CAPÍTULO 32

23 2 1
                                    

JORGE

El mensaje de Clara me deja totalmente desubicado. Lo único que he llegado a entender es que había surgido un imprevisto en el trabajo y tenía que ir urgentemente.

La sensación de tristeza que tenía en un principio se convierte en enfado cuando me doy cuenta que me ha dejado tirado y sin pareja para esta noche.

Tiro el móvil a la cama y seguidamente caigo yo de espaldas, seguramente la parte de atrás de la chaqueta se está arrugando ahora mismo, pero me importa todo una mierda.

Me limito a mirar al techo por tiempo indefinido, intentando buscar una explicación a  la urgencia que la ha hecho correr al hospital, minutos antes de ir a por ella. Me levanto con la idea de ponerme el pijama y esperar a su llamada, pero una foto salta en mis notificaciones.

Es de un número de teléfono que no tengo guardado, pero en vez de bloquear y eliminar como lo haría una persona normal, abro la foto, dándome cuenta de que son Bruno y los chicos desde la fiesta de antiguos alumnos.

Una idea se me pasa por la cabeza, y si…

No, no podría acudir sin Clara…

Pero ella está en el hospital…, quien me impide ir y ver a los que antes eran mis amigos…

Me levanto mirando todavía la foto y me planto en frente del espejo, sigo arreglado y listo para salir. Será ir, saludar a la gente y volver, una hora como máximo. ¿Qué podría salir mal?.

Agarro las llaves de la moto y salgo de casa. Conduzco por la ciudad sin prisa hasta que llego a la ubicación del emai.
La calle está tranquila, pero una vez entró al local gritos y abrazos me envuelven.

¿Toda esta gente estudió conmigo?

Me fijo en como han cambiado las personas que se me hacen conocidas. Varias se acercan a saludarme y en la mayoría tengo que fingir una sonrisa ya que no me acuerdo del nombre. Clara era la relaciones públicas de la relación, si ella estuviera aquí ya me hubiera recitado los nombres de todas las personas presentes en la sala y seguramente mi sonrisa no sería tan falsa.

Me dejo abrazar por todas las que se acercan y respondo sus preguntas con una sonrisa. Al final el tiempo que había previsto quedarse se me pasa volando al ir entablando conversaciones con diferentes grupos de gente.

Llevo una hora y media allí cuando recibo un mensaje. Pensando que es de Clara dándome alguna  explicación, me disculpo con la gente que estaba hablando y agarró rápido el móvil. Pero toda esperanza se pierde cuando leo el nombre de Bruno en la pantalla del teléfono, es un mensaje en el que me dice que vaya al final del local.

Mi subconsciente me dice que no lo haga, que me vaya a casa y espere a Clara, pero mis piernas por inercia propia caminan donde me dice el mensaje. No es difícil encontrarlos, son los únicos que están sentados en la barra con una fila de botellines vacíos.

Pero mis antiguos compañeros no están solos, una cabellera oscura y de longitud corta está sentada de espaldas a mí con un vestido ajustado rojo. Voy a recapacitar y dar media vuelta cuando Bruno me ve. Se levanta de un salto en el que trastabilla y casi se cae al suelo.

—¡Jorgeee!

Su voz es rasposa dándome a entender que no es la primera cerveza que se toma.

—Bruno, parece que habéis empezado sin mi.

Todos se dan la vuelta en ese momento, incluida Zahira que mira en mi dirección sonriendo.

Nos envolvemos en abrazos y apretones de manos, excepto con Zahira que se mantiene en su silla.

—¡Claudio!— grita Bruno, llamando al camarero—. Pon una más por aquí.

—No hace falta, tomaré un botellín de agua. No queremos que el pasado se vuelva a repetir. Además… deje ese mundo atrás hace mucho.

La tensión se puede cortar con un cuchillo hasta que otro chico se acerca al tal Claudio a pedirle un refresco y disipa cualquier rastro de mal humor. Reímos y hablamos durante  horas. Contamos lo que hemos hecho con nuestras vidas,  de nuestras parejas y hablo de Clara obviamente.

Llevo aquí aproximadamente tres horas cuando el vaso de agua que tenía en la mano se convierte en una cerveza, que me tomo sin rechistar. Una vez que se acaba, aparece otra y a partir de la cuarta cuando ya me encuentro revuelto aparecen las rondas de chupitos.

Uno tras otro, entran en mi cuerpo como agua y solo soy consciente de las risas y de lo bien que me lo estoy pasando.

Lo último que recuerdo es que salgo del bar y llego a mi casa a la cuatro y media de la mañana.

Pero … no lo hago solo.
.
.
.
.
.
Sé que me he eternizado en publicar un nuevo capitulo, pero entre la universidad, los exámenes ...
Solo puedo decir que lo siento mucho.
.
.
.
Dama Géminis.

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora