CAPÍTULO 25

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CLARA

Sábado 22 de Junio, parece un día normal y corriente si miramos en el calendario, pero todo cambia cuando debajo de ese número te encuentras con dos palabras: “tu cumpleaños".

Todo el mundo está feliz cuando cumple años, o eso es lo que me han dicho todas las personas a las que he preguntado. Pero estar celebrando tu cumpleaños, trabajando. Le resta  diversión. 

Los primeros en llamarme son mis padres. Mi madre está emocionada y no se puede creer que su hija cumpla veintitrés años. Me dice que ese mismo fin de semana tengo que ir a casa para celebrarlo con mis abuelos, mis tíos y primos. Mi padre en cambio me dice que me estoy haciendo mayor y que no voy a poder ganarle nadando, cuando vuelva a casa. Les cuelgo prometiéndoles que intentaré coger un par de días libres, todos los turnos extra que he hecho, valdrán la pena.

El siguiente en llamarme es mi hermano, que me cuenta que está de camino a buscar a Vianca. La ha organizado una cita en un restaurante del centro, para luego llevarla al teatro. La llamada no dura mucho, pero sigo sintiendo la conexión que siempre hemos tenido, le deseo que se lo pasen bien y él me dice que intentará pasarse por mi piso.

Nada más entrar en el hospital guardo el teléfono, ninguno de mis amigos me ha felicitado, ni Alexa, ni Eva…

Ni Jorge

Un dolor en el pecho se hace presente cuando barajo la idea de que se hayan olvidado de mi cumpleaños. Pero apenas son las ocho de la mañana, a lo largo del día seguro que recibo algún mensaje. O eso espero.

Entró a los vestuarios a cambiarme, encontrándome con Sonia, una auxiliar de clínica de mediana edad con cara de perro. Siempre está amargada.

La saludo intentando ser amable con ella, llevándome como respuesta un bufido suyo antes de abrir la puerta y cerrarla con fuerza. Vale. No es la mujer más comunicativa del mundo.

Me cambio rápido y guardo mi ropa en la taquilla de siempre, la 003,  subo hasta recepción de maternidad donde me encuentro con Natalia e Isabel enfrente de los ordenadores.

—Hola chicas—digo alegre.

—Hola Clara.

La primera en saludarme es Natalia, quien le da un golpecito a Isabel, que sigue centrada en la pantalla, ajustando sus gafas de pasta negra.

—Hola Clara—Isabel me mira sonriendo y vuelve a mirar a la pantalla. Llevo trabajando aquí desde que salí de la universidad y ella sigue siendo igual de tímida.

Omitiendo a Isabel que se ve que está liada, Natalia y yo nos enfrascamos en una conversación sobre una película que ha salido en el cine esta semana, creo recordar que se llamaba Boulevard. Estamos tan centradas en la conversación que no nos damos cuenta de la hora hasta que Isabel nos interrumpe y me da las fichas de las pacientes que tengo que ver  hoy.

—Esa es la lista de todas las pacientes. 

—Muchas gracias—digo cogiendo todas las fichas y dándome la vuelta.

—Por cierto—me dice Isabel—. Hoy llega el nuevo ginecólogo, tienes que enseñarle toda la zona de obstetricia y ginecología.

Me doy una facepalm a mí misma en mi cabeza y suspiro.

—Pero es a Eva a quien le toca hacer el recorrido con los médicos nuevos….

—Lo sabemos—dice ahora Natalia—. Pero Eva no está hoy y además el Doctor Castell te ha recomendado para hacer de guía.

Al mencionar a Castell, me ablando. Ese señor de cincuenta y siete años, de pelo canosos, alto y con gafas de pasta negra, que seguro que se las ha puesto por su edad, ha sido como un padre para mí desde que llegué. Y se ha ganado un huequito en mi corazón.

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora