34.- Propuesta

121 11 0
                                    

JAZMÍN

- No puedo creer que se desmayara - se burló Adam.

- Siempre ha sido débil - secundó Erick.

- Valiente papá le elegiste a tú hijo - terció Clarissa.

-¡Basta!, ¡No están ayudando! - grité.

Édgar al enterarse que estaba embarazada, terminó desmayado y Gael aprovechó para burlarse y reírse de él, también expresó su opinión.

- Erick tiene razón, es muy débil.

Los observé molesta, no era así como quería que se enterara, pero al verlo con esas modelos, hablé de más.

Tai brincaba emocionada, por qué tendría un hermanito al igual que Gabriel, Joyce cuestionó a sus papás si ella también tendría uno, ellos preocupados le respondieron que no.

Édgar comenzó a reaccionar, se tomó la cabeza con ambas manos e hizo un gesto de dolor, con cuidado me acomode junto a él, estábamos en camerinos.

- ¿Es broma, verdad? - preguntó al verme.

- La ginecóloga, confirmó dos meses de embarazo - expliqué.

- ¡De nuevo seré papá! - grito emocionado y me abrazó.

Se incorporó de golpe, llevándome con él y me lleno el rostro de besos, todos comenzaron a reír por su reacción, intentaron felicitarlo pero no se separaba de mí, traicionada por las hormonas, comencé a llorar.

- No llores nena, ¡Vamos a ser papás! - volvió a gritar feliz.

Por más que lo intentaba, no podía, por su actitud anterior, temí que negará su paternidad y creí que sería madre soltera, pero ahora gritaba y brincaba feliz, como un niño pequeño.

- Espero que en el parto no te desmayes - se burló Gael.

No entendía la burla, Gael encontró seis pruebas positivas y terminó inconciente en el baño, fue así como se enteró del embarazo de Clarissa .

- Lo mismo digo, idiota - lo desafío Édgar.

- No dejan de ser los niños inmaduros que conocí - aseguró Clarissa.

Reímos ante su afirmación, decidimos no ir a la fiesta y terminamos cenado en nuestro restaurante favorito, celebrando los últimos acontecimientos, pedí mis principales antojos, pasta y helado.

Édgar y Tai me llevaron al departamento, al llegar les pedí que subieran conmigo, obedientes me siguieron, los lleve a la recámara, saque las maletas y les pedí que me ayudaran a empacar.

- Acepto - comenté.

Me observaron extrañado, les mostré el juego de llaves, que me habían dado.

Sonrieron ampliamente y no tardaron en llenarlas, las acomodaron rápidamente en la cajuela, al llegar a nuestra casa, Édgar me tomó en brazos para entrar, nana sonrió al vernos y me sonroje apenada.

Ya estaba en el noveno mes, a días de conocer a mí pequeño o pequeña, habíamos decidido no saber el sexo, tenía un vientre enorme, me cansaba fácilmente y a veces se me complicaba dormir, llevaba siete meses viviendo con ellos.

Al principio todo era tranquilo con la pequeña pelirroja, en el cuarto mes su actitud cambio y no me quería cerca, se enojaba cuando Édgar acariciaba o besaba mí abultado estómago, nana decía que era normal, estaba celosa.

Lo veía preocupado por el rechazo de Tai, a ambos nos entristecía su actitud, lo curioso fue, que así como un día ya no me dejó acercarme,  una mañana despertó siendo muy cariñosa conmigo.

Durante estos meses, la relación con él no siempre era perfecta, cada uno tenía su carácter, lo mejor era el sexo de reconciliación.

Hoy celebraríamos un aniversario más, Édgar nos llevaría a cenar, ayude a Tai con su ropa y me pidió que la peinara, ya lista la deje  viendo caricaturas, fuí hasta nuestra habitación para arreglarme.

Últimamente, me la pasaba llorando por qué nada me quedaba, Édgar me encontró teniendo otro ataque hormonal, se acercó abrazarme y llenarme de besos, me enseñó el bote de helado y me recuperé mágicamente.

Después de cuatro cambios de ropa, estábamos de camino a nuestro restaurante favorito, había reservado una mesa en la terraza, era una noche estrellada, trajeron los postres y sin perder tiempo, devoré el pastel de chocolate con helado de galleta.

A la mitad de la rebanada y ví que algo brillaba, estaba por mencionarlo, cuándo observé a Édgar arrodillado frente a mí, con el tenedor terminé de raspar el pastel y encontré un anillo de compromiso.

- Desde que te conocí, venciste mis barreras - lo observé sorprendida - No quería volverme a enamorar, tú me hiciste creer en las segundas oportunidades - me sonroje - Amo despertar a tú lado y verte despeinada - sonreí apenada - Amo verte cuidar y jugar con nuestra pequeña, aunque no lleve tu sangre - tomé la mano de Tai - Amo la manera en que me miras y esa sonrisa sincera - le acaricié con ternura la mejilla - Pero lo que más me enamora, es tú personalidad única, que logro derretir el hielo de mí corazón - Señaló su pecho - ¿Mi querida Jazmín, me harías el honor de convertirte en mí esposa?.

Tomó el anillo y me observó en espera de una respuesta, me invadió un nuevo ataque hormonal, está vez lloraba de felicidad, asentí frenéticamente, sonriente deslizó el anillo en mí dedo anular, al finalizar me besó la mano, luego las mejillas y por último los labios.

- Te amo - murmuró sobre ellos.

- Te amo - respondí al recuperar el habla.

Tai se acercó y los tres, nos abrazamos en familia.

Compartimos la noticia con nuestros amigos, al día siguiente en una improvisada comida, Adam y su familia fueron los primeros en llegar, seguidos por una enorme Clarissa, que estaba a días de aliviarse, la seguía un preocupado Gael, al verlo Édgar no perdió la oportunidad de burlarse.

Los niños rápidamente nos olvidaron y se fueron a jugar, después de comer, mientras servian de postre helado de galleta, mi favorito, Édgar les mostró mí anillo de compromiso y confirmó que un par de meses haríamos el evento, si por él fuera mañana sería la boda y en pijamas.

Un emocionado Erick, se auto proclamó organizador y buscó su tablet para iniciar los preparativos, Adam intento contenerlo, pero fue inútil, Clarissa se le unió y comenzaron a planear mí boda.

- Debiste aceptar, la propuesta de fugarnos - dijo Édgar en mí oído.

Negué sonriente y le besé la mejilla, Clarissa soltó una fuerte maldición.

- ¡Gael, se me rompió la fuente! - gritó desesperada.

Cómo sí fuera reacción en cadena y estuviéramos conectadas, me pasó lo mismo.

- ¡Édgar, también rompí fuente! - grité asustada.

Ambos padres, se observaron sin saber que hacer, inútiles.

- Chicas, respiren y caminen con cuidado - Adam tomó el control - Nos vamos al hospital.

Llegamos hasta su auto, arrancó en cuánto estuvimos arriba.

Yuritzin PM

Nos Pertenecemos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora