía a dormir.

- ¡Papi, tengo hambre! - comenzó a brincar.

Perezoso me incorporé y la tomé en brazos para detenerla o podría lastimarse, le hice cosquillas risueña se movía para alejarme, luego de reírnos sin parar decidimos bajar a desayunar, los ronquidos de Gael se escuchaban hasta el segundo piso.

- ¿Papi, por qué el tío hace sonidos feos? - pregunto con inocencia mi pequeña.

- Se llaman ronquidos princesa y los hace al dormir - expliqué rápidamente.

Tai me observo sin comprender pero no hizo mas preguntas, Alicia ya nos esperaba con los platos servidos, al vernos sonrió ampliamente y nos indicó que nos sentamos, Gael roncó con más fuerza y Tai brinco asustada.

- Mi niño, será mejor que lo despiertes o terminará tirando la casa - sugirió nana.

Asentí, deje mi desayuno a medias e intenté despertarlo de la manera adecuada, fue inútil se cubrió el rostro y siguió durmiendo, una alocada idea me invadió fui por un vaso con agua y le vacíe el contenido, infantil pero divertido.

Sobresaltado, se incorporo de inmediato y soltó alguna que otra maldición, lo bueno es que Tai no estaba cerca si no tendríamos serios problemas, reí al verlo con el cabello mojado, cuando reacciono me dedico una mirada furiosa.

- Luego haces dramas, a desayunar - comenté y regrese a la cocina.

Nana y Tai habían terminado de comer, la pequeña le contaba sobre lo divertida que había estado su fiesta, le mostró su collar y nana sonrió tiernamente, descansaba los sábados por lo que no había estado presente, regrese a mi plato y Gael se sentó a mi lado derecho.

- ¡Buenos días nana, Tai! - saludó cansado.

Mi pequeña se acercó a darle un beso, él la levanto en brazos y le devolvió el gesto.

- ¡Buenos días, joven Gael! - respondió nana amable - Llevaré a esta pequeña a dale un baño y me mostrará sus regalos.

Tai emocionada tomó la mano de nana y subieron las escaleras, era el momento de hablar sobre los sucedido.

- ¿Que está pasando contigo? - pregunté seriamente.

Gael siguió comiendo en silencio, parecia avergonzado y molesto.

- El lunes, tenía una reunión con una pequeña empresa de joyería personalizada... Tuve un imprevisto y llegué tarde, al entrar a la oficina de mamá me sorprendió y molestó ver a Clarissa, luego entendí que era parte de la empresa, de inmediato me negué a tener cualquier vínculo laboral.

Se pasó la mano por el cabello alborotado y continúo.

- Mamá intervino y accedí a continuar, debo aceptar que el trabajo que realizan es excelente. Al finalizar me entretuve con la otra socia para hablar sobre el regalo de Tai, al despedirnos encontré a Clarissa y mamá hablando en voz baja.

Ahora entendía porque no reconocía la marca de la caja, continúo hablando.

- Fui obligado junto con Clarissa a regresar a la oficina, mamá ya tenía conocimiento del niño y le aseguro que lo conocería, te imaginarás como reaccioné, desde ese día no ha dejado de presionarme para reunirme con ellos, si de verdad es mi hijo no quiero que se vea afectado por los problemas.

Definitivamente no quisiera estar en su lugar.

- Gael no puedes seguír así, el haberte emborrachado, no es una solución - expuse con obviedad.

- Lo se y me disculpo por ello, el viernes concreté una cita para hoy en la tarde... Espero que me acompañes - dijo nervioso.

Accedí, por qué es mi mejor amigo y ha estado conmigo en los momentos más difíciles, brindándome su apoyo.

Quedamos de vernos a las tres en un restaurante infantil, fui a la  habitación de Tai para contarle los planes, la encontré jugando con Alicia.

Les comente que iriamos a comer mi hija se emocionó, se despidió de nana y la acomode en su asiento, manejé hasta el restaurante, si yo estaba nervioso no quería imaginarme cómo se encontraría Gael.

El restaurante era el favorito de Tai y estaba ansiosa por entrar, había quedado de encontrarme con Gael en la entrada principal, una vez adentro buscamos una mesa, mientras esperamos pedí un combo de pizza para Tai y refrescos para nosotros.

Mi hija terminó de comer y pidió ir a los juegos, estaba por acceder, cuando frente a nosotros aparecieron dos mujeres y un pequeño, al verlo me recordó a Gael de niño, solo que con el color de ojos de Clarissa.

- ¡Hola! - saludo nerviosa Clarissa - Les presento a Gabriel.

Gael parecía haberse quedado sin habla, observaba al niño detalladamente y él hacia lo mismo, sabía lo que pensaba, Gabriel sin duda era su hijo.

- ¡Hola yo soy Taiyari! - saludo sonriente mi pequeña y rompió con el silencio incómodo.

Ajena a los problemas de los adultos, se acercó al niño y se levantó de puntitas para besarle la mejilla, él se sonrojó, la amiga murmuró un que tierna.

- Soy Gabriel - respondió y le besó la mejilla.

Le indique a mi hija que fueran a jugar, emocionada tomó la mano del niño y se fueron al área de juegos, era el momento de Gael.

- Quiero escuchar la verdad, sin omitir detalles - exigió mi amigo - Después consideraré si vale la pena o no, darte otra oportunidad.

Todos fijamos la vista en Clarissa, quien había perdido el color.

Yuritzin PM

Nos Pertenecemos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora