CAPÍTULO 14

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CLARA

Esto. No. Está. Pasando.

Tengo que odiarlo.

Pero ver como sus ojos escrutan los míos, puede conmigo y no debería, debería de ser capaz de parar esto, pero no puedo. Él fue, es y será mi debilidad y él lo sabe.

-¿Qué mierda ha sido eso, Clara?- me pregunta por segunda vez y puedo ver como sus ojos no destilan rabia ni rencor...pero no, no puede ser ¿tristeza?

-No quiero nada tuyo.

No reconozco mi voz al decirle eso, ha sonado borde viniendo de mí pero necesito que se aleje, no quiero tenerle cerca.

Eso no es verdad.

Le sigues queriendo.

Pero el corazón lo tienes roto.

Si, roto por sus engaños y sus mentiras. Me recuerdo a mí misma.

-Era un regalo para hacer las paces- dice como si fuera algo obvio, y eso hace que me exaspere más. No necesito regalos, necesito las palabras que hace cinco años quise escuchar y no me dijiste. Quiero gritarle que lo entienda, pero no puedo, no puedo abrir esa caja de recuerdos, no ahora.

-No quiero tus regalos.

-No, no me has oído, quiero hacer las paces, el regalo acompañaba a esas paces .

-¿Si?, pues lo de la notita no parecía una disculpa- sueno mordaz, pero es la verdad, parece como si se estuviera burlando de mí, aunque en el fondo sepa que no lo ha hecho con esa intención.

Veo como se le tiñen las mejillas de rosa.

-Bueno

-Déjame salir tengo que ir a ver que tal está Samantha- digo sin dejarle terminar la frase-.

En cuanto la vea y esté bien desaparece- miento intentando sonar lo más creíble posible.

Veo como intenta descifrar mi mirada como hacía años atrás e intento apartarle de un empujón, mis manos hacen contacto con sus duros pectorales, pero nada, no se ha movido ni un milímetro. Le miro a los ojos buscando una solución, soy incapaz de tenerle cerca sin sentir nada. Bajo la mirada para deshacer el contacto visual y me fijo en la posición de sus piernas, están ligeramente separadas

Y si...no no puedo, vuelvo a levantar la mirada para encararlo, pero me mira a los ojos y vuelvo a echar una ojeada a sus pies, en situaciones desesperadas se necesitan medidas desesperadas, espero que sus futuros hijos no me lo tengan en cuenta.

Estoy apunto de levantar la pierna y asestarle un rodillazo en la joya de la corona cuando sus ojos se cruzan con los míos y descubre mis intenciones.

Soy rápida al separar el pie del suelo pero Jorge se me adelanta pisando con las puntas de sus botas mis zuecos, inmovilizando mis piernas.

Nuestros ojos se encuentran y veo sorpresa en ellos.

-Clara...

Estoy apunto de interrumpirle y decirle todo lo que me calle años atrás para que me deje en paz y no atormente a mis recuerdos, cuando oigo pisadas al final del pasillo.

Giro mi cabeza cuando detecto movimiento y hago fuerza con mis brazos para que me suelte antes de que nos descubran en esta.... situación, pero es el compañero de Jorge con el pelo desordenado y gritando:

-¡El bebé!, ¡el bebé!

Jorge ladea la cabeza en dirección a su compañero, consigo deshacerme de su agarre y corro al lado de su amigo.

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora