CAPÍTULO 31

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CLARA

—Demasiado claro, tienes que llevar un color oscuro para resaltar—dice Alexa desde el otro lado de la fila de vestidos.

—Pues buena suerte.

—Es verdad, olvidó todas las mañana que mi mejor amiga es pelirroja—dice con sarcasmo.

Entró de nuevo en el probador. Llevamos casi toda la mañana buscando un vestido de noche para la fiesta de reencuentro de mi promoción. Quiero que mi vestido exprese todo lo que siento. Quiero estar radiante.

Me miro en el espejo del probador. De frente, de lado, por detrás, por el otro ladoy sin embargo, no me siento yo misma con él puesto.

Me quito el cuarto vestido . He pasado por todas las tonalidades posibles, desde el amarillo más chillón hasta el morado más oscuro.

—¿Por qué no eliges un vestido parecido al de tu graduación? Ibas preciosa con ese vestido verde, recuerdo que alguien no pudo apartar la mirada de tí en todo la noche—dice subiendo y bajando las cejas repetidas veces.

—Si no fuesen mis compañeros de instituto me pondría hasta el mismo vestido.

Entrego la percha con el vestido a Alexa que se encarga de llevarla dónde la encontramos. Con la bata negra de seda que la dependienta me ha dado, salgo del probador y me reviso otra vez las perchas.

Malvaloca, es una de las tiendas más grandes de Madrid y donde más variedad de vestidos se puede encontrar. Siempre y cuando sepas lo que quieres.

—Buscamos colores oscuros—susurra para sí misma Alexa, haciendo a un lado varias perchas —.¿Qué te parece rojo?.

—Depende del rojo.

Ella levanta el vestido por encima de su cabeza para verle. Lo primero que llama mi atención es el rojo pasión de la prenda y luego las mil piedrecitas brillantes en el corpiño.

—Dudo que me quede bien—digo negando con la cabeza.

Ella vuelve a colgarle y le hace a un lado. Cuando estoy llegando al final de la tienda y no encuentro un vestido, me desespero.

Una vez estoy decidida a irme a casa y sacar mi vestido de graduación del armario, mis ojos se desvían a una percha en particular.

Me acerco agarrando el vestido con una mano y tocando la tela con otra.

—Este es mi vestido.

★★★

A las siete de la tarde del día siguiente, ya estoy preparada. Uñas, pelo, un maquillaje recatado, pero haciendo lucir mis ojos azules. De la puerta de la habitación cuelga la falda larga de terciopelo pelo negra con una abertura en la pierna derecha, y el top dorado con escote corazón.

Los brillos, la suavidad de la tela Todo me hizo enamorarme de este conjunto en décimas de segundo y espero que a mi pareja de esta noche también. Sé que no debería importarme lo que mi pareja opine de mi forma de vestir, pero en esta ocasión me es inevitable no pensarlo. Y sobre todo sabiendo quien se encontrará allí.

El ruido del móvil hace que me desconecte de mis pensamientos.

—¿Diga?— pregunto acercándome al conjunto, acariciando la falda y sonriendo.

—Buenas tardes Garfield—se oye al otro lado y automáticamente mi sonrisa se borra.

—Buenas tardes Doctor Castell.

—Por favor Clara, pensé que los formalismos ya no se utilizarían entre nosotros— sonrío por la tontería.

—Doctor Castell, sí me ha llamado usted mismo a mi teléfono, jugándose su puesto de trabajo por cotillear en mi archivo, no creo que sea solo para charlar.

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