30.- Testamento

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ÉDGAR

Estos dos meses junto a Jaz habían sido increíbles, Tai y ella se habían vuelto inseparables, varias noches a la semana dormía en nuestra casa y ambos disfrutábamos de su compañía, era parte de nuestra vida.

Había decidido proponerle que viviera con nosotros, lo hablaría en la cena de aniversario, gran tristeza y decepción me llevé al escucharla decir que debía pensarlo, creí qué ambos queríamos lo mismo, pero me equivoqué.

Una llamada nos interrumpió, agradecí internamente, la situación se había vuelto demasiado incómoda, la pantalla decía "Número Privado", extrañado contesté.

📱 ¿Édgar Zarcos?.

Preguntaron del otro lado de línea, en cuánto descolgue.

📱Si, ¿Quién habla?.

📱Soy Iván Lugo, abogado de tú padre.

Y el hermano mayor de Regina, pensé.

📱¿A qué debo tú llamada?

📱 Solicitamos tú presencia y la de tú hija, para la lectura del testamento, que se llevará acabó el día de mañana.

📱¿En qué horario?.

📱Los espero a las diez de la mañana. Sé qué sabes perfectamente mí parentesco con Regina, déjame informarte que desde que piso la cárcel no he movido un solo dedo para ayudarla.

📱Hasta mañana.

Colgué.

No quería saber del tema, Regina y mí madre me había causado demasiado daño, sus últimas palabras aún me lastimaban y atormentaban.

Jazmín preguntó por la llamada, le informé sobre la lectura del testamento.

- ¿Quieres que te acompañe? - preguntó preocupada

Tal parece que no había logrado ocultar mi sentír, estaba dolido por todo lo que estaba ocurriendo, no era así como esperaba terminar está noche, prácticamente vivía con nosotros y se negaba a mudarse, respondí cortante.

- Gracias, pero es algo que debemos hacer Tai y yo.

Asintió lentamente y ví como le dolió mí respuesta.

Pague la cuenta y abandonamos el restaurante, manejé en silencio hasta su departamento, no entré al estacionamiento aparque frente al edificio y me despedí.

Tai se había quedado dormida, durante el camino evitó hablarle, sabía que estaba sentida y dolida.

- Gracias por la cena y tráeme a casa - desabrocho el cinturón - Llama si me necesitas, te amo.

Estaba por bajar del auto, pero la tomé del brazo para evitarlo, se giro y me observó, tomé su rostro con ambas manos y la besé, necesitaba este contacto.

Me correspondió de inmediato, apoyó sus brazos en mis hombros y enterró sus manos en mí cabello, intentando profundizar el beso, era momento de alejarme, seguía molesto y terminar en la cama no era la solución.

- Descansa, bella durmiente - me separé.

Me observó desconsertada y aturdida bajo del auto, me despedí con un gesto de mano antes de arrancar, nuestros desacuerdos no sé solucionarían con hacerle el amor.

Casi no pude dormir, como cada noche, sus muertes se habían vuelto mi pesadilla frecuente y la intriga del testamento, acortó mis horas de sueño.

Después de bañarme y vestirme de manera casual, jeans negros, camisa azul marino, vans y chamarra de piel negra, fuí a la habitación de mi hija para alistarla, la encontré como siempre viendo sus caricaturas y ya arreglada.

- Hora de irnos princesa - llamé su atención

- ¡Buenos días papi! - saludo feliz.

La alce en brazos para llenarla de besos, se removió inquieta, unos cuántos besos más y la bajé, desayunamos tranquilamente y al finalizar, nos despedimos de nana, en el auto me aseguré que todo estuviera en orden con su asiento.

El celular no había dejado de sonar, Jazmín me mandó mensajes y estaba llamando, decidí silenciarlo para concentrarme en manejar, la ubicación de las oficinas había cambiado, Iván estaba haciendo varias mejoras.

En la recepción se encontraba una coqueta y atractiva joven, luego de anunciarnos indicó que podíamos pasar, caminamos hasta los elevadores, la oficina se encontraba en el décimo piso.

Al llegar, él ya nos esperaba junto con su secretaria, vestía un elegante traje negro a la medida, era la versión masculina de Regina, lo recordaba poco, era cinco años mayor y no solíamos convivir con frecuencia.

Saludó educadamente e indicó el camino a su oficina, las paredes eran de cristal y tenía una vista espectacular de la ciudad, nos indicó que tomáramos asiento frente al escritorio.

- Antes de dar lectura a la última voluntad de tú padre, debo entregarte está carta, él se la dió a mi padre antes de morir - informó y me tendió un sobre blanco.

En la parte frontal, con la perfecta caligrafía de papá estaba escrito mi nombre, lo guarde en el bolsillo interior de la chamarra y le pedí que continuara, asintió con seriedad.

Tomó un sobre amarillo tamaño oficio, con extremo cuidado rompió los sellos con el abre cartas, sacó un par de hojas y se aclaró la garganta, antes de iniciar la lectura.

"Yo Eduardo Zarcos Román, en pleno uso de mis facultades mentales, redacto el presente documento en presencia de mi abogado, Ricardo Lugo...

Es mi deseó que todo cuánto poseo y creé, la empresa, propiedades y autos, pasen a nombre de mí única heredera Taiyari Zarcos Martin, mí nieta...

Pequeña se que las cosas materiales, no te compensarán el tiempo que no convivimos, pero quiero que sepas que tú abuelo siempre te amo infinitamente, espero algún día puedan perdoname...

Al ser menor de edad, los bienes serán administrados por su padre y mí único hijo Édgar Zarcos, confío plenamente, qué él respetará y cumplirá con mí última voluntad...

En el cumpleaños dieciocho de Taiyari, Édgar deberá entregar la herencia, si por alguna razón mí petición no se cumpliera o incúmplieran, todo lo que poseo pasaría a manos de la beneficencia, sin derecho a impugnar este testamento...

Termino de leer y fijó su mirada en nosotros.

- ¿Estas de acuerdo en cumplir con lo estipulado por tú padre? - pregunto.

No había mucho que pensar, eran sus últimas palabras y sin objetar, cumpliría lo que pedía.

- ¿Cuál es el procedimiento a seguir?.

Me observó sonriente y explicó los trámites que debían llevarse acabo, para que todo pasara a nombre de mi hija, volveríamos en un par de semanas, a firmar los documentos que la acreditarian como dueña y heredera legitima.

Abandonamos el edificio, mí cabeza era un completo caos tenía demasiada información que procesar, seguía analizando lo ocurrido, al llegar a casa nana se encargo de Tai, camine hasta mí despacho, decidido pero no listo abrí la carta y la leí.

Apagué el celular.

Yuritzin PM

Nos Pertenecemos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora