XXIII

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Taylor habia estado dando vueltas sobre si misma respecto a muchas cosas en su vida sobre todo ahora que se sentía un poco sola por la falta de la mayoría de sus compañeros y amigos, la rubia ya se había encariñado con casi todos, pero sobre todo con Aaron. Desechar los sentimientos del pequeño era impensable pues podía dolerle, pero siempre intentaba dejarle en claro que no era posible, que su única aspiración era ser muy buenos amigos, cualquiera diría que esas no son amistades, sobre todo por la diferencia de edad, pero Taylor se divertiría mucho pasando tiempo con el pequeño Romeo, no sólo le gustaba enseñarle todo lo que sabía sino que también disfrutaba mucho aprender de él, por ejemplo a reírse incluso en los peores momentos.

No es que Taylor fuera demasiado seria, solo que sabía cuándo y dónde tomar las cosas con firmeza, pero Aarón le había enseñado que reírse incluso de las cosas que no nos parecen agradables eran una buena forma de lidiar con aquello, es por eso que jamás imagino que el pequeño escondiera aquellos sentimientos que lo orillaron a salir de Marte sólo. Taylor lo admiraba por eso.

Siendo mujer, desde muy pequeña supo que tendría que lidiar con muchos hombres en su camino al éxito incluso hasta con algunas mujeres, así era el mundo, aunque esperaba de verdad un futuro diferente, no le importaba, luchar contra los demás se vuelve sencillo una vez que te invade la confianza y la convicción, no era sencillo y tomaba tiempo pero sabía que en algún momento lo lograría, era por eso que admiraba a Aarón porque ya siendo tan pequeño se había arriesgado como nadie, se fijó un objetivo y lo siguió, no cualquier pequeño de esa edad podía procesar el estar en algún lugar lejos de sus padres, mucho menos en otro planeta.

A veces si preguntaba si Taylor había logrado encender algunas de esas cosas en él porque conocía bien a Louis y sin duda el castaño tenía muchas virtudes pero era hasta cierto punto temeroso y solía dudar, no cuando se trataba de números pero si con las decisiones cotidianas. No estaba segura de cuanto había influido ella en Aarón esperaba que mucho.

Con la tristeza pintando su rostro dio por terminado su turno, camino a su dormitorio recordó que días atrás le habían pedido un reporte completo sobre la operación de Aarón y sobre las fibras que habían implantado al rededor de sus huesos, esperaba que también pudieran hablar con Niall al respecto puesto que ella no realizó todo el trabajo.

En la estación todo continuaba como siempre a excepción de la notoria falta de la primera tripulación, Sam era el único que continuaba, se habían vuelto más unidos, a Taylor le gustaba hacer amigos, sobre todo cuando ambos tenían cosas en común y la principal era que ambos extrañaban al pequeño revoltoso.

Llego a su habitación y al quitarse aquel traje azul que solía portar fijo su mirada en el tablero que había puesto al llegar ahí, en aquel tablero yacían pegadas varías fotos, no sólo de su vida en la Tierra sino las que fue tomando a lo largo de su estadía en New Horizons, la melancolía la golpeó de nuevo cuando las fotos se exhibían como una línea del tiempo frente a ella, las tres primeras eran de su infancia, con sus padres y su hermano, después de su época escolar, no era muy popular en la escuela pero contaba con buenos amigos, contados buenos amigos, finalmente sus graduaciones, y sus primeros días en la NASA, noto que había algunos de los ya conocidos, Niall por supuesto con quien compartió entrenamiento, algunas chicas y zayn también se había colado en una, hizo una nota mental sobre molestarlo con aquel peinado extremadamente lleno de gel y lo que más le sorprendió fue ver a Harry tras de varias personas en una de aquellas imágenes.

El rizado lucia mucho más joven, sus rizos se alborotaban y sonría de manera sutil, de igual forma se notaban sus hoyuelos y aquellos ojos verdes que le recordaron a alguien, siguió mirando con las fotos con la intención de terminar aquel recorrido, hasta que llegó a las fotos que compartía con Aarón, al ser un bebé sus rasgos faciales no eran muy notorios más allá de aquellos espectaculares ojos verdes pero en las que ya tenía al rededor de 5 años comenzó a notar ciertas cosas parecidas, ella no sabía mucho de genética, pero sus conocimientos en otras áreas le permitían diferir entre las coincidencias y lo que veía frente a ella.

Spaces [Larry Stylinson, mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora