CAPÍTULO 11

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JORGE

No puede ser, tiene que ser un sueño.

Su melena pelirroja atada en una coleta de caballo, sus ojos penetrando los míos, sus manos temblaban, todo su cuerpo temblaba al mirarme, se había quedado parada en medio del pasillo, seguramente en shock.

Mi mente no dejaba de repetirme que la había encontrado pero aún no me lo creía, tenía que ser un sueño que luego se terminaría desvaneciendo.

Pero no, no lo era, ella estaba allí y yo también. Según había levantado la cabeza y la había visto mis ojos no podían perderla de vista. El traje de enfermera blanco y verde se ajustaba en los lugares adecuados sentándole como un guante, sin duda había nacido para llevar ese uniforme.

La ví avanzar por el pasillo con total seguridad moviendo las caderas que un día años atrás, me inspiraron a hacer un poema sobre ella.

Cuando estuvo a mi altura no pude dejar de mirarla, provocando que se me acortase la respiración y erizase la piel.

Y no me había siquiera rozado.

Lo que había imaginado en mi cabeza de un encuentro memorable, se fue por los suelos cuando pasó por mi lado sin mirarme y sin hablarme.

Ni un hola si quiera.

¿En serio?.

Me rodeó, entró en la habitación y ahí la perdí de vista. A mi cabeza volvieron las palabras que dijo el doctor hacía apenas 10 minutos.

-"vendrá una matrona a mirar su estado y ella os podrá decir con precisión el margen de mejora"

Ella era la matrona, joder

Me apoyé de nuevo en la pared y me pasé la mano por la cara cerrando los ojos, esto no puede estar pasando.

Intenté que la respiración volviera a la normalidad y cuando miré a Alex pude ver una sonrisa que no me gusto nada.

-No te culpo amigo, cualquiera perdería la cabeza, no está nada mal.

-Porque no te vas a ligar con alguna enfermera y me dejas en paz, pesado.

-No me lo digas dos veces.

Se levantó y se puso a mi lado haciendo el gesto de abrir la puerta donde se encontraba Clara atendiendo a Samantha.

Oh, no.

Ni se te ocurra con ella.

Le agarré del cuello del uniforme, le quité de delante de la puerta y antes de que me dijera algo le dí una colleja provocando una risotada de su parte.

-Con ella no, Alex.

-Tranquilo era una broma - rió yéndose por el pasillo.

Cuando le ví girar la esquina me puse enfrente de la puerta y estuve apunto de abrirla y volver a mirarla a los ojos, estuve apunto, pero no lo hice. Me acerqué y puse la oreja pegada a la puerta, pudiendo oír su voz, esa voz que años atrás me tranquilizaba y que a día de hoy, sigue teniendo el mismo efecto. Dulce, suave otra vez, su voz.

Oía como la reclusa lloraba y como Clara la consolaba, no sé cuánto tiempo pase pegado a la puerta, pero al oír pasos me aparté apresuradamente hasta quedar enfrente de esta mientras se abría.

Y la volví a ver, salía de la habitación con una sonrisa de boca cerrada pero cuando me vió su semblante se volvió serio.

Joder, si las miradas matasen estaría cadáver.

-Todavía sigues aquí.

-Sí...

Me ha hablado.

¡Me ha hablado!

Nos miramos durante un segundo sin decir nada y luego ella soltó un resoplido dándose media vuelta sin despedirse, sólo me ha dedicado tres palabras.

Necesito que me hable, oír su voz cerca mío.

-Pelirroj.- digo acercándome a ella.

Y he aquí donde me he dado cuenta que la he llamado como lo hacía cuando estábamos juntos pelirroja, o casi se lo llamo porque en cuanto he pronunciado la primera palabra se ha dado la vuelta con el cuerpo tenso y los ojos echando llamas.

Veo que sus mejillas se ponen rojas y frunce el ceño, también como solía hacer, y se acerca a mí con un dedo acusatorio apuntándome al pecho.

-No vuelvas a llamarme así, no lo hagas nunca más, dejaste de tener ese derecho hace cinco años- me clavaba la uña a cada palabra que decía, pero no me hacía daño, eso sí, seguía teniendo carácter, mucho más carácter diría yo.

Se volvió a dar la vuelta queriendo poner fin a la conversación, pero la agarré de la muñeca atrayéndola a mí, su cara estaba a centímetros de la mía y casi podía oír los latidos de su corazón, decidí jugármela he intentar ablandar el semblante de la chica que tenía enfrente.

-Pelirroja, sé que no quieres verme, yo tampoco tenía planeado encontrarme contigo-mentira-. Pero ...

No me dio tiempo a terminar la frase, una mano abierta en su totalidad se estrelló contra mi mejilla haciendo un sonido sordo y dejándome la cara roja y dolorida. En cuanto su mano impactó solté su muñeca sorprendido .

¡¿Pero qué narices?!

-Te he dicho que no me llames así y mucho menos me toques, Jorge.

Se dió la vuelta echando humo y desapareció por el pasillo dejándome allí con una mejilla roja y la boca abierta.

-Tiene carácter- apareció Alex a mi lado con el móvil en la mano y una barrita de la máquina expendedora-. ¿Qué ha pasado? y ¿por qué tu mejilla está roja?.

Mi mano roza mi mejilla que está caliente.

No me voy a rendir, igual que luche meses antes por tu atención hace cinco años lo volveré a repetir.

El destino ha querido que nos volvamos a encontrar después de tanto tiempo para cerrar o recuperar el tiempo perdido y yo no tengo ganas todavía de cerrar lo nuestro.

-Nada, no ha pasado nada.

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Vale, puede que me haya pasado con la bofetada, pobre Jorge, pero desde mi punto de vista es normal que Clara tenga esa reacción por todo le que les ha traído aquí.

Sigan leyendo y votando.

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Dama Geminis.

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora