CAPÍTULO 3

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JORGE

Un mes sin ella, cuatro semanas sin oír su risa, treinta días sin perderme en esos ojos celestes, setecientas veinte horas sin agarrar su mano, cuarenta y tres mil ochocientos minutos sin besarla, dos millones quinientos noventa y dos mil segundos sin estar a su lado.

Me estoy volviendo loco, no me centro en los estudios, no salgo prácticamente, lo único que hago es quedarme en casa jugando .

Supuestamente hoy viernes veintiuno de abril la gente sale a dar una vuelta o en algunos casos especiales a emborracharse .

Emborracharse .

Me acuerdo cuando Clara me decía que no entendía a la gente que bebía porque sí, sin ningún motivo aparente y también me acuerdo que dejé de beber y fumar cuando ella me miró con mala cara al enterarse de ese pasado oscuro que tenía .

Clara.

Me quito su imagen de la cabeza e intento prestar atención a la clase de literatura , dirijo mi mirada al profesor que está recorriendo la clase, pero mi mirada se topa con una melena rojiza, con su melena .

Ella está prestando atención a todo lo que dice y cogiendo apuntes en su archivador, es hipnotizante mirarla, eso lo supe desde el primer día que la vi.

—Señor Val, ¿le gustan las vistas? —me pregunta el profesor .

No respondo, pero bajo la cabeza al libro de texto ¿Qué estaba leyendo?

—Veo que no me contesta, me lo tomaré como un sí — hace una pausa mirándome—. Y por la rapidez a la que ha bajado la cabeza al libro, veo que le interesa el tema especialmente, así que ¿porqué no nos recita el texto de la página 194?, seguro que nos deleita con su lectura.

Veo como se va y se coloca delante de la pizarra con su libro en las manos, mirándome, y no solo él me mira, toda la clase lo hace .

—No tenemos todo el día señor Val —me apremia él .

Viejo cascarrabias.

Me centro en el libro, busco la página y empiezo a leer .

—Comienzo por los cabellos .¿Ves tú las madejas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos ; su longura hasta el postrero asiento de sus pies —no tengo ni idea de lo que estoy leyendo ¿Postrero, eso existe? —. Después crinados y atados con la delgada cuerda , como ella se los pone— no puedo evitar pensar en como ella intentaba recoger su cabello en un moño y como siempre se le salía algún rizo rebelde—.No hay menester para convertir los hombres en piedras.

—Más en asnos —dijo siguiendo el diálogo el profesor .

—¿Qué dices? — seguí leyendo .

—Dije que esos tales no serían cerdas de asno .

—¡Ved qué torpe y qué comparación ! — dije con una sonrisa al ver que la clase se reía , al final iba a ser gracioso y todo leer el texto .

—Silencio por favor —dijo callando a la clase —. Continua, quiero ver como acaba esto —dijo con una sonrisa que me revolvió las entrañas.

—Sus ojos azules rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labrios colorados y grosezuelos —oh no , oh no , me atraganto con mi propia saliva viendo lo que acabo de leer, la he descrito indirectamente durante toda la lectura, levanto la cabeza y miro de nuevo al profesor quien me está sonriendo .

—Continúa Jorge —su sonrisa se ensancha en una mueca horrenda .

—El torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondeza y forma de sus pechos ¿quién te la podría figurar? — ¡pero qué he dicho! dios mío , el profesor me sigue mirando con una sonrisa y mis compañeros de clase están con los ojos muy abiertos —. Que se despereza el hombre cuando las mira . La tez lisa, lustrosa, el cuero suyo oscurece la nieve; la color mezclada cual ella la escogió para sí .

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora